Tres segundos de creatividad
La pel¨ªcula pretende ser sofisticada, pero solo lo son sus int¨¦rpretes
Dos pel¨ªculas despu¨¦s del robo de joyas m¨¢s grande de la historia de Inglaterra, el de Hatton Garden, en la Semana Santa del a?o 2015, 18 millones de euros de bot¨ªn en una c¨¢mara acorazada del barrio de los diamantes de Londres, la buena a¨²n est¨¢ por llegar. Si es que se llega a hacer una tercera.
REY DE LADRONES
Direcci¨®n: James Marsh.
Int¨¦rpretes: Michael Caine, Jim Broadbent, Ray Winstone, Tom Courtenay.
G¨¦nero: atracos. Reino Unido, 2018.
Duraci¨®n: 108 minutos.
Que detr¨¢s de aquel atraco pod¨ªa haber una gran historia era algo obvio: fue perpetrado por un grupo de ladrones jubilados de entre 58 y 76 a?os, y eso daba tanto para introspecci¨®n sobre el crep¨²sculo personal, tiempo que se acaba, autodestructiva lucidez, como para reflexi¨®n social sobre la rebeld¨ªa de un grupo salvaje dispuesto a morir de pie en un mundo que ya no les pertenece. Sin embargo, en apenas unos meses se han estrenado la independiente Un golpe a la inglesa (Ronny Thompson, 2017) y la mucho m¨¢s lujosa Rey de ladrones, de James Marsh, y ambas fracasan en lo art¨ªstico y lo comercial.
Rey de ladrones pretende ser sofisticada, pero solo lo son sus int¨¦rpretes. Michael Caine, Michael Gambon, Jim Broadbent, Ray Winstone y Tom Courtenay, carisma innegable, mitos vivientes, ejercen de sost¨¦n cuando el relato se asienta en el di¨¢logo y en la mirada de la no asunci¨®n de la derrota, pero la pel¨ªcula no deja de ser un policial de atracos, mucho m¨¢s que un drama personal, y en ese sentido el trabajo de su director es ap¨¢tico, casi torpe. Autor de dos fant¨¢sticos documentales, Man on wire (2008) y Proyecto Nim (2011), Marsh se est¨¢ quedando en muy poca cosa en la vertiente de ficci¨®n m¨¢s ambiciosa: La teor¨ªa del todo quer¨ªa tener estilo y era puro remilgo, y solo Un oc¨¦ano entre nosotros, de este mismo 2018, apuntaba virtudes narrativas en una historia real cercana a la extra?eza de sus documentales.
Ni la secuencia del robo ni la de la detenci¨®n tienen la menor tensi¨®n dram¨¢tica, y las relaciones entre los personajes est¨¢n peor trazadas que en Un golpe a la inglesa. De modo que s¨®lo el tono desencantado del desenlace, de tristeza desolada, destaca en una producci¨®n que parece fiada al historial de sus actores. Justo donde Marsh aplica uno de sus contados aciertos: el de esos insertos de montaje, con flashes de apenas un segundo, que rememoran el supuesto pasado de los personajes, pero acudiendo a papeles cinematogr¨¢ficos de sus int¨¦rpretes: Un trabajo en Italia, con Michael Caine; Billy, el embustero, con Tom Courtenay, y Escoria, con Ray Winstone. Apenas tres segundos de creatividad en una pel¨ªcula de casi dos horas.
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