El g¨¦nero de la filosof¨ªa
?No es mejor aceptar el listado convencional de fil¨®sofos consagrados y mostrar a trav¨¦s de ¨¦l la enorme parcialidad del mundo?
C¨®mo abordar la historia de la filosof¨ªa desde una perspectiva de g¨¦nero? De un tiempo a esta parte ha habido propuestas de recuperar fil¨®sofas a las que no se hab¨ªa prestado suficiente atenci¨®n o ninguna. Reconforta encontrarse ahora en los nuevos c¨¢nones a mujeres como Aspasia, Hipatia, Catalina de Alejandr¨ªa, Hildegard von Bingen, Wollstonecraft, Stein, Arendt, De Beauvoir o Weil, y su mera inclusi¨®n repara una parte de la injusticia hist¨®rica sobre la que est¨¢ construido nuestro mundo, tambi¨¦n el mundo de la historiograf¨ªa filos¨®fica. De todas maneras, el hecho de que la lista de voces femeninas silenciadas sea muy corta no se debe solo a que quienes elaboraron esa lista no se fijaran en las fil¨®sofas valiosas, sino sobre todo a que a lo largo de la historia han sido muy escasas las posibilidades que las mujeres han tenido de acceder a los lugares desde los que emitir su voz.
Reconozcamos, no obstante, que la idea misma de una lista es bastante patriarcal, como si el discurrir de la historia (en este caso, de la historia de la filosof¨ªa) fuera el recuento glorioso de figuras destacadas, lo que, en un mundo protagonizado por los varones no pod¨ªa ser otra cosa que un ranking mascu?lino. El concepto de superioridad, preeminencia o excelencia es muy faloc¨¦ntrico. Para tener una mirada m¨¢s inclusiva sobre nuestro pasado, a mi juicio, la primera perspectiva que habr¨ªa que corregir es precisamente esta de concebir la historia del pensamiento como una sucesi¨®n de momentos estelares, de pensadores destacados, desatendiendo otras formas de pensar m¨¢s horizontales y compartidas. ?Y si aprovech¨¢ramos la ocasi¨®n para entender el mundo m¨¢s desde la perspectiva de nuestras pr¨¢cticas culturales que como una sucesi¨®n discontinua de individuos c¨¦lebres meditando en solitario? Contentarnos con modificar el listado podr¨ªa incluso llevarnos a desatender la verdadera tarea cr¨ªtica; ser¨ªa algo equivalente a que hubi¨¦ramos entendido que el sufragio femenino resolv¨ªa toda la batalla de los derechos de la mujer.
?No ser¨ªa mejor aceptar el listado convencional y mostrar a trav¨¦s de ¨¦l la enorme parcialidad de un mundo pensado por los hombres?
Si, pese a todo, insistimos en dar la batalla por el canon, entonces deber¨ªamos tener en cuenta que una ¡°lista cremallera¡± de la historia de la filosof¨ªa tendr¨ªa como efecto perverso edulcorar la desequilibrada realidad de un mundo que fue pensado por y para los varones. ?Corregimos la historia de imposici¨®n, sometimiento y exclusi¨®n otorgando un protagonismo a quienes de hecho no lo tuvieron porque no pudieron acceder a los lugares ¡ªacademias, c¨¢tedras, universidades¡ª en los que se decid¨ªa ese protagonismo? Dudo mucho de que el mejor medio para combatir una desigualdad de ahora en adelante sea contar el pasado como si esa desigualdad no hubiera tenido lugar. No hacemos justicia a las v¨ªctimas si, mediante la magia de una historiograf¨ªa militante, las convertimos en actores principales de un pasado que desgraciadamente no protagonizaron.
Las buenas intenciones no son una metodolog¨ªa suficiente para las ciencias humanas y sociales. ?No ser¨ªa mejor aceptar, con las modificaciones necesarias, el listado convencional y mostrar a trav¨¦s de ¨¦l la enorme parcialidad de un mundo pensado por los hombres? La tarea de una filosof¨ªa inclusiva que incorpore la perspectiva de g¨¦nero tiene menos que ver con qui¨¦nes la hicieron o dejaron de hacerla y m¨¢s con el concepto de filosof¨ªa que ha sido dominante a trav¨¦s de la historia. La historia de la filosof¨ªa no es incompleta porque aparezcan en ella pocas mujeres; lo incompleto es la realidad que ese listado de varones representa y, sobre todo, lo que la mayor parte de esos fil¨®sofos pensaban, no solo de las mujeres en concreto, sino de una sociedad construida desde la exclusi¨®n de la mujer. No me refiero tanto a la misoginia expresa de Arist¨®teles, san Agust¨ªn, Rousseau, Freud, Nietzsche, Schopenhauer o Marx. Lo m¨¢s importante es la impl¨ªcita exclusi¨®n de la mujer que su pensamiento lleva a cabo. Si uno estudia a los fil¨®sofos consagrados puede entender por qu¨¦ nuestra sociedad se ha construido con una idea de sujeto y de poder que no pod¨ªa sino excluir a la mitad de la humanidad. En ellos se hace visible la falsa universalidad de la raz¨®n, la neutralidad imposible y las limitaciones de una subjetividad mutilada. La discriminaci¨®n, antes de ser una pr¨¢ctica social, es una manera de pensar. Puede que estos fil¨®sofos muestren, sin quererlo, mejor que muchas fil¨®sofas redescubiertas, que nuestra cultura patriarcal se debe a ciertos modos de entender lo p¨²blico, el poder, la propiedad, el sujeto o la misma racionalidad. Si estoy en lo cierto, entonces, la perspectiva de g¨¦nero sobre nuestra historia de la filosof¨ªa deber¨ªa llevarse a cabo examinando cr¨ªticamente el modo como sus verdaderos protagonistas describieron un mundo incompleto y proporcionaron el marco conceptual que justificaba esa empobrecedora exclusi¨®n. Contar c¨®mo fueron realmente las cosas y no seg¨²n nos hubiera gustado que fueran es el primer paso para que en el futuro sean de otro modo.
Daniel Innerarity es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica e investigador de Ikerbasque, en la Universidad del Pa¨ªs Vasco. Acaba de publicar ¡®Comprender la democracia¡¯ (Gedisa) @daniInnerarity
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