Y las Meninas, por fin, hablaron
La Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico re¨²ne a grandes figuras de la escena espa?ola para poner voz a cuadros del Prado
Imagine que una noche, mientras contempla el cuadro La muerte de Lucrecia en el Museo del Prado de Madrid, puede o¨ªr los pensamientos de aquella muchacha la fat¨ªdica noche que, seg¨²n la leyenda cl¨¢sica, fue violada por Sexto Tarquinio, hijo del ¨²ltimo rey de Roma, narrados por el mism¨ªsmo Shakespeare: ¡°Toma el lobo a su presa. La fiel cordera grita, / hasta que con su lana ahoga sus lamentos, / sepultando sus gritos entre sus dulces labios¡±.
Imag¨ªnese despu¨¦s que en otra sala de este mismo museo se le aparece do?a Rosita, la triste solterona de Lorca, descargando su amargura ante el cuadro de una joven del siglo XIX vestida de novia, a punto de casarse con un hombre al que detesta, retratada en todo su desconsuelo por Antonio Mu?oz Degrain: ¡°Todo est¨¢ acabado... y sin embargo, con toda la ilusi¨®n perdida, me acuesto, y me levanto con el m¨¢s terrible de los sentimientos, que es el sentimiento de tener la esperanza muerta¡±.
Puestos a so?ar, imagine tambi¨¦n que, al detenerse ante El jard¨ªn de las Delicias, alguien le susurra al o¨ªdo el poema El Bosco de Rafael Alberti: "...Amar y danzar, / beber y saltar, / cantar y re¨ªr, / oler y tocar, / comer, fornicar, / dormir y dormir, / llorar y llorar./ Mandroque, mandroque, / diablo palitroque...".
Esto m¨¢s o menos fue lo que ocurri¨® anoche en la singular velada organizada por la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico (CNTC), en una gala titulada Ecos del Prado, para sumarse a la celebraci¨®n del bicentenario del museo: al fondo, proyectados en una gran pantalla, se suced¨ªan algunos de los cuadros m¨¢s famosos de la pinacoteca; mientras, sobre las tablas, 13 grandes figuras de la escena espa?ola interpretaban textos teatrales relacionados con esas pinturas. Ocurri¨® en el Teatro de la Comedia de Madrid, sede de la CNTC, y se emiti¨® en directo en el sal¨®n de actos del museo.
El di¨¢logo entre artes pl¨¢sticas y teatro no es nada nuevo, como record¨® la directora de la CNTC, Helena Pimenta, al inicio de la velada: "Muchos grandes pintores se han inspirado en escenas teatrales para componer sus lienzos. Y viceversa, tambi¨¦n muchos dramaturgos han creado sus obras partiendo de cuadros. Y no hay que olvidar que muchos artistas han volcado sus ideas pl¨¢sticas en los escenarios, como Picasso y Dal¨ª". Pero la velada de anoche posiblemente sea irrepetible, pues es dif¨ªcil reunir una n¨®mina de int¨¦rpretes como la que sigue: Mario Gas, Josep Maria Flotats, Blanca Portillo, N¨²ria Espert, Jos¨¦ Mar¨ªa Pou, Aitana S¨¢nchez Gij¨®n, Ver¨®nica Forqu¨¦, Emilio Guti¨¦rrez Caba, Gonzalo de Castro, Vicky Pe?a, Manuela Velasco (en sustituci¨®n de su t¨ªa Concha Velasco, prevista inicialmente), Jos¨¦ Luis G¨®mez y Ana Bel¨¦n (acompa?ada al piano por su hijo David San Jos¨¦.
