¡°A los europeos les encanta que haya una revoluci¨®n en Am¨¦rica Latina, hay una mirada complaciente¡±
Los escritores Laurence Debray y Alberto Barrera conversan a ra¨ªz de sus libros 'Hija de revolucionarios' y 'Mujeres que matan', que han presentado en la FIL de Guadalajara
Laurence Debray (Par¨ªs, 1976) ha ajustado cuentas, en Hija de revolucionarios (Anagrama), con sus padres, el fil¨®sofo R¨¦gis Debray y la antrop¨®loga Elizabeth Burgos, que dejaron sus acomodadas familias para abrazar con fervor la causa revolucionaria de Fidel Castro y El Che, de la guerrilla que trataba de abrirse paso entonces en Venezuela. Del pa¨ªs caribe?o no se puede despegar, pese a vivir en M¨¦xico, Alberto Barrera (Caracas, 1960), autor junto a Cristina Marcano de la biograf¨ªa definitiva de Ch¨¢vez; de Patria o muerte (Premio Tusquets) y que en su ¨²ltimo libro, Mujeres que matan (Random), vuelve a ilustrar la realidad de la Caracas actual, bajo el paraguas de la ficci¨®n, al adentrarse en la vida de una ciudad sin nombre, gobernada por el Alto Mando. La conversaci¨®n entre ambos se produce en medio de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara m¨¢s pol¨ªtica y politizada, con novedades editoriales, encuentros y charlas que apuestan por la reflexi¨®n sobre el futuro de la democracia y de Am¨¦rica Latina.
Pregunta. Ambos libros transmiten una sensaci¨®n de liberaci¨®n.
Laurence Debray. Lo m¨ªo es una liberaci¨®n y una reparaci¨®n. Necesitaba entender de d¨®nde ven¨ªa, porque mis padres nunca me hab¨ªan hablado de la guerrilla, de la lucha armada, de todos esos mitos. Necesitaba reparar un poco la relaci¨®n que tengo con ellos. Creo que el hecho de que Alberto sea exiliado es una problem¨¢tica distinta.
Alberto Barrera: En Patria o muerte hab¨ªa una necesidad incluso de darle un orden al caos. En Mujeres que matan puede haber una necesidad de hablar del pa¨ªs. Uno magnifica desde la distancia. Sientes que est¨¢s ah¨ª y en realidad no.
P. ?Qu¨¦ implica para ustedes la palabra revoluci¨®n?
A. B. Yo vengo de una izquierda, formaba parte de un grupo que trabajaba por la revoluci¨®n sandinista. A mi generaci¨®n le cost¨® mucho descubrir que pod¨ªamos estar en contra del bloqueo y en contra de Fidel. Despu¨¦s lleg¨® Ch¨¢vez y empieza a imponer la autoproclamada revoluci¨®n, pero en el fondo gan¨® las elecciones, le dio una patada al tablero, cambi¨® las reglas y ya.
L. D. Hitler tambi¨¦n gan¨® elecciones. Yo creo que las elecciones ya no son un criterio suficiente.
A. B. ?Ya no?
L. D. No tiene que ser un criterio suficiente para justificar una democracia, unos cambios.
A. B. Posiblemente hoy en d¨ªa la revoluci¨®n, entre comillas, en Am¨¦rica Latina tenga m¨¢s sentido para los europeos o norteamericanos que para los propios latinoamericanos. A los europeos les encanta que haya una revoluci¨®n en Am¨¦rica Latina. Hay una mirada complaciente.
L. D. Mira mi padre, que fue a hacer la revoluci¨®n en Am¨¦rica Latina pero no cogi¨® las armas en Francia contra De Gaulle. Se va a meter en Venezuela donde hab¨ªa una democracia.
A. B. El relato antiimperialista, que tambi¨¦n es impresionante en tu padre, tiene todav¨ªa un poder que aqu¨ª ya no veo, con todos los cambios que hay en Am¨¦rica latina. Ch¨¢vez trajo de nuevo todo ese lenguaje.
P. ?Les han blindado ambos libros de las ideolog¨ªas?
L. D. A m¨ª totalmente, porque tuve una infancia demasiado politizada. Ha sido como una vacuna. Pero tambi¨¦n siento que es generacional. En Francia, el sistema de partidos de izquierda y derecha se ha derrumbado, la gente ya no acepta la jerarqu¨ªa de un partido pol¨ªtico, que te dice que hay un programa y t¨² solo tienes que aplaudir. El siglo XXI ya no funciona as¨ª. Hay otras maneras de hacer pol¨ªtica que no pasan por la ideolog¨ªa y un partido.
A. B. Yo soy de los que piensan que izquierda y derecha solo remiten a sensibilidades. ?A qu¨¦ otra cosa apelan?
L. D. El manique¨ªsmo al final no es tan natural. La vida no est¨¢ hecha de blanco y negro. Yo trato de poner el dedo en el hecho de que mis padres ten¨ªan una vida demasiado manique¨ªsta, donde hab¨ªa una gente mal¨ªsima de derecha, ego¨ªsta y luego la gente a la que hab¨ªa que entregarse totalmente, que es la de izquierda y todo ese mundo que hab¨ªa que salvar.
A. B. El verbo es perfecto, salvar, porque s¨ª tiene un componente, una naturaleza religiosa absoluta. Lo dices y siento que escucho a mi madre, que era cat¨®lica y que hablaba en esos mismos t¨¦rminos de la gente mala y los buenos.
