Paco Ure?a, una figura del toreo, un h¨¦roe, un referente de la grandeza
El torero murciano vuelve en la feria de Fallas tras perder el ojo izquierdo en Albacete
Aunque no sea m¨¢s que por tener la oportunidad de respetar y admirar a personajes como el torero Paco Ure?a merece la pena ser aficionado a los toros.
Y si no se es, porque no todo el mundo tiene por qu¨¦ disfrutar con el arte del toreo, al menos se debe reconocer la grandeza humana de los aut¨¦nticos h¨¦roes de carne y hueso. Pero no porque demuestren la valent¨ªa suficiente para estar delante de un toro, -que tambi¨¦n-, sino por erigirse en referentes de una ilimitada capacidad de esfuerzo y sacrificio, por su compromiso sobrehumano contra la fatalidad, y por su decisi¨®n extraordinaria para superar las numerosas dificultades, algunas insalvables, que plantea la profesi¨®n de torero. En suma, por jugarse la vida contra su propio destino.
En casos as¨ª, ser torero, incluso, ser¨ªa lo de menos.
Escuchas a Paco Ure?a, indagas someramente en su trayectoria, lo miras a la cara, y hay que ser muy insensible para no reconocer que est¨¢s delante de un superhombre, un luchador incansable, un rebelde con causa, un inconformista puro.
Toreros como Ure?a se juegan la vida contra su propio destino
Es un torero, pero podr¨ªa haber elegido cualquier otra actividad. Por encima de su valor, de su vocaci¨®n y sus ansias de triunfo, lo que prevalece es un ser humano de una categor¨ªa excepcional.
Personajes as¨ª no abundan; y mucho menos en esta sociedad moderna en la que los h¨¦roes suelen ser hijos de la imaginaci¨®n de un creativo y habitan en el mundo del c¨®mic, la publicidad, el videojuego, el cine o la serie televisiva. No parece propicia la vida actual para afrontar con gallard¨ªa un problema y darle la vuelta a la realidad para que las aguas de la mala fortuna no aneguen la meta so?ada de una vida. En esta corriente del disfrute moment¨¢neo, del instante de bienestar, y de la huida a toda prisa de cualquier circunstancia que entorpezca la consecuci¨®n de una ef¨ªmera felicidad, queda poco espacio para los h¨¦roes de verdad. Suelen ser elementos discordantes y representan, en todo caso, im¨¢genes del pasado, en blanco y negro, rancias y pasadas de moda.
En estas est¨¢bamos, en una existencia casi siempre anodina e insulsa, en un oc¨¦ano de prisas con cinco cent¨ªmetros de profundidad para la reflexi¨®n y el an¨¢lisis, y sin ganas apenas para acometer empresas m¨¢s all¨¢ de las que nos obliga la rutina diaria, cuando te tocas de frente con Paco Ure?a, un tipo singular, nacido en 1982 en La Escucha, una pedan¨ªa de localidad murciana de Lorca, en el seno de una familia de huertanos, sin relaci¨®n alguna con la tauromaquia, y lo primero que te suelta es que el toro es su vida y su obsesi¨®n.
Decidido a ser torero, alquil¨® una casa en la localidad sevillana de Benacaz¨®n, que pagaba con las br¨®coles que su padre le permit¨ªa plantar junto a las coliflores, pepinos, tomates y sand¨ªas del huerto familiar, y desde el Aljarafe mantuvo una estrecha vinculaci¨®n con el toro. As¨ª, curti¨¦ndose en soledad, pas¨® varios a?os.
Despu¨¦s, llegar¨ªa la recompensa al esfuerzo y su nombre qued¨® pronto anotado en el coraz¨®n de los buenos aficionados, que vieron en el torero una capacidad fuera de lo com¨²n, una actitud heroica, un ejemplo de entrega y pundonor y una concepci¨®n cl¨¢sica del toreo.
A principios del mes de septiembre pasado, se cit¨® con este peri¨®dico en la explanada de la plaza de Las Ventas.
-¡°?Sabe lo que le digo? Que la miro y siento escalofr¨ªo¡¡±
Record¨® entonces el sentimiento que de ni?o le embargaba cuando acud¨ªa de la mano de su padre a ver toros en Madrid: ¡°?Ser¨¦ yo capaz de torear alguna vez aqu¨ª?¡±
El ser humano se presenta como un hombre apasionado que transmite honradez y naturalidad. Habla con el coraz¨®n y se muestra seguro en sus principios. Las facciones de su cara reflejan un rictus de tristeza que no es m¨¢s que la secuela de la dureza del camino que le ha tocado vivir; pero prevalece en su mirada el semblante de las buenas personas, y desborda el orgullo de quienes se lo han ganado todo con su propio pulso.
