Todos los Laurent que hay en Laurent
Una exposici¨®n re¨²ne m¨¢s de 200 im¨¢genes del fot¨®grafo que retrat¨® la Espa?a de la segunda mitad del siglo XIX y que se movi¨® entre el negocio y el arte
Visitar una exposici¨®n de fotograf¨ªa es como ser absorbido por un ¨¢lbum y pasear entre sus p¨¢ginas. Este jueves se abre la posibilidad de recorrer la Espa?a de la segunda mitad del siglo XIX de la mano de Jean Laurent. Meterse en su carro de fot¨®grafo, cuya r¨¦plica recibe al visitante, y viajar donde el tren llegue o quedarse en su estudio del centro de Madrid y ver pasar por all¨ª a lo m¨¢s granado de la capital que quer¨ªa ser retratado por el que era el fot¨®grafo de la reina Isabel II.
Algunos objetos, fuera de lo com¨²n en una muestra fotogr¨¢fica: un bot¨®n, unas facturas, el carro..., protagonizan el comienzo de La Espa?a de Laurent (1865-1886). Un paseo fotogr¨¢fico por la historia y retratan a este franc¨¦s en la mayor monogr¨¢fica realizada sobre ¨¦l. As¨ª, la exposici¨®n de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando camina por dos v¨ªas paralelas, la de sus dos retratados: Laurent y el pa¨ªs en el que este desarroll¨® su carrera. Sin querer ser un fot¨®grafo de acontecimientos, en las m¨¢s de 200 im¨¢genes reunidas se trasluce lo que ocurr¨ªa durante los a?os en los que se centra la muestra.
Pero, ?qui¨¦n es J. Laurent? (firmaba solo con la inicial de su nombre, en Espa?a se le conocer¨¢ como Juan Laurent). Un franc¨¦s nacido en Garchizy en 1816 que llega a Espa?a en 1844 pero no como fot¨®grafo. Su inter¨¦s por esta profesi¨®n comienza una d¨¦cada m¨¢s tarde y ser¨¢ en 1856 cuando abra su estudio en la Carrera de San Jer¨®nimo 39 -en lo que hoy ocupa el Congreso de los Diputados-. Tambi¨¦n Pablo Jim¨¦nez D¨ªaz, uno de los comisarios de la muestra, ha hecho por presentarle en la primera sala, en la que deja claros los intereses y la personalidad de Laurent: era un pionero.
Fue un innovador porque adem¨¢s de la visi¨®n est¨¦tica de fot¨®grafo ten¨ªa ideas de empresario. Jim¨¦nez asegura que una base muy importante de la muestra es la obra de Maite D¨ªaz Franc¨¦s, J. Laurent. Un fot¨®grafo entre el negocio y el arte. Abri¨® tienda en Par¨ªs, fue el primero en regentar una en el Museo del Prado y ten¨ªa a fot¨®grafos comisionados a quienes encargaba reportajes. Laurent no era Laurent, hab¨ªa muchos Laurent; de ah¨ª la firma de sus im¨¢genes: Laurent y C¨ªa. ?l seleccionaba, editaba y tambi¨¦n, por supuesto, ejecutaba, pero ten¨ªa ayudantes que segu¨ªan unas pautas est¨¢ndar, trabajaban con los mismos formatos. Algunos de ellos eran Joseph Vasserot, Jules Ainaud y Alfonso Roswag, que era su yerno y su mano derecha, se qued¨® con todo su legado cuando Laurent falleci¨® en 1886. El primero no dur¨® mucho quiso superar al maestro y no lo consigui¨®. Nada que no ocurriera en los talleres de creadores dedicados a otras artes; nunca sabremos qu¨¦ hubiera sido de El Greco o Rubens sin su taller.
No dej¨® de hacer los retratos de estudios t¨ªpicos de la ¨¦poca, con sus sillas, pedestales y telas, el atrezo de moda en ese momento -incluso ten¨ªa una estructura que sujetaba el cuello de los modelos para que no se cansaran por lo poco instant¨¢neo que era el tiempo que se tardaba en sacar una instant¨¢nea-. El que se expone del general Espartero fulminando la c¨¢mara deja una idea clara del genio del retratado. Realiz¨® reportajes fotogr¨¢ficos de los avances de las infraestructuras en Espa?a (v¨ªas, puentes¡ de la construcci¨®n de la red ferroviaria). Ten¨ªa inter¨¦s por fotografiar paisajes, ciudades y monumentos desde un punto de vista parecido al de la actualidad: para documentar y valorar el patrimonio cultural material (catedrales, plazas y obras de arte de los museos) e inmaterial, como son los tipos populares: el grupo de castellonenses con sus trajes t¨ªpicos que llegaron a Madrid con motivo de la boda de Alfonso XII o la cigarrera de Sevilla -que otro de los comisarios de la exposici¨®n, Carlos Teixidor, ha descubierto que ni cigarrera ni de Sevilla, como la titul¨® Laurent. Era una mujer retratada en el Hospital de Santa Cruz (Toledo).
Los avances en la fotograf¨ªa eran muy r¨¢pidos, las t¨¦cnicas cambiaban constantemente. Laurent ya no hizo daguerrotipos, como el que se podr¨ªa considerar su antecesor, Charles Clifford, us¨® la t¨¦cnica del colodi¨®n h¨²medo que necesitaba mucho menos tiempo de exposici¨®n pero que hab¨ªa que revelar en el momento, de ah¨ª que se trasladara con su carro por toda la Pen¨ªnsula, le serv¨ªa de lugar de revelado y para transportar las placas de cristal que serv¨ªan de negativos y de las que el Instituto del Patrimonio Cultural de Espa?a (IPCE) conserva unas 9.000. Si se observa con atenci¨®n y gracias a la nitidez que da la t¨¦cnica del colodi¨®n -¡°solo superada por la fotograf¨ªa digital de primera¡±, asegura Jim¨¦nez- , se puede ver el carro y alguno de sus ayudantes (ataviado con el uniforme de la Casa Laurent del que se muestra un bot¨®n en la primera vitrina).
La salida de ese paseo por la Espa?a de la segunda mitad de siglo XIX, que se podr¨¢ visitar hasta el 3 de marzo, es dif¨ªcil, el audiovisual de la ¨²ltima sala que parece dar vida a las fotograf¨ªas de Laurent es hipn¨®tico y hace que el espectador se quede ensimismado entre im¨¢genes de Santander, Bilbao, Alicante, Madrid o Segovia.
Babelia
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