¡°El pensamiento m¨¢gico est¨¢ avanzando demasiado¡±
El escritor argentino logra el galard¨®n literario en su 75? edici¨®n con 'Los cr¨ªmenes de Alicia'
Para el escritor argentino Guillermo Mart¨ªnez, la realidad ¡°tiene un punto ambiguo¡±, hasta siniestro. ¡°La conjetura siempre ocupa un lugar de lo real; eso es una constante en mi obra, que suele tener dos versiones o puntos de vista: ?hasta d¨®nde es verdadero lo conocido?¡±, se pregunta el autor del long seller Los cr¨ªmenes de Oxford. Siendo matem¨¢tico de profesi¨®n, la duda tiene su qu¨¦. Tarde o temprano estaba llamado a cruzarse con otro colega literario, Lewis Carroll, y su Alicia en el pa¨ªs de las maravillas que, obviamente, ¡°tiene sus puntos oscuros, como el Sombrerero Loco, y una genial iron¨ªa de los personajes, la torcedura del lenguaje, las deformaciones y la burla a los lugares comunes de la educaci¨®n...¡±. Total, que tambi¨¦n pod¨ªa ser un escenario en el que el celebrado profesor de l¨®gica Arthur Seldom y el estudiante de matem¨¢ticas G, protagonistas del libro que llev¨® a la pantalla ?lex de la Iglesia, investigar¨¢n ahora sobre unos asesinatos que acaban con quienes trabajan sobre unos manuscritos personales de Carroll. Es la base de Los cr¨ªmenes de Alicia, con la que el domingo gan¨® los 18.000 euros de dotaci¨®n del 75? Premio Nadal, convocado por Destino, que lo editar¨¢ el 5 de febrero.
¡°Solo un sobrino de Carroll pudo leer sus diarios completos tras perderse cuatro cuadernos que nunca m¨¢s han sido recuperados; unas sobrinas-nietas fueron arrancando las p¨¢ginas comprometidas, pero iban anotando los secretos que eliminaban, y esos papeles dan pie a la trama de ficci¨®n¡±, expone Mart¨ªnez (Bah¨ªa Blanca, 1962), que ha creado en la novela una hermandad, a la que pertenece Seldom, inspirada en la Real Sociedad Lewis Carroll.
Que el autor de La muerte lenta de Luciana B. o Una felicidad repulsiva vuelva a abordar los l¨ªmites del conocimiento es m¨¢s chocante en estos tiempos en que solo se quieren certezas y todo parece f¨¢cilmente demostrable y un¨ªvoco. ¡°Siempre hay cierta limitaci¨®n al saber y, ante ello, la tentaci¨®n es abandonar la ciencia; pero esta debe buscar caminos alternativos: de la imposibilidad de resolver ecuaciones de quinto grado en los polinomios surgieron los n¨²meros imaginarios... De lo imposible, a veces, surgen nuevos paradigmas¡±. Detecta Mart¨ªnez, sin embargo, que hoy ¡°est¨¢ avanzando mucho, demasiado, el pensamiento m¨¢gico: la astrolog¨ªa, los medicamentos alternativos o ese rechazo absurdo a las vacunas que se est¨¢ dando en la clase media de todas partes; buscamos certezas y verdades absolutas y las redes sociales siempre te dan un posible argumento para ello¡±. Son ellas, en su opini¨®n, las que explican estas actitudes acient¨ªficas, al generar ¡°el superdesarrollo del yo individual: cada grupo halla su reafirmaci¨®n porque se junta con los que piensan igual; hoy, en la Red, un can¨ªbal encuentra siempre a quien quiere ser comido¡±, expone gr¨¢ficamente.
Sorprende que para vehicular estas reflexiones, Mart¨ªnez use el thriller policiaco y al estilo ingl¨¦s. ¡°Ese g¨¦nero tiene cierta vinculaci¨®n con la filosof¨ªa, me permite poner en contacto la intriga y el argumento con tesis de las que puedo hablar amablemente sin llegar a hacer una novela de ideas; toda obra policiaca permite una reflexi¨®n sobre el conocimiento¡±.
Tercera entrega
El fant¨¢stico borgiano, la obra de Leo Perutz (tambi¨¦n matem¨¢tico) y los mundos de Witold Gombrowicz (¡°Cosmos, sobre todo¡±), Henry James y Umberto Eco son referentes de fondo y forma recurrentes en Mart¨ªnez, que asume el influjo de la matem¨¢tica en las estructuras de su libro y en ese ir acumulando capas de lectura. En Los cr¨ªmenes de Alicia, admite, asoma hasta un antrop¨®logo ingl¨¦s, Willard van Orman Quine: ¡°Visit¨® una isla con unos abor¨ªgenes que no hab¨ªan tenido contacto con extranjeros; cuando vio el primero, se cruz¨® un conejo y el aborigen grit¨®: ¡®?Gavagai!¡¯¡ Bueno, ?qu¨¦ significaba: conejo, raudo, un tipo de caza, un nombre, una invocaci¨®n religiosa¡? Era un problema irresoluble¡¡±.
Seldom y G solo protagonizar¨¢n, dice, un libro m¨¢s. Y ser¨¢, bromea, ¡°en un futur¨ªsimo¡±. ¡°Ocurre que las felicidades de mi adolescencia van ligadas a lectura de libros as¨ª, y escribirlos, con su elemento de juego, me gusta¡±. Como le gustaba participar en los concursos literarios que hac¨ªa con sus tres hermanos, organizados por un padre que no compr¨® un televisor para que sus hijos pasaran m¨¢s tiempo leyendo. ¡°Era comunista, muy ir¨®nico, con la cultura como valor supremo, que lo analizaba todo bajo una cr¨ªtica despiadada. Nos inculc¨® desconfiar de ciertos valores y lo aparente¡¡±. Ah¨ª naci¨® todo.
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