En la zona cero del terror franquista
Los directores de ¡®El silencio de otros¡¯, documental sobre memoria hist¨®rica candidato a los Goya, visitan el Valle de los Ca¨ªdos junto a dos v¨ªctimas de la dictadura
El jueves, Madrid se levant¨® ventoso. Y m¨¢s en la sierra. Y m¨¢s en la explanada de acceso a la bas¨ªlica del Valle de los Ca¨ªdos, all¨ª donde reposan los restos de 34.000 personas. Entre r¨¢faga y r¨¢faga, en los instantes de silencio, se escuchaban graznidos de cuervos. El fr¨ªo, agudizado por la atm¨®sfera t¨¦trica de la arquitectura franquista, congela los huesos. ¡°Es que el sitio se las trae¡±, dice con media sonrisa la cineasta Almudena Carracedo. Ella y Robert Bahar son los responsables de El silencio de otros, documental candidato al Goya, que entr¨® en la ¨²ltima prenominaci¨®n de los Oscar y que desde su estreno hace un a?o en la Berlinale (donde gan¨® el premio del p¨²blico al mejor documental de la secci¨®n Panorama) ha levantado ampollas y abierto el debate sobre el trato que da Espa?a a las v¨ªctimas de los cr¨ªmenes de la dictadura franquista.
Bahar y Carracedo, que han dedicado seis a?os al rodaje y un s¨¦ptimo al montaje del filme, han subido al Valle de los Ca¨ªdos acompa?ados de Jos¨¦ Mar¨ªa Galante, Chato, quien siendo estudiante fue torturado durante dos semanas en la Puerta del Sol por Antonio Gonz¨¢lez Pacheco, polic¨ªa m¨¢s conocido como Billy el Ni?o, y de Mar¨ªa ?ngeles Mart¨ªn, nieta de Faustina L¨®pez Gonz¨¢lez, asesinada el 21 de septiembre de 1936 en Pedro Bernardo (?vila), y cuyo cuerpo sigue en una fosa com¨²n bajo una carretera. La madre de Mar¨ªa ?ngeles, Mar¨ªa Mart¨ªn, muri¨® en 2014 sin poder enterrar a su progenitora en un cementerio, y la imagen de esa anciana doliente, que se apoya en un quitamiedos a meditar mientras susurra ¡ª¡°Qu¨¦ injustos somos los seres humanos¡±¡ª, resume El silencio de otros.
Bajo la megalomaniaca cruz, Carracedo espera que con el Valle se haga un monumento-museo de la memoria: ¡°Que se explique lo que ha pasado¡±. Y Mart¨ªn apunta: ¡°Pero que se cuente la verdad, que se reescriba la historia¡±. Galante explica: ¡°Hagamos un concurso internacional, resignifiquemos el lugar y recordemos a la gente que muri¨® levantando esto¡±. El cuarteto espera que se saquen todos los cuerpos all¨ª enterrados y que se entreguen a sus familias. ¡°Los que no sean reclamados¡±, dice Galante, ¡°podr¨ªan ser sepultados en un cementerio donde se les honre, como los que hay en Europa con v¨ªctimas de las guerras mundiales¡±.
?Han fallado Espa?a, los espa?oles, a las v¨ªctimas de la dictadura franquista? ¡°Desde luego¡±, opina Mart¨ªn. ¡°Arranc¨® con un pacto en el que se nos pidi¨® perdonar porque s¨ª y olvidar porque s¨ª. Y as¨ª los delincuentes nunca pidieron perd¨®n. Para que esta barbarie de torturados, fusilados y represaliados en cuatro d¨¦cadas de dictadura nunca m¨¢s se vuelva a repetir hay un parte de nuestra sociedad que debe encarar sus errores. Siento que ellos no se quieren reconciliar¡±. Carracedo mira a la puerta de la bas¨ªlica: ¡°Espa?a tiene una deuda pendiente con mucha gente, que fueron los art¨ªfices reales de la democracia, y que dejaron sus d¨ªas, su vida, en pos de la democracia que ahora disfrutamos. Uno de los protagonistas del documental me dijo: ¡®Mientras gast¨¢bamos nuestra juventud luchando por la libertad nunca pensamos en que se nos reconociera el esfuerzo, pero jam¨¢s hubi¨¦ramos imaginado que nos iban a ignorar de esta manera¡¯. A m¨ª esto me apena mucho¡±. Galante cree que el pacto de silencio se impuso a la sociedad desde las instituciones y que, por tanto, ¡°la responsabilidad es de esas instituciones que negaron los principios de verdad, justicia y reparaci¨®n sobre los que basar la convivencia democr¨¢tica. Se mantiene la impunidad de los cr¨ªmenes de la humanidad. Sin embargo, creo que no se deja pronunciar a la sociedad, que seguro acabar¨ªa con esa impunidad del franquismo. Estamos en 2019, y esto ya no se sostiene¡±. Mart¨ªn comenta ir¨®nica: ¡°Qu¨¦ incongruencia, ?verdad? De aqu¨ª a este se?or no lo quieren sacar y nosotros no podemos sacar a nuestras familias¡±.
Bahar, estadounidense de Filadelfia, cuenta que este a?o en que ha acompa?ado a El silencio de otros por medio mundo ha encontrado un elemento com¨²n: ¡°El p¨²blico se sorprende que tan entrado el siglo XXI no dejen a los familiares desenterrar los restos de sus seres queridos, que haya torturadores andando por la calle o que no se puedan investigar los casos de los beb¨¦s robados. A los extranjeros les indigna que ocurra tras cuatro d¨¦cadas de democracia. Se est¨¢ acabando el tiempo¡±.
Galante, en sus denuncias contra Billy el Ni?o, es optimista: ¡°Se han ido abriendo resquicios judiciales, hay admitidas dos querellas y los tribunales europeos est¨¢n por encima de los espa?oles, que se ver¨¢n obligados a aceptar sus sentencias. Ya hay movimientos de gente¡±. Mart¨ªn no lo tiene tan claro: ¡°Porque hay familiares que no quieren que su apellido se manche con pecados del pasado de sus ancestros. Y a¨²n mandan mucho. Lo veo muy dif¨ªcil. Me da algo de esperanza la recepci¨®n de este documental. Y, desde luego, no me gustar¨ªa dejar esta herencia a mis hijos. No quiero hablar por m¨ª, porque aqu¨ª luchamos todos por todos¡±.
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