El sinsentido de un final
Bajo el humor, resulta palpable el desencanto del director Jos¨¦ Luis Cuerda ante un mundo en ca¨ªda libre
En la programaci¨®n televisiva de 1983 se manifest¨® algo casi paranormal: una concisa ficci¨®n ambientada en un Londres posapocal¨ªptico que se parec¨ªa bastante a un pueblo soriano. Se titulaba Total, la dirig¨ªa Jos¨¦ Luis Cuerda y en ella hab¨ªa bastante m¨¢s que ingenio al servicio de una comedia exc¨¦ntrica: ah¨ª fundaba el cineasta su propio territorio expresivo, que ser¨ªa prolongado en posteriores t¨ªtulos como Amanece que no es poco (1989), As¨ª en el cielo como en la tierra (1995) y este Tiempo despu¨¦s que se presenta como el cierre de un ciclo. Con Total -y lo que vendr¨ªa-, Cuerda, en un gesto que ten¨ªa m¨¢s de desv¨ªo respetuoso que de combativa herej¨ªa, romp¨ªa con el gran modelo dominante en la comedia espa?ola ¨Cel costumbrismo azconiano/berlanguiano- para proponer un nuevo c¨®digo que fertilizar¨ªa vocaciones futuras. ¡°Lo m¨ªo no es surrealismo, sino pegarle un revolc¨®n a la l¨®gica, fajarse con ella cuerpo a cuerpo y retorcerle el pescuezo hasta que vomite sus ¨²ltimos argumentos¡±, escribir¨ªa Cuerda a?os m¨¢s tarde. A trav¨¦s de la reducci¨®n al absurdo de la tradici¨®n costumbrista, el cineasta abri¨® la puerta a, entre otras muchas cosas, un porvenir de humor chanante en constante exploraci¨®n de nuevos lenguajes.
TIEMPO DESPU?S
Direcci¨®n: Jos¨¦ Luis Cuerda.
Int¨¦rpretes: Roberto ?lamo, Miguel Rell¨¢n, Carlos Areces, Blanca Su¨¢rez.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2018.
Duraci¨®n: 95 minutos.
Adaptando su propia novela dist¨®pica, publicada en 2015 por Pepitas de Calabaza, Cuerda imagina en Tiempo despu¨¦s un futuro reducido a un rascacielos (el Torres Blancas) levantado en medio del desierto de lo real. En el exterior, la lucha de clases sigue gozando de tan buena salud como desde el momento en que alguien supo nombrarla. Los c¨®digos que rigen este microuniverso de guardias civiles, barberos po¨¦ticos, conserjes exasperantes y algunos arquetipos sempiternos se ver¨¢n puntualmente desestabilizados por el gesto revolucionario de un vendedor de limonada. Bajo el humor, resulta palpable el desencanto del cineasta ante un mundo en ca¨ªda libre.
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