Un golpe de poes¨ªa para viajar al infierno de la violencia machista
La primera novela de la austriaca Katharina Winkler, ¡®C¨¢rdeno adorno¡¯, sorprende por el lenguaje l¨ªrico aplicado al duro relato del sometimiento de una mujer por su marido
En el principio fue el hombre. Y todo lo que le rodeaba era de su dominio. Con la misma furia con que domesticaba la naturaleza, sus animales y sus plantas, somet¨ªa a las mujeres y los hijos. El hombre era la carne y el honor su religi¨®n. As¨ª en el cielo de Dios como en el de Al¨¢. En ese infierno vivi¨® Filiz, primero la ni?a y despu¨¦s la mujer, protagonista de un reciente libro de la editorial Perif¨¦rica, C¨¢rdeno adorno, un texto donde la belleza y la vesania se funden hasta dejar al ser humano en el esqueleto de su existencia natural. ¡°Somos reba?o y pastores al mismo tiempo¡±, es la descripci¨®n que hace la protagonista de sus 11 hermanos, criados en un pueblo turco. ¡°Nos cuidamos unos a otros. Nos alimentamos unos a otros y unos a otros nos pegamos en los costados. Madre nos cuida de padre, padre nos cuida de los lobos...¡±.
A?os atr¨¢s, la autora, Katharina Wlinker (Viena, 1979), estaba escuchando el relato b¨ªblico de esa joven mujer que cien veces ha tenido la carne amoratada y los huesos rotos a base de palizas. Las dos estaban en una caseta rural de Austria, pr¨¢cticamente encerradas all¨ª durante una semana, lejos ya del horror que Filiz import¨® de Turqu¨ªa. La grabadora gira. Filiz no sabe con certeza qu¨¦ edad tiene. 12 hermanos, uno tras otro, no dejaban sitio a miramientos. Ella fue la s¨¦ptima, la que cuidaba de los corderos. Se ba?aban en el r¨ªo, dorm¨ªan al raso en tiempos de siega, cuando ca¨ªa la nieve pasaban fr¨ªo y si el alimento escaseaba, com¨ªan menos. Siempre hab¨ªa una hija despojando al padre de su gab¨¢n al llegar a casa y otra que se arrodillaba a sus pies, ¡°lava que te lava, borr¨¢ndole la jornada de la planta¡± y calz¨¢ndole con delicadeza las chancletas. Cuando el hombre aparec¨ªa por la cocina, el silencio se espesaba hasta ver de qu¨¦ humor se presentaba la cena. Y estaba el honor, la vida entera era una cuesti¨®n de honor. El de un hombre no deb¨ªa mancillarlo una mujer ni una hija. Antes la muerte. Esa fue la infancia de Filiz en aquel pueblito turco. Venciendo la severidad brutal del padre acab¨® huyendo de su casa para caer en brazos de un marido torturador.
Denuncia del padre m¨¦dico
La grabadora sigue girando. Todo lo que registra lo cuenta ahora el libro, donde el verbo se hace poes¨ªa. Una infancia rural y primitiva, sazonada de ignorancia y supersticiones para preservar la pureza femenina y entregarla al var¨®n, para siempre y sin rechistar.
El padre de Katharina Winkler era un m¨¦dico rural en Austria que se vio obligado a denunciar al marido de Filiz por maltrato, pero no fue el m¨¦dico, sino su mujer, la que descubri¨® que bajo el niqab de la protagonista negreaban los cardenales. Quiz¨¢ sirva para eso el niqab.
Katharina ten¨ªa 13 a?os cuando aquella mujer turca llena de golpes se col¨® en la vida de la familia y en su primer libro, ahora traducido al espa?ol tras las versiones en otros idiomas, y que ha convertido en poes¨ªa la crueldad que impregn¨® la vida de Filiz junto a su marido, Yunus. ¡°La poes¨ªa era necesaria para que el lector tenga un apoyo en su viaje por el infierno. En la vida no hay abismos absolutos, est¨¢n la muerte y la belleza a un lado y al otro y no hay lo uno sin lo otro. La poes¨ªa es el contrapunto est¨¦tico a la violencia. La belleza no niega ni se somete a la crueldad¡±, explica la autora en un hotel de Madrid, en su primer viaje a Espa?a para presentar el libro. Con esa prosa po¨¦tica que no cesa, Winkler habla de un mundo pasado que es com¨²n a muchas patrias. Bien podr¨ªa ser la Espa?a rural de finales de principios del siglo XX en un pueblo oscuro, por ejemplo, la Inglaterra de los deshollinadores, el alcoholismo violento de un cosaco. O nuestros d¨ªas. Es una violencia atemporal. ¡°Cuando uno se sumerge en una historia y en una materia acabas llegando a lo humano, a lo que nos ata?e y nos da la posibilidad de crear empat¨ªa. Gran parte de nuestros problemas actuales nacen de un d¨¦ficit de empat¨ªa¡±, sostiene Winkler.
