Tu jard¨ªn sin ti

La met¨¢fora ancestral del vergel femenino, el floricultor y el invernadero como recoleto paisaje interior. Bajo su campana de cristal, en Todas las noches de un d¨ªa se citan Silvia, su propietaria, y Samuel, jardinero suyo por amor. Ella, cual la Do?a Rosita lorquiana y la Adelina de la copla La ni?a de la estaci¨®n, espera infructuosamente la visita de un amante que jam¨¢s volver¨¢. ?l, introspectivo y sumergido en su trabajo, es de la estirpe huidiza del retra¨ªdo protagonista de Desde el jard¨ªn, novela breve de Jerzy Kosinski llevada al cine por Hal Ashby, en Espa?a titulada Bienvenido, mister Chance.

La atm¨®sfera asfixiante que envuelve a Samuel y Silvia es equivalente a la que propicia el desenlace tr¨¢gico de El malentendido, de Camus. El malestar que les aqueja se asemeja al que sufren intensamente los antih¨¦roes de Tennessee Williams. La fascinaci¨®n del empleado por su patrona evoca la que Juli¨¢n siente por Elena en Peppermint frapp¨¦. La casona a?eja que habitan ambos ha sido rodeada por chal¨¦s en a?os recientes, tal cual le sucedi¨® en la realidad al palacio de El Pendolero, elegido por Saura como escenario de dos de sus pel¨ªculas.

En este thriller po¨¦tico de Alberto Conejero todo resulta vagamente familiar: sus personajes, la situaci¨®n que atraviesan, la encrucijada de Samuel, la decisi¨®n de Silvia, bautizada as¨ª en homenaje a Sylvia Plath, autora que puso final triste a sus d¨ªas. El lirismo notorio del texto, mayor que su temperatura dram¨¢tica, carece del motor tr¨¢gico que suele tener lo l¨ªrico en Lorca y del contrapeso sat¨ªrico que tiene en el Giraudoux de La loca de Chaillot. La situaci¨®n que vive el jardinero parece enso?ada e irreal al haber privado el autor de presencia f¨ªsica y de palabra al polic¨ªa que conduce su interrogatorio, personaje coprotagonista que queda fuera de campo, reducido siempre a la condici¨®n de interlocutor invisible.

Carmelo G¨®mez hace una creaci¨®n admirable del joven conocedor del lenguaje secreto de las plantas, llena de vida cada palabra que pronuncia, las pone todas tersas como la goma de un flotador reci¨¦n inflado. Con una simple maceta vac¨ªa recrea un jard¨ªn variopinto, lo detalla y lo proyecta en la retina del espectador. Dota a su personaje de humanidad y fragilidad extremas. Nunca act¨²a superficialmente, sino que lo hace todo de veras, con verdad minuciosa y sin que se advierta esfuerzo alguno en ello. Su interpretaci¨®n precisa, gratificadora, no tiene falla ni altibajos. Solo por verle, la funci¨®n vale ya la pena. Logra que su jardinero sea tal, a pesar del lenguaje elevado que usa.

Ana Torrent culmina un trabajo sobrio aquilatado, fluido tanto cuando le toca exponer hechos y argumentos como cuando le da la r¨¦plica a su antagonista. Quiz¨¢ sea el m¨¢s completo de cuantos ha encarado sobre un escenario.

La mano del director Luis Luque resulta invisible, como corresponde: est¨¢ por entero al servicio de ambos int¨¦rpretes y del texto.

Todas las noches de un d¨ªa.?Alberto Conejero. Direcci¨®n: Luis Luque. Teatro Bellas Artes. Madrid. Hasta el 6 de enero de 2019.