Uno tras otro desfilaron por el escenario para dar vida durante unos minutos a cuadros de Vel¨¢zquez, Boticelli, Mat¨ªas Moreno Gonz¨¢lez, Eduardo Rosales, ?ngel Lizcano Monedero, Rafael Sanzio, Antonio Mu?oz Degrain, Goya, Francisco Collantes, Francisco Padilla y Ortiz,?El Bosco, Rubens, Tiziano y Zurbar¨¢n, apoyados por textos de Buero Vallejo, Bocaccio, Calder¨®n, Shakespeare, Cervantes, Clar¨ªn, Lorca, Valle-Incl¨¢n, Marguerite Yourcenar, Ernesto Caballero y Rafael Alberti, adem¨¢s de una canci¨®n de V¨ªctor Manuel,?Espa?a camisa blanca,?interpretada por Ana Bel¨¦n con Los fusilamientos de Goya de fondo.
El maridaje art¨ªstico dio grandes momentos teatrales. Por ejemplo, cuando Mario Gas se puso a escrutar Las Meninas, ayudado por un texto de Buero Vallejo, hasta casi hacerlas hablar:?¡°Mirad esos personajes que nos contemplan como fantasmas vivos del pasado. O quiz¨¢ el fantasma sea uno mismo¡±. O cuando Emilio Guti¨¦rrez Caba y Gonzalo de Castro interpretaron el di¨¢logo final de Luces de Bohemia, ese en el que Valle-Incl¨¢n expone su teor¨ªa sobre el esperpento, mientras de fondo se proyectaban varios esperpentos de Goya.
Blanca Portillo recit¨® el famoso mon¨®logo de Segismundo en La vida es sue?o mientras se proyectaba el lienzo Los dos sue?os (1882), de Mat¨ªas Moreno Gonz¨¢lez, en el que un cl¨¦rigo duerme apoyado en el sepulcro esculpido de un noble. N¨²ria Espert recre¨® con horror la violaci¨®n de Lucrecia y Ver¨®nica Forqu¨¦ emocion¨® con el parlamento m¨¢s amargo de Do?a Rosita. Jos¨¦ Mar¨ªa Pou dio voz a Don Quijote, representado en varias pinturas del Prado. Aitana S¨¢nchez Gij¨®n arroj¨® los celos del marido de la Regenta ante el retrato de un cardenal. Vicky Pe?a relat¨® con poder¨ªo la confesi¨®n sin remordimientos de Clitemnestra tras asesinar a su marido Agamen¨®n. Y Jos¨¦ Luis G¨®mez casi fue vitoreado tras recitar con un sinf¨ªn de voces distintas el poema de Alberti sobre El Bosco.
Al final todos juntos salieron al escenario para leer el art¨ªculo en el que Alberti relat¨® la evacuaci¨®n de las pinturas del Prado durante la Guerra Civil. Lo public¨® en la revista El Mono Azul el 3 de mayo de 1937 y dec¨ªa as¨ª: "Todo el Museo del Prado hab¨ªa descendido a los s¨®tanos para guarecerse de los b¨¢rbaros e incultos trimotores alemanes. Desde el interior, las ventanas bajas hab¨ªan sido cubiertas con planchas de metal y sacos terreros. Por fuera no ten¨ªan cristales. M¨¢s de cinco mil cuadros, centenares de obras maestras entre ellos, se ve¨ªan all¨ª como muertos de miedo, hombro con hombro, temblando en los rincones. Se me saltaron los ojos pensando en las salas desiertas, en la inmensa galer¨ªa central despoblada. Quise subir, quise verlas, presenciar el espect¨¢culo terrible, ¨²nico, insospechado, de una de las mejores pinacotecas del mundo desnudas, de pronto, sus paredes, las que tantas maravillas hab¨ªan sostenido. Pocos hombres, pocas personas de Madrid, de una ciudad casi sitiada, podr¨ªan pisar en aquellos momentos, recorrer de un piso a otro, de una sala a otra, aquel dolor sin nombre del Museo vac¨ªo. (...) Yo, despu¨¦s de la evacuaci¨®n de Las Meninas, no quise volver m¨¢s por el Museo del Prado".
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