Alta fe, baja piedad
El castigado antih¨¦roe descubre que para levantar a un Redentor imponente quiz¨¢ no haga falta m¨¢s que un pu?ado de corazones mezquinos
Aunque no existe una unidad de medida para determinar cu¨¢nta fe (religiosa) tiene una comunidad, las fuerzas vivas de la ciudad polaca de ?wiebodzin debieron de pensar que erigir el monumento m¨¢s grande del mundo en honor de Cristo Rey pod¨ªa aportar una buena imagen simb¨®lica del devoto talante de sus habitantes. Antes de su inauguraci¨®n en noviembre de 2010 fue necesario rematar la estatua de ese Mes¨ªas de 33 metros de altura con una inmensa corona capaz de ganarle unos metros de altura a ese Cristo de la Concordia de Cochabamba que las miradas de los polacos, centradas en la imponencia del Cristo de Corcovado, hab¨ªan pasado por alto. En Mug, Malgorzata Szumowska parte de la construcci¨®n del pol¨¦mico monumento para proponer otra manera de poner a prueba la madera piadosa de sus compatriotas: Jacek, el protagonista de este cuento cruel, apasionado del heavy metal y vitalista perro verde en su desolador entorno de vidas claudicantes, sufre un accidente que desfigura su rostro durante el laborioso proceso de construcci¨®n de la estatua de Cristo Rey. Tras someterse a la primera operaci¨®n quir¨²rgica de trasplante de cara realizada en Polonia, el castigado antih¨¦roe descubrir¨¢ algo que quiz¨¢ no sea m¨¢s que una obviedad: que para levantar a un Redentor imponente quiz¨¢ no haga falta m¨¢s que la suma de un buen pu?ado de corazones mezquinos.
MUG
Direcci¨®n: Malgorzata Szumowska.
Int¨¦rpretes: Mateusz Kosciukiewicz, Agnieszka Podsiadlik, Malgorzata Gorol, Roman Gancarczyk.
G¨¦nero: drama. Polonia, 2018.
Duraci¨®n: 91 minutos.
Lo intangible y lo tristemente carnal mantienen aqu¨ª un pulso tan encarnizado como en el anterior trabajo de la directora: Cuerpo (2015), amarga comedia donde un fiscal nihilista, su hija anor¨¦xica y una terapeuta-m¨¦dium castigaban sus cuerpos o sus almas en sus respectivos intentos de aliviar el dolor de la p¨¦rdida. Mug lanza sus dardos en direcciones bastante m¨¢s lineales y obvias, pero Szumowska sigue depurando su mirada incisiva con eficaces soluciones de estilo: la pel¨ªcula parece sostener la teor¨ªa de que basta dejar la c¨¢mara fija frente a una escena cotidiana para que la domesticidad y el afecto estallen en hiperb¨®lico conflicto; y el modo en que postergados contraplanos otorgan nuevos y sorprendentes sentidos a los planos que los preceden electriza peri¨®dicamente la pantalla.
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