El c¨®digo Da G¨¢lvez
La cuesti¨®n no es s¨ª Leonardo da Vinci necesita a Christian G¨¢lvez, sino si Christian G¨¢lvez necesita a Leonardo da Vinci
Estoy por darle la raz¨®n a Risto Mejide en su defensa de Christian G¨¢lvez y gritar con ¨¦l: "?Vivan los intrusos!". Cuando el rasgado de vestiduras es tan un¨¢nime, el objeto del cabreo se me vuelve muy simp¨¢tico y acabo poni¨¦ndome de su parte. Me pasaba hasta con Mariano Rajoy, de quien me abstuve casi siempre de hacer chistes porque me parec¨ªa demasiado f¨¢cil y abus¨®n.
Por eso, cuando los historiadores del arte -y un mont¨®n de eruditos a la violeta despu¨¦s- protestaron contra el nombramiento de G¨¢lvez como comisario de la exposici¨®n de Leonardo da Vinci montada en el Palacio de las Alhajas, me tent¨® mucho escribir a su favor (de G¨¢lvez, no de Leonardo, del que habr¨ªa que escribir en contra porque todo el mundo est¨¢ a favor), y ya ten¨ªa pensadas unas l¨ªneas cuando desist¨ª. Me abati¨® una pereza de proporciones ¨¢ureas cuando me di cuenta de que tendr¨ªa que recurrir al argumento de la divulgaci¨®n, de lo bueno que es que la alta cultura venga apadrinada por un famoso de la tele, porque, as¨ª, la gente se acercar¨¢ y etc¨¦tera, etc¨¦tera y etc¨¦tera.
Miren, no es cierto. Leonardo no es un creador oscuro e inalcanzable que necesite del lubricante cat¨®dico para penetrar en la mollera del vulgo. Leonardo siempre ha sido muy popular y goz¨® incluso en vida de una fama seguramente superior a la de Christian G¨¢lvez hoy. Miles de ojos ven sus obras a diario en los mejores museos del mundo y su propia cara es un icono cl¨¢sico que reconocen hasta los eremitas y no pocos millenials.
La cuesti¨®n no es s¨ª Leonardo da Vinci necesita a Christian G¨¢lvez, sino si Christian G¨¢lvez necesita a Leonardo da Vinci. Si todo esto no ser¨¢ una demostraci¨®n pr¨¢ctica de la teor¨ªa que el fil¨®sofo Pierre Bourdieu desarroll¨® en La distinci¨®n, que es un libro que bien podr¨ªan regalarse est¨¢s navidades aquellos que quieran saber por qu¨¦ a muchos presentadores de televisi¨®n no les basta con ser presentadores de televisi¨®n.
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