Entre Pina Bausch y Ulrike Meinhof
Movimientos de c¨¢mara y un perturbador dise?o de sonido se al¨ªan para construir un nuevo lenguaje de lo siniestro en esta l¨²cida pesadilla
En 1977, Dario Argento alcanz¨® la cumbre est¨¦tica de su carrera con Suspiria, una pel¨ªcula que amplificaba el aliento sobrenatural de la anterior Rojo oscuro (1975) para proponer un ejercicio expresionista, cuyos fotogramas refulg¨ªan con los incendiados colores de los vitrales de una catedral hechizada. La pel¨ªcula hablaba con la l¨®gica de los sue?os, los s¨ªmbolos y la pura forma, enterrando bajo sus vehementes recitales de estilo visual referencias a la tradici¨®n de los cuentos de hadas, al pensamiento de George I. Gurdjieff y Rudolf Steiner y al Satan¨¢s (1934) de Edgar Ulmer, sin olvidar los ecos perturbadores contenidos en localizaciones como la K?ningplatz de M¨²nich, construida por orden de Hitler con motivo del Congreso de N¨²remberg.
SUSPIRIA
Direcci¨®n: Luca Guadagnino.
Int¨¦rpretes: Dakota Johnson, Tilda Swinton, Ingrid Caven, Mia Goth.
G¨¦nero: terror. Italia, 2018
Duraci¨®n: 152 minutos.
Para Luca Guadagnino, la Suspiria de Argento fue un deslumbramiento adolescente al que, ahora, esta nueva lectura no s¨®lo rinde tributo, sino que, en un paso de baile notoriamente arriesgado, discute y reformula. A primera vista, podr¨ªa dar la impresi¨®n de que el gui¨®n de David Kajganich desentierra lo que en Argento era sustrato simb¨®lico para convertirlo en discurso, pero los muchos desv¨ªos del original abren nuevas y estimulantes posibilidades de interpretaci¨®n: la acci¨®n se reubica en Berl¨ªn en el agitado oto?o de 1977, decisi¨®n que extirpa las ra¨ªces de cuento de hadas para adensar un contexto pol¨ªtico que, entre otros extremos, coloca al concili¨¢bulo de brujas de la academia de danza al otro lado del espejo del terrorismo de la Baader-Meinhof en su respectivo ¨Cy dispar- pulso con la memoria culpable de un viejo orden que dio pie al nazismo. La Susie Bannion, oveja negra de una familia menonita, que encarna Dakota Johnson poco tiene que ver con la protagonista de la Suspiria original: de la v¨ªctima sacrificial se pasa a una identidad que permite canalizar un discurso feminista cargado de aristas, alejado de toda complacencia.
Guadagnino practica el vaciado crom¨¢tico para usar una paleta de ocres melanc¨®licos que rescata la est¨¦tica del Nuevo Cine Alem¨¢n. Escenas de danza en la que cada inflexi¨®n corporal justifica un corte de montaje, el recurso de desligar voces y cuerpos, movimientos de c¨¢mara que barnizan de enigma los espacios y un perturbador dise?o de sonido se al¨ªan para construir un nuevo lenguaje de lo siniestro en esta l¨²cida pesadilla presidida por una Tilda Swinton en clave Pina Bausch oscura, que habla de un subterr¨¢neo poder femenino consagrado a gestionar la culpa y la verg¨¹enza colectivas.
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