Desubicaci¨®n temporal
La empat¨ªa no distingue ¨¦pocas ni culturas y hay en este libro una premeditada desubicaci¨®n temporal que apenas se rompe con algunas referencias al conflicto entre el r¨¦gimen turco y el partido de los kurdos (PKK). Algo parecido pasa cuando la protagonista sue?a con emigrar al para¨ªso europeo y enfundarse unos vaqueros. En Alemania, donde ahora vive Winkler, hay alrededor de un mill¨®n y medio de turcos y casi tres millones de alemanes tienen su origen en ese pa¨ªs. En los a?os sesenta, Berl¨ªn firm¨® acuerdos con Espa?a y con Turqu¨ªa para atraer mano de obra. Aquel acuerdo de ¡°trabajadores invitados¡± que habr¨ªan de volver a sus pa¨ªses con una mochila cargada de desarrollo concluy¨® en 1973. Muchos no regresaron.
Winkler no ha querido en ning¨²n momento juzgar los movimientos migratorios, ni las costumbres de unos y otros ni los choques culturales que se hayan podido producir, por ejemplo el terror que experimenta la protagonista cuando aquel m¨¦dico austriaco le comunica que va a denunciar a su marido por maltrato, aunque la ofrezcan refugio en una casa para maltratadas: ¡°?Es que no saben que Yunus asalta cualquier casa? ?Que mata a los ni?os? ?Que me mata a m¨ª? ?Con el cuchillo de la mesa de la cocina? ?Es que no conoce el mundo? ?Acaso ignora que el mundo es de Yunus?¡±, dice una protagonista aterrada ante la sincera ayuda del mundo occidental.
No es solo un descarnado alegato contra la violencia de g¨¦nero lo que muestra este libro, sino la creencia antigua de que la vida con sangre entra. Repasa la violencia general de un mundo de orden b¨ªblico donde el cielo env¨ªa o roba cosechas, manda palizas como expulsa hijos de un vientre que no descansa, donde las m¨²ltiples formas de crueldad se suceden de d¨ªa y de noche, como sale el sol o cubre la nieve las estaciones turcas. O de cualquier otro sitio del mundo.
Katharina Winkler escuch¨® las cintas en las que Filiz hab¨ªa grabado el relato de su vida. Las escuch¨® hasta meterse en la piel de su protagonista y una vez estuvo c¨®moda all¨ª empez¨® a escribir desde dentro. Hab¨ªa algunos detalles del libro que sorprendieron a Filiz porque ni ella misma se los hab¨ªa contado.
Una vida nueva, un idioma nuevo, un terror antiguo
Filiz tuvo tres hijos con Yunus, Halil, Selin y Seda. La historia de esta familia en Austria no es distinta de la que los peri¨®dicos de todo el mundo relatan en estos tiempos de migraciones y penurias. Muy recomendable su lectura para aquellos que hacen del odio al diferente su bandera, su raz¨®n de ser o una ideolog¨ªa para esgrimir en una convocatoria electoral. Hay una primera fase en la que los extranjeros sue?an con Europa como un ni?o en la noche de Reyes Magos. Despu¨¦s viene el choque de culturas, los desprecios, las ayudas que no siempre solucionan la vida, sino que la complican. La familia que est¨¢ lejos, el idioma que no se entiende. Y de pronto, un a?o cualquiera, la primavera amanece en la vida de los hijos, que ya no muestran esas dificultades con las que se estrell¨® la primera generaci¨®n de emigrantes.
Halil se form¨® como prot¨¦sico dental y estudi¨® Biolog¨ªa y Germ¨¢nicas. Sel¨ªn curs¨® Hisp¨¢nicas e Historia y fue lectora en una universidad espa?ola durante un tiempo. Seda es jefa de negociado en un juzgado vien¨¦s.
Esos ni?os tambi¨¦n sufrieron maltrato del padre, pero andando el tiempo dejaron de ver ¡°los lobos que vienen volando sobre la loma, uno tras otro... colmillos al aire¡±. Esos ni?os pueden ser hoy, merced a este libro, un alegato contra la xenofobia que est¨¢ agrietando Europa.
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