La gente
El anhelo leg¨ªtimo y abarrotado de l¨®gica de los pol¨ªticos se concreta en algo tan poco espiritual como el dinero
Sonaba a polonio sin compasi¨®n las palabras que ese hombre de principios e ideas infalibles llamado Echenique le dedic¨® al ap¨®stata Errej¨®n cuando este decidi¨® ir por libre o con nuevos amigos en su presuntamente traidora movida. Era venenoso lo de ¡°de algo tiene que vivir¡± cuando le aconsej¨® que dejara su esca?o de diputado. Pero si mi literaria imaginaci¨®n deja de relacionar con Shakespeare esas cositas de la vida real que ocurren en los territorios del poder, o sea, codicia, envidias, celos, deslealtades, cuchilladas, divorcios y otras rupturas tan humanas, llego a la conclusi¨®n de que Echenique ha puesto un dedo en la llaga recordando lo que m¨¢s interesa a los pol¨ªticos y a los seres humanos normales.
Ese anhelo leg¨ªtimo y abarrotado de l¨®gica se concreta en algo tan poco espiritual como el dinero. Para vivir, los afortunados de siempre, o para sobrevivir, los desgraciados de cualquier ¨¦poca. O sea, la mayor preocupaci¨®n es el sueldo y el bienestar de los tuyos. Y si no tienes a nadie, que los hay, y no posees ganas o coraje para suicidarte, disponer al menos de techo y comida.
Por ello, resulta obsceno que cada vez que interrogan a los pol¨ªticos sobre su trabajo (o sin que les pregunte nadie), contesten machaconamente que est¨¢n en esta historia para mejorar la vida de la gente, velar por los d¨¦biles, construir un pa¨ªs m¨¢s justo y solidario, la felicidad de ofrecer servicio p¨²blico. Qu¨¦ risa. Jam¨¢s mencionan su n¨®mina, sus privilegios, el poder, el empleo a perpetuidad si no te lo montas fatal. No deber¨ªan abusar tanto con esa abstracci¨®n denominada gente. De acuerdo, Francisco de Asis se dedic¨® a ella. Y me emociona la conversaci¨®n final entre el acorralado Tom Joad y su errante madre en Las uvas de la ira, lo de, ¡°nunca podr¨¢n con nosotros porque somos la gente¡±. ?Ay, el cine! En la vida, los fuertes siempre han podido con ellos. Normal.
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