Decime qu¨¦ libro le¨¦s
Nunca he sido un fan incondicional de Borges, ni pienso que ser¨¢ de los pocos escritores latinoamericanos contempor¨¢neos que seguir¨¢n siendo importantes ¡°dentro de cien a?os¡±
1. Aflicciones
Fue azar y no premeditaci¨®n lo que hizo que el hotel en que me qued¨¦ en Buenos Aires estuviera muy cerca del edificio de Maip¨², 944, en cuyo 6? B residi¨® Borges y desde el que, supongo, tendr¨ªa buena vista del Parque de San Mart¨ªn. Nunca he sido un fan incondicional de Borges, ni pienso, como hacen con escasa generosidad Vargas Llosa o Rushdie, que el autor de Ficciones ser¨¢ uno de los pocos escritores latinoamericanos contempor¨¢neos que seguir¨¢n siendo importantes ¡°dentro de cien a?os¡±; ser¨¢n m¨¢s, afortunadamente. Y bastantes, argentinos. El volumen final (que hace el n¨²mero 12) de la Historia Cr¨ªtica de la Literatura Argentina (Emec¨¦), coordinada por No¨¦ Jitrik, lleva por t¨ªtulo Una literatura en aflicci¨®n, un predicado inventado por su director, Jorge Monteleone, para caracterizar la producida dentro y fuera del pa¨ªs desde la terrible dictadura de 1976-1983, una de las m¨¢s asesinas del ¨²ltimo cuarto de un siglo que fue pr¨®digo en ellas: todav¨ªa se encuentran en lugares ominosos como el Pozo de Vargas (Tucum¨¢n) centenares de cuerpos ¡°torturados y baleados, a veces arrojados solos o en bolsas, aplastados y quemados y astillados¡±; y a¨²n se publican en la prensa esquelas de desaparecidos con su foto, y hasta hoy pueden leerse pintadas en las que se pregunta por los desaparecidos mientras algunos de sus probables asesinos siguen impunes (all¨ª tambi¨¦n conocen los problemas de memoria hist¨®rica). Una literatura marcada en primer lugar por el espanto de lo que pas¨® y m¨¢s tarde por la decepci¨®n de las expectativas que hab¨ªa generado el ¡°regreso de la democracia¡±, y en la que se encuadran ¡ªdesde perspectivas y puntos de vista muy distintos¡ª algunos de los m¨¢s creativos y originales autores que han escrito y est¨¢n escribiendo en espa?ol: este libro, que sugiere y contextualiza desde el presente el inmediato pasado, tambi¨¦n funciona como cat¨¢logo cr¨ªtico de ellos.
2. Librer¨ªas
Fue tambi¨¦n el azar lo que quiso que terminara de leer Kentukis (Literatura Random House), la dist¨®pica novela de relatos de Samanta Schweblin (1978) que explora como f¨¢bula (y tambi¨¦n como cautionary tale: advertencia de peligros) nuestro presente tecnol¨®gico, el mismo d¨ªa que encontr¨¦ y disfrut¨¦ en el diario P¨¢gina/12 la cr¨®nica elegiaca y muy generacional que Rodrigo Fres¨¢n (1963) ¡ªuno de los escritores que se hicieron ¡°del lado de all¨¢¡± de la Rayuela literaria latinoamericana¡ª publicaba sobre su asistencia, acompa?ado de su hijo, a Bohemian Rhapsody, la biopic de Freddie Mercury y Queen. A Fres¨¢n y Schweblin les distancian ¡ªadem¨¢s de otras cosas¡ª los 15 a?os que se supone que separan a las generaciones sucesivas. Ambos se ba?an en momentos distintos ¡ªlas dos ¨²ltimas novelas de Fres¨¢n, La parte inventada (2014) y La parte so?ada (2017) son muy significativas al respecto)¡ª y reflejan ¡°nuestro¡± mundo (tambi¨¦n el que no vemos pero sentimos) de modo contradictorio y complementario. Fue de nuevo el azar en mi recorrido por las inagotables librer¨ªas de esta ciudad (El Ateneo; Waldhuter; la decadente ?vila; ¡°la m¨¢s antigua del planeta¡±, Santa F¨¦, y muchas otras) lo que me llev¨® a adquirir en la librer¨ªa Guadalquivir ¡ªla preferida de la novelista argentino-mexicana Sandra Lorenzano¡ª el estimulante dietario (no encuentro otra palabra para definir esta estupenda bit¨¢cora)?ltimas noticias de la escritura (edici¨®n argentina de Entrop¨ªa y espa?ola de Jekyll & Jill), de Sergio Chejfec, uno de los m¨¢s interesantes narradores de su generaci¨®n, algunas de cuyas mejores novelas ha publicado Alfaguara Argentina y son tan dif¨ªciles de encontrar aqu¨ª.
3. Crisis
En uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos de Am¨¦rica, y donde hoy son demasiado perceptibles la pobreza, la frustraci¨®n, la inseguridad, la ausencia de perspectivas de amplias capas de poblaci¨®n y, para decirlo con las santas palabras del obispo ?scar Ojea, el aumento del ¡°mal humor social¡± y ¡°el enojo y la intolerancia que hacen muy crispada la convivencia¡±, nada escapa a la profunda crisis econ¨®mica y social. Ni siquiera el libro, que lleva camino de convertirse en art¨ªculo suntuario como subproducto del apabullante derrumbe del consumo interno (?se acuerdan cuando aqu¨ª nos dec¨ªan que en ¨¦pocas de crisis el libro era un ¡°valor refugio¡±?). Casi me da fiaca (flojera) referirme a unos datos que recuerdan (en peor) a los que vivimos aqu¨ª hace poco. Las ventas de libros han descendido por cuarto a?o consecutivo, con una ca¨ªda acumulada del 35% (un estimado 14% en 2018). Cierran peque?as y medianas librer¨ªas y se reducen sucursales de las grandes; se pierden miles de puestos de trabajo en el sector del libro (y sobre todo en las artes gr¨¢ficas), una situaci¨®n que contrasta absurdamente con el mantenimiento de la producci¨®n de t¨ªtulos (en torno a 28.000, incluyendo la abundante autoedici¨®n) y la reducci¨®n de casi ocho millones de ejemplares respecto a a?os anteriores. Los grandes grupos ahorran en derechos extranjeros ¡ªlos traductores se las ven y se las desean para obtener trabajo¡ª y recurren a dr¨¢sticos recortes en las tiradas. Con un Plan de Lectura absolutamente ineficaz, no quiero parecer mufa (gafe), pero las perspectivas para 2019 no tienen pinta de mejorar.
4. De nuevo Borges
Termino, como empec¨¦, con Borges. Hasta ahora no hab¨ªa podido encontrar el tercer volumen (1975-1985) de la edici¨®n cr¨ªtica de sus Obras completas (Emec¨¦), cuyos dos primeros me regal¨® Willy Schavelzon. En una librer¨ªa de la calle de Suipacha cuyo nombre la piedad me obliga a omitir, un librero piola (aqu¨ª dir¨ªamos listillo) me pidi¨® 1.500 pesos. Lo consegu¨ª en El Ateneo por 910, evitando el trucho. Y no, no me hice una foto con los ninots de Borges y Bioy del caf¨¦ La Biela, ni en el Tortoni, perpetuamente abarrotado de turistas (?qui¨¦n dijo que la literatura no tiene glamour?), pero no pude evitar tomar caf¨¦ en Los 36 Billares, donde tambi¨¦n lo hizo Lorca en sus meses porte?os. Estaba muy rico.
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