L. D. El comunismo era una religi¨®n para ellos. Una religi¨®n laica, pero una religi¨®n.
A. B. El lenguaje religioso con el que trabaja Ch¨¢vez, que se sacraliza un poco con su enfermedad, tiene que ver con eso. Una de las cosas interesantes es que la corporaci¨®n que queda despu¨¦s de la muerte de Ch¨¢vez adquiere tambi¨¦n un lenguaje religioso.
P. ?Sienten que se ha distorsionado la palabra revoluci¨®n y el sentido de izquierda y derecha?
L. D. Yo creo que ya hay populismo y no populismo. Creo que hay gente que respeta las reglas del juego, de la sociedad democr¨¢tica liberal y la gente que no, que las quiere transformar.
A. B. Yo tengo un poco tambi¨¦n la sensaci¨®n de que el populismo se nos puede convertir en una etiqueta que no sepamos muy bien qu¨¦ significa. Hablamos de populismo y lo ligamos siempre a liderazgos un poco extravagantes. Obviamente, s¨ª tiene que ver con la relaci¨®n de un l¨ªder y el carisma, pero se habla mucho m¨¢s f¨¢cilmente de Bolsonaro como populista y no de Iv¨¢n Duque. A m¨ª me cuesta mucho a veces entender de qu¨¦ estamos hablando.
L. D. S¨ª, es verdad, es dif¨ªcil, pero yo creo que el populista habla del pueblo como si fuera algo uniforme y maleable y los dem¨¢s se dirigen a los ciudadanos como a personas que tienen derechos y deberes.
A. B. Ah¨ª tambi¨¦n entra el papel de las instituciones, el poder y el control ciudadano que puedan tener. S¨ª es cierto que el l¨ªder populista encarna a ese pueblo unificado.
L. D. Cuando empiezo a o¨ªr hablar del pueblo me estreso. Como si fuera uno, uniforme. Yo no quiero ser un pueblo. Soy una ciudadana.
A. B. En Am¨¦rica Latina todav¨ªa, en t¨¦rminos de desigualdad, hay toda una realidad que s¨ª unifica a una gran mayor¨ªa y puede tener, digamos, m¨¢s sentido.
L. D. Pero no deber¨ªa.
P. ?Sienten rencor hacia la revoluci¨®n?
L. D. Yo tengo el rencor de que hizo desaparecer una generaci¨®n entera de gente valiosa, una generaci¨®n machacada, que ha muerto, se ha desilusionado o ha tenido que exiliarse. Rencor hacia mis padres no, porque entend¨ª que uno no puede salvar el mundo y cambiar pa?ales. No puedes ser bueno en todo.
A. B. No s¨¦ si la palabra ser¨ªa rencor, pero s¨ª tengo una molestia, una indignaci¨®n muy grande. Me parece que es inaceptable esta idea religiosa de que ¡°yo represento lo bueno¡±. Estoy pensando en el Gobierno de Maduro y en el chavismo, en esta idea de quedarse en el poder a cualquier costo y que eso implica muertos de todo tipo, anarqu¨ªa, hambre. Ah¨ª hay una responsabilidad hist¨®rica brutal. Cuando yo leo que murieron nueve personas por falta de ox¨ªgeno en los hospitales y ves que el gobierno se ha negado a recibir ayuda humanitaria, ah¨ª ya hay una responsabilidad. Yo no me puedo mantener insensible ante eso.
L. D. Eso es sadismo de Estado.
A. B. Pedro Le¨®n Zapata, que era un caricaturista venezolano genial, un d¨ªa sac¨® un dibujo que dec¨ªa: ¡°?Cu¨¢ndo se ir¨¢ esta gente de poder para decir que somos de izquierda y no sentir verg¨¹enza?¡±
L. D. Yo estaba predestinada en irme todos los veranos a Cuba y quedarme all¨ª. Ese era el plan. Luego hay fallos y me fui de banquera en Nueva York. Uno se puede emancipar tambi¨¦n.
A. B. ?Pero tuviste discusiones ideol¨®gicas?
L. D. Yo creo que Venezuela casi rompe la relaci¨®n con mi padre. Su silencio es problem¨¢tico.
A. B . ?Incluso con Maduro? Es un problema, porque tu mam¨¢ es venezolana.
L. D. Mi familia todav¨ªa est¨¢ all¨ª. Cuando Melenchon se mete conmigo por Venezuela, mi padre dice que no est¨¢ de acuerdo en la forma, pero no dice nada sobre el fondo. Venezuela rompi¨® algo.
A. B. F¨ªjate que el caso venezolano s¨ª representa un punto de discusi¨®n importante en Europa. El chavismo despoj¨® internacionalmente a la oposici¨®n de cualquier dignidad. Hizo un trabajo no solo de las bondades de la revoluci¨®n, sino de descalificaci¨®n absoluta de cualquier adversario. De manera autom¨¢tica ven cualquier protesta y creen que es algo inducido por la CIA y el imperialismo.
L. D. Como si un venezolano necesitara a un americano para ir a una manifestaci¨®n.
A. B. O que fuera impensable que una sociedad que tiene un proceso de inflaci¨®n de un mill¨®n por ciento proteste. Entonces, aquello que se considera normal, natural e incluso bueno en Europa, como las protestas ciudadanas, las manifestaciones, es condenado en Venezuela desde la izquierda.
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