Esta gente gloriosa sigue viva
El pasado domingo 9 Kirk Douglas cumpli¨® 102 a?os, como Olivia de Havilland

Aparecen de vez en cuando fotograf¨ªas de alguien que parece empe?ado en vivir eternamente y ojal¨¢ que no prolonguen su estancia en la tierra contra su voluntad, con un rostro que parece hermanado con el formol y que exhibe una sonrisa que alguna vez fue legendaria. Ha cumplido 102 a?os y el cine decidi¨® que se llamara Kirk Douglas, aunque el hijo del trapero jud¨ªo fuera bautizado como Issur Danielovich. En la pantalla este actor grandioso represent¨® la fiereza inteligente, la complejidad, la determinaci¨®n, la veracidad, el peligro. Su presencia y su obra son inmortales, pero hace mucho tiempo que se jubil¨® de su arte. Tambi¨¦n ha superado los 102 Olivia de Havilland. Nunca fue sensual, pero admitamos que sab¨ªa sufrir en silencio, como demostr¨® mod¨¦licamente en Lo que el viento se llev¨® y La heredera.¡°Somos ¨¢ngeles con arrugas feroces en los p¨®mulos¡±, cantaba Lucio Dalla. Y la memoria insiste en recordar a todos aquellos ¨¢ngeles y demonios, tan humanos, tan magn¨¦ticos, que todav¨ªa no se han largado al otro barrio, retirados por voluntad propia o a la fuerza del territorio en el que fueron reyes y reinas durante tanto tiempo, desde el que desplegaron un encanto que enamoraba a los espectadores de cualquier parte, convencidos de que las pel¨ªculas eran de los int¨¦rpretes y no de esos seres invisibles llamados directores.
Lo aconsejaba un poeta: ¡°Guarda tus mejores recuerdos, y si llegas a viejo, que te sirvan¡±. Mis visitas durante una d¨¦cada a esas antesalas del cielo, del infierno o de la nada llamadas residencias de ancianos, lugares desoladores (aunque posean cien estrellas) en los que constatas el final del camino para seres que vegetan, o con la mirada acuosa y perdida, o gimientes, o temerosos y gritones ante fantasmas que solo ven ellos, o medicadamente apacibles, me hacen desear con toda mi alma, con infinita compasi¨®n, que algunos de sus moradores a¨²n dispongan del consuelo o la alegr¨ªa de recordar que en algunos momentos de sus vidas sintieron algo parecido a la felicidad.
Yo deseo que esas estrellas jubiladas de su oficio hagan memoria de que disfrutaron en su trabajo y en su existencia del esplendor en la hierba. Y no s¨¦ si les importa, pero que recuerden tambi¨¦n que a esos desconocidos llamados espectadores nos hicieron m¨¢s grata la existencia. Sigue vivo y retirado el gran Sean Connery, aquel tipo tan atractivo y convincente que protagoniz¨® las tres pel¨ªculas de aventuras m¨¢s hermosas de los a?os setenta: El hombre que pudo reinar, El viento y el le¨®n y Robin y Marian. Tambi¨¦n el hipn¨®tico Gene Hackman, alguien que hac¨ªa cre¨ªbles a todos sus personajes, en cualquier g¨¦nero, dotando de matices al bien y al mal. Y Sidney Poitier, aquel elegante se?or negro, abarrotado de talento, al que el Hollywood militantemente blanco no tuvo m¨¢s remedio que otorgarle categor¨ªa de estrella, alguien que vend¨ªa infinitas entradas entre el p¨²blico de todas las razas.
?Y ellas, las jubiladas? ?Qu¨¦ contar de Sof¨ªa Loren, mujer entre las mujeres, belleza en grado extremo y nervio, desgarro y sensibilidad, dram¨¢tica y comediante, intensa y sobria, capaz de transmitir un registro inacabable de sensaciones? Y sospecho que ning¨²n var¨®n heterosexual fue inmune a la volc¨¢nica sensualidad de Brigitte Bardot (s¨ª, la aguerrida madrina de las focas e inquebrantable amante del Frente Nacional) y de Kim Novak. Tengo claro que el arte de interpretar alcanza niveles sublimes en actrices como Katherine Hepburn y Meryl Streep. Bardot y Novak son otra cosa, pero siempre compr¨¦ la entrada para todas las pel¨ªculas que hicieron. Doris Day tampoco ha muerto, pero jam¨¢s me ha fascinado en ning¨²n sentido. Y sigue viva la formidable Eva Marie Saint, conmovedora, desamparada y tierna intentando redimir a Brando en La ley del silencio, coqueteando con enorme estilo y seguridad absoluta ante el monarca de la seducci¨®n Cary Grant en Con la muerte en los talones. Que la vejez sea piadosa y benigna con esta inolvidable gente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.