El siglo de Z¨²?iga
El secreto del autor de 'Capital de la gloria' es saber contar hasta el ¨²ltimo latido solitario de un ser humano abandonado en las calles, el temblor que respira en el escondite de la noche
Juan Eduardo Z¨²?iga llega a los 100 a?os y lo que su siglo contiene es una de las obras m¨¢s poderosas y secretas de nuestra literatura contempor¨¢nea. Ese contenido podemos cifrarlo entre lo que supuso El coral y las aguas, una novela completamente ajena a los gustos realistas de la narrativa de los sesenta, dada su condici¨®n aleg¨®rica, y las recientes F¨¢bulas ir¨®nicas que culminan una l¨ªnea de ap¨®logos muy actuales e iluminadores, siempre desde la lucidez de quien es due?o de un mundo muy comprometido con el tiempo hist¨®rico que le toca vivir.
Ese tiempo hist¨®rico tiene un centro que irradia en la Espa?a tr¨¢gica, la de la Guerra Civil y la posguerra, y que alcanza una plenitud literaria en la trilog¨ªa a ella dedicada, compuesta por Largo noviembre de Madrid, Capital de la gloria y La tierra ser¨¢ un para¨ªso.
Nadie ha escrito sobre esa guerra como Z¨²?iga, tanto que casi podr¨ªamos hablar de la Guerra de Z¨²?iga, tan interiorizada y supeditada al contenido de las emociones y de los sentimientos que invaden la intimidad de sus personajes, preferentemente femeninos con percepciones tan secretas como misteriosas. Se trata de unas intimidades desvalijadas por el asedio y la rutina b¨¦lica, el desorden y la desgracia que, por ejemplo, en el Madrid sitiado de Capital de la gloria, llevan a algunos inolvidables personajes a la destrucci¨®n moral que alienta la propia destrucci¨®n urbana. Conviene, en este sentido, llamar la atenci¨®n sobre uno de los cuentos m¨¢s emotivos y estremecedores que se hayan escrito en nuestra lengua, ¡®Rosa de Madrid¡¯, y que podr¨ªa servir muy bien para demostrar la ejemplaridad de una escritura, el aliento de un autor cuyo secreto es saber contar hasta el ¨²ltimo latido solitario de un ser humano abandonado en las calles, el temblor que respira en el escondite de la noche.
Desgracia y deseo, soledad y delirio conforman la contradicci¨®n irremediable de unos seres vitalistas golpeados por la adversidad. Hay un hilo conductor, en la l¨ªnea de un tiempo tr¨¢gico, que encamina la destrucci¨®n de esas intimidades expuestas a la violencia hist¨®rica, y es muy frecuente en la narrativa de Z¨²?iga el acicate del deseo, el poder interior de una afirmaci¨®n vital que acaba rompiendo las barreras imprevisibles, aun a riesgo del extrav¨ªo y la demencia.
Casi podr¨ªamos hablar de la Guerra de Z¨²?iga, tan interiorizada y supeditada a las emociones y los sentimientos
Z¨²?iga ya demostraba en El coral y las aguas su identidad de escritor distinto, y probablemente esa identidad orientaba una determinaci¨®n personal de escritor discreto y secreto, alguien ajeno a cualquier veleidad particular y que pod¨ªa llegar a ser como mucho una suerte de ¡°escritor de culto¡±, opci¨®n no muy adecuada y bastante injusta para el necesario reconocimiento de una obra tan extraordinaria.
Aquel lejano hallazgo de un escritor distinto cuyo estilo obten¨ªa la constancia de una libertad expresiva sin complejos, contagiada por el sesgo po¨¦tico del simbolismo y el gusto por los patrimonios populares de lo m¨ªtico y lo legendario, tambi¨¦n le emparentaba con la gran literatura rusa, una de sus declaradas admiraciones. En su libro Desde los bosques nevados rinde homenaje y recuenta los d¨¦bitos con los grandes autores de una tierra donde son tan patentes las contradicciones entre el bien y la bondad, lo que el alma rusa refleja en la solidaridad y el sufrimiento.
Lo real tiene en Z¨²?iga el matiz de la memoria y, por supuesto, de la imaginaci¨®n, y la aureola con que una escritura se apropia de la densidad que desarrolla la naturalidad del relato, nunca convencional, con la revelaci¨®n metaf¨®rica que lo transciende para enriquecerlo en su sentido y en sus significaciones. Es un uso de la escritura como herramienta de estilizaci¨®n y mirada que, en su extremo, logra decantar el s¨ªmbolo, el valor y la ambig¨¹edad de la met¨¢fora, lo que en la percepci¨®n de los elementos de la realidad se ajusta a la esencialidad de los mismos, de modo que las propias atm¨®sferas destilen un punto misterioso en las im¨¢genes y las palabras.
El siglo de Z¨²?iga tiene en su vida y en su obra muchos desvelos y experiencias, no en vano es un siglo de un pa¨ªs tan contradictorio, tan amado y echado a perder como lo es su ciudad, de la que pocos como ¨¦l supieron contar una conflagraci¨®n y un asedio, la paralela vida de quienes la habitan en una eternidad literaria.
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