¡°Todo est¨¢ en los peri¨®dicos, aunque esto resulte incre¨ªble¡±
Justo Navarro basa su ¨²ltima novela, ¡®Petit Paris¡¯, en noticias publicadas en diarios de la capital francesa y de Granada sobre la Segunda Guerrra Mundial
Justo Navarro, granadino de 1953, autor de La casa del padre o Gran Granada, traductor de Dashiell Hammett o Francis Scott Fitzgerald, publica ahora Petit Paris (Anagrama), una obra de alta precisi¨®n literaria del estilo de las novelas negras que practicaron algunos de sus maestros, como el citado Hammett, a cuya relectura acudi¨® para acentuar, en su propio estilo, esa precisi¨®n a la que se debe la calidad de su novela.
Es un libro en el que confluyen, en la guerra mundial, la picard¨ªa fascista espa?ola y el cinismo nazi. Coexisten en el Par¨ªs de Hitler y en la Granada que celebra la victoria. Est¨¢ llena de seres despiadados, cuya maldad contrasta absolutamente con el autor, una persona cuya timidez es leyenda entre sus colegas y entre los usuarios de los autobuses que lo llevan por Andaluc¨ªa, su tierra. Con esa timidez llega al hotel donde hablamos este ¨²ltimo jueves, en M¨¢laga.
Pregunta. Mucha maldad en la guerra.
Respuesta. Dec¨ªa Bergsson, en un libro de 1932, que lo que est¨¢ prohibido, como el asesinato, la mentira o la traici¨®n, en la guerra no solo est¨¢ permitido sino que es meritorio. Lo peor de las personas se conoce cuando se irritan tanto que se enredan en una guerra.
P. Y la codicia. Aqu¨ª el leitmotiv es el oro robado.
R. S¨ª, es la relaci¨®n de la guerra y el negocio, porque la trama policial civil se dedica a vender papeles a los que quieren huir de la guerra. Jud¨ªos, republicanos espa?oles. Y la propia gente que les vend¨ªa los papeles les compraba sus bienes a precio muy barato al tiempo que los denunciaba a la polic¨ªa. Est¨¢ documentado que estaban en relaci¨®n con parte de los servicios consulares y policiales espa?oles en Par¨ªs.
P. Un cr¨ªtico dijo de usted que sus novelas eran negras, pero eran de Justo Navarro.
R. Me tomo la novela negra como una especie de lente a trav¨¦s de la que puedo observar la realidad. Me aporta distancia o extra?amiento. M¨¢s que la novela negra me influyen los ambientes del cine negro de los a?os cuarenta y cincuenta. As¨ª me acerco a las cosas, pero ya extra?ado, y las convierto en algo en principio artificial. Los moldes de la novela transforman mi lenguaje y tambi¨¦n mi visi¨®n del mundo.
P. Traductor de Fitzgerald, por ejemplo. ?Qu¨¦ se refleja aqu¨ª de su cultura literaria, cinematogr¨¢fica o musical?
R. No podr¨ªa se?alar influencias directas, pero cuando la estaba escribiendo rele¨ª La llave de cristal, de Hammett, y que creo que eso le ha a?adido contundencia a la novela. Siempre que he traducido a Fitzgerald me han interesado los juegos de luces, la capacidad de darle sensorialidad al idioma, la contraposici¨®n entre claro y oscuro. Pero de todos los autores que he traducido el que m¨¢s me ha influido es Virginia Woolf, parte de cuyos diarios traduje¡
P. Es un estilo muy esencial, eficaz¡
R. Un autor se tiene que proponer ser preciso. Ha de dejar claro lo que muestra. No quiero perderme en sentimentalismos, quiero ser concreto, como una c¨¢mara de cine que trata con la realidad viva. Yo quisiera ser as¨ª.
P. Describe el clima de la guerra. La muerte, la convivencia entre periodismo y polic¨ªa, que ¡°no eran ajenos entre s¨ª¡.¡± Bueno, como ahora, que no hay guerra.
R. Me gusta irme al pasado, por ejemplo a 1943, cuando transcurre esta novela, porque me permite ver mejor el presente. Igual que el g¨¦nero negro me permite ver mejor las cosas, irme al 43 me ayuda a ver mejor nuestra realidad. Esta novela le debe mucho a peri¨®dicos granadinos y franceses de la ¨¦poca. Leyendo esos peri¨®dicos me di cuenta de que las noticias de guerra que publicaban Patria o El Ideal eran exactamente las que las publicaban los peri¨®dicos de Par¨ªs. Unas las daba el cuartel del F¨¹hrer, otras el de las fuerzas italianas. Eran los informadores internacionales del momento tanto en Granada como en Par¨ªs. Viendo eso me acord¨¦ de que, durante la guerra de Irak, periodistas norteamericanos hicieron autocr¨ªtica porque se hab¨ªan ce?ido a las informaciones que recib¨ªan de los mandos de los invasores. Y cuando investigu¨¦ las pr¨¢cticas de la Gestapo me di cuenta de que esos interrogatorios reforzados que se hacen ahora a terroristas peligrosos ya se hac¨ªan en la ¨¦poca¡
P. Quiz¨¢ las guerras son ensayos generales para que la gente aprenda a ser peor.
R. Les da ocasi¨®n de demostrarlo. Es capaz de las mayores bajezas. La guerra sirve tambi¨¦n para ensayar cirug¨ªas. Un oftalm¨®logo me cont¨® que se invent¨® en esa guerra la operaci¨®n de cataratas, sustituyendo el cristalino por una lente interna.
P. Y tambi¨¦n est¨¢ aqu¨ª el retrato de esa Espa?a subsidiaria que le paga a Hitler y a Mussolini los favores prestados, entre otros sitios aqu¨ª, en M¨¢laga.
R. M¨¢laga la tomaron los italianos; la bravata la lanzaba Queipo desde Sevilla asustando a la gente por la radio, pero los que entraron fueron las tropas de Mussolini¡
P. ?Qu¨¦ sensaci¨®n le produce ahora esa sucesi¨®n, Queipo, italianos, guerra mundial?
R. Que al final los franquistas perdieron la guerra en 1945, cuando los republicanos espa?oles entraron en Par¨ªs con las tropas aliadas. Quise decirle a alguien que afirmaba que no nos d¨¢bamos cuenta de que la guerra la ganaron ellos: ¡°La guerra la ganamos nosotros, los dem¨®cratas, sois vosotros los que no os dais cuenta¡±. Pero me call¨¦ por respeto en ese momento. Es lo que creo: ah¨ª, en 1945, perdi¨® la guerra Franco.
P. ?De d¨®nde le viene esta historia de Petit Paris?
R. De leer los peri¨®dicos. Todo est¨¢ en los peri¨®dicos, ?es incre¨ªble!
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