Un luchador incansable, un rebelde con causa, un inconformista
La conversaci¨®n contin¨²a en uno de los t¨²neles de acceso al redondel, y al torero no le ilusiona la idea de pisar la arena vente?a. ¡°Es que nunca he entrado en el ruedo de paisano, y ahora mismo siento una emoci¨®n muy extra?a; me veo tan raro¡¡±
Fue la ¨²ltima vez que ha estado m¨¢s all¨¢ de las tablas del callej¨®n de Las Ventas.
La tarde del 14 de septiembre, un ilusionado Ure?a esperaba en el ruedo de la plaza de Albacete la salida del cuarto toro, dispuesto a alcanzar el triunfo que se le hab¨ªa negado en el primero. Lo recibi¨® a la ver¨®nica, y, en un momento inesperado, el animal tir¨® un derrote y clav¨® su pit¨®n derecho en el ojo izquierdo del torero.
El golpe debi¨® ser tan brutal y el dolor tan insoportable que Ure?a solt¨® el capote y salt¨® al callej¨®n en una alocada carrera tan corta como dram¨¢tica. Los m¨¦dicos, convencidos en su primera impresi¨®n de que el accidente era grav¨ªsimo, trataron de que acudiera a la enfermer¨ªa, pero el torero, movido por la rabia, la verg¨¹enza, la inconsciencia y la sinraz¨®n de aquel extra?o momento, dijo que no, y que volv¨ªa a la cara del toro. As¨ª, con un pitonazo en la cara y el globo ocular hecho a?icos, sigui¨® toreando.
Una temeridad, sin duda, irracional a todas luces, que solo se explica por el misterio insondable que envuelve la personalidad de los toreros. Pero la suerte estaba echada. Horas despu¨¦s, un equipo de oftalmolog¨ªa de la capital manchega confirmaba entre l¨ªneas el primer diagn¨®stico del cirujano de la plaza: ser¨ªa muy dif¨ªcil que el torero recuperara la visi¨®n del ojo empitonado.
Y as¨ª ha sido. Tras varias intervenciones en un centro especializado, el drama ha prevalecido sobre el sue?o: el ojo se lo llev¨® aquel toro en su pit¨®n derecho.
Durante tres meses, Ure?a ha estado perdido entre potentes luces blancas que trataban de encontrar un imposible hilo de esperanza al final del negro agujero de un t¨²nel interminable; ha buscado una salida entre los fantasmas que, seguro, bull¨ªan en una cabeza aturdida por el tremendo golpe de mala suerte que amenazaba seriamente la realizaci¨®n de un sue?o perseguido toda una vida.
Pero, por fortuna, ni el hombre ni el torero est¨¢n acabados, y el pasado 21 de diciembre Paco Ure?a se present¨® ante la opini¨®n p¨²blica para comunicar que volver¨¢ a los ruedos en la feria de Fallas. Ya entonces se sab¨ªa que el torero hab¨ªa pospuesto una intervenci¨®n quir¨²rgica para mejorar la est¨¦tica del ojo y acelerar as¨ª su puesta a punto.
Esa es la condici¨®n humana de los toreros; especialmente, de este inmenso torero. ?Qu¨¦ entereza¡!
De este modo, a causa de esa desgraciada pirueta del destino, Paco Ure?a se ha convertido en uno de los toreros protagonistas de la nueva temporada. Nadie sabe lo que le espera vestido de luces, pero un ser humano de su condici¨®n y un torero de su clase merecen lo mejor.
Ya ha demostrado su inmenso poder¨ªo, su madurez art¨ªstica, su clasicismo indiscutible y su valor tan desmedido como inteligente. El aficionado lo espera con inter¨¦s y una generosidad no exenta de exigencia. As¨ª es el mundo del toro.
Solo le resta, pues, la gota de suerte que le neg¨® aquel cuarto toro de la feria de Albacete.
Mientras tanto, mientras llega la feria de Fallas, quede aqu¨ª el m¨¢s sentido homenaje a la grandeza de un hombre y un torero llamado Paco Ure?a.
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