La agitada vida de los manuscritos iluminados medievales
Un estudio concluye que, en contra de la visi¨®n del cine o la literatura, los libros decorados pict¨®ricamente circularon y se produjeron por toda Europa
Las pel¨ªculas y la literatura han pintado demasiadas veces la Edad Media como una ¨¦poca oscura, y a quienes vivieron en ella rodeados de peste, hambre y guerras. Sin embargo, hay historiadores que intentan acabar con ese sambenito con sus investigaciones y estudios, para dar una visi¨®n m¨¢s luminosa y real de un periodo que cristaliz¨® en Europa durante casi 1.000 a?os. Se suma a esa corriente la reciente aparici¨®n de La circulaci¨®n de manuscritos iluminados en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), con art¨ªculos de 20 especialistas de Europa y Jap¨®n, coordinados por la profesora Alicia Migu¨¦lez Cavero, de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidade Nova de Lisboa, y Fernando Villase?or Sebasti¨¢n, del Departamento de Historia Moderna y Contempor¨¢nea de la Universidad de Cantabria. ¡°Se trata de luchar contra la idea tradicional del inmovilismo del mundo medieval y de que sus territorios estaban aislados. Es un concepto distorsionado. Hab¨ªa una circulaci¨®n fluida de personas, ideas y objetos dentro de Europa y entre esta y ?frica o Asia¡±, dice Migu¨¦lez por tel¨¦fono.
En ese trasiego cobr¨® gran importancia la producci¨®n y comercio de manuscritos iluminados. Estas joyas decoradas pict¨®ricamente no solo estaban guardadas y protegidas con celo por monjes, algunos tenebrosos, como narr¨® Umberto Eco en El nombre de la rosa. ¡°Es cierto que una parte significativa se produjo en scriptoria mon¨¢sticos o catedralicios, pero tambi¨¦n existieron talleres de corte y urbanos, estos ¨²ltimos especialmente en el per¨ªodo bajomedieval. Lo mismo sucede con los clientes, que pod¨ªan pertenecer tanto al estamento eclesi¨¢stico como a la monarqu¨ªa, nobleza o a la clase burguesa¡±, a?ade Migu¨¦lez (Le¨®n, 1981), subdirectora del lisboeta Instituto de Estudios Medievais. Este centro tiene como proyecto estrat¨¦gico la idea de la "Europa medieval en movimiento", asunto sobre el que ha organizado ya cuatro simposios.
No solo hab¨ªa obras de car¨¢cter religioso, como biblias, libros de horas¡ estaban las cantigas, los cancioneros y las copias de pilares del mundo antiguo como la ?tica de Arist¨®teles. La producci¨®n de c¨®dices en la Pen¨ªnsula tampoco se circunscribi¨® al mundo cristiano, los hubo en la cultura hebraica, como la llamada Biblia de Cervera, de 1300, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Portugal, y en la isl¨¢mica (el manuscrito Kalila wa Dimna).
Esta experta apunta que hubo destacadas escuelas de maestros iluminadores en Catalu?a, Galicia o Portugal de un arte en el que primero se copiaba el texto y luego se pintaba el pergamino. Destacan Juan de Carri¨®n, en Castilla, o Antonio de Holanda, en Portugal. Miniaturistas que usaban diversos pigmentos, a veces extra¨ªdos de minerales codiciados, como el lapisl¨¢zuli, para decorar, en este caso, con su azul marino los mantos de las v¨ªrgenes. ¡°Como no hab¨ªa minas abiertas de las que extraerlo, el lapisl¨¢zuli se tra¨ªa desde Afganist¨¢n. Otros pigmentos se importaban de India¡±. La paleta de colores la completaban, sobre todo, el rojo, el negro o el blanco.
Migu¨¦lez a?ade que estos artesanos utilizaban una serie de recursos visuales para conseguir que sus im¨¢genes impactasen en el espectador y fueran eficaces sus mensajes. Todo estaba pensado en una industria que traspas¨® fronteras, pese a ser una ¨¦poca de caminos y caballos. ¡°Manuscritos iluminados en talleres de Flandes se conclu¨ªan en Castilla y hubo pr¨¦stamos entre monasterios de distintos territorios¡±. Destaca el intercambio entre el portugu¨¦s de Alcoba?a y el burgal¨¦s de Las Huelgas, ambos de la orden del C¨ªster. Son siglos en que estas piezas se convierten en objeto de disfrute, no de unos pocos, sino que circulan con regularidad a trav¨¦s de una extensa red terrestre y mar¨ªtima, un vaiv¨¦n con v¨¦rtices en ciudades con mucho comercio, como Barcelona, Valencia, Lisboa, Venecia, G¨¦nova, N¨¢poles¡
El declinar de la elaboraci¨®n y compra de manuscritos iluminados lleg¨®, l¨®gicamente, con la imprenta, que sustituy¨® al libro artesanal por la fabricaci¨®n mec¨¢nica. ¡°Sin embargo, hubo una etapa, al principio de la imprenta, en que convivieron ambas formas¡±.
A pesar de que la Pen¨ªnsula fue un foco fundamental, "no se empezaron a estudiar bien los c¨®dices iluminados hasta los a?os veinte del siglo XX por historiadores del arte especializados, ya que antes lo hac¨ªan expertos de otras ¨¢reas". Una senda que ha seguido este estudio para conocer mejor las maravillas en pergamino que crearon iluminadores y miniaturistas a base de cuernos de tinta, finas plumas y paciencia sin mengua.
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