Me la s¨¦, pero funciona
'Green Book' es deudora del cine de Capra y tambi¨¦n de imitadores mediocres que juegan con una f¨®rmula segura, casi siempre infalible
Tengo la sensaci¨®n, o mejor expresado, la certeza, durante todo el metraje de Green Book de saber lo que va a ocurrir en cada secuencia y de prever c¨®mo y d¨®nde va a estallar la human¨ªstica verbena de fuegos artificiales y sentimentales que van a adornar el final. Y eso no me ha ocurrido nunca con el cine que admiro, amo, me sorprende, me revuelve, me deja huella en la retina. Que todo sea tan previsible me hace sospechar que el autor solo busca en su historia y en la forma de narrarla el amor incondicional de cierto y muy extendido tipo de espectador, lo que conocemos por gran p¨²blico. Se ajustan a claves repetidas mil veces y siempre con ¨¦xito. Pero mi intenci¨®n jam¨¢s es peyorativa cuando me refiero al gran p¨²blico. Este, entre el que me incluyo, es la principal meta a la que aspiraron a complacer (o al menos, a que pasaran por taquilla) los directores m¨¢s geniales que ha dado el cine para mi plebeyo gusto, gente como Buster Keaton, Charles Chaplin (que a veces me enerva por su abuso del sentimentalismo), Alfred Hitchcock, John Ford, Ernst Lubitsch, Howard Hawks, Billy Wilder, gente as¨ª.
GREEN BOOK
Direcci¨®n: Peter Farrelly.
Int¨¦rpretes: Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Linda Cardellini.
G¨¦nero: biopic. EE UU, 2018.
Duraci¨®n: 130 minutos.
Un tal Frank Capra pose¨ªa toda la sabidur¨ªa respecto a las apetencias del espectador medio que pasa por taquilla. Green Book es deudora del cine de Capra y tambi¨¦n de imitadores mediocres que juegan con una f¨®rmula segura, casi siempre infalible. Capra se habr¨ªa sentido orgulloso al constatar su herencia en esta pel¨ªcula. Habr¨ªa firmado ese desenlace feliz, con todos unidos, comprensivos, plet¨®ricos, antirracistas y entra?ables en la sagrada noche de Navidad.
La dirige Peter Farrelly, autor de aquella comedia tan bufa que les encantaba a los modernos titulada Algo pasa con Mary, en la que la maravillosa Cameron Diaz ten¨ªa un problema de semen en su precioso cabello. Aqu¨ª Farrelly narra el conocimiento y la colaboraci¨®n a lo largo de dos meses entre un genuino y muy castizo italiano habitante de Brooklyn, un buscavidas honesto, y un virtuoso y elegante pianista negro, al que no aceptan ni los de su raza ni los otros, alcoh¨®lico, homosexual y profundamente solo, que da mucho juego a las fiestas privadas o semip¨²blicas de los acad¨¦micos y de los ricos, incluidos los educadamente racistas del sur. Es el a?o 1962. Estaban ocurriendo muchas cosas trascendentes. Los Kennedy se hab¨ªan tomado en serio lo de los derechos civiles, pero los negros segu¨ªan recibiendo hostiones en las detenciones, eran asesinados sin necesidad de justificaci¨®n por matones siempre amparados por la tibia ley, por las costumbres ancestrales, por el permanente e intolerable estado de las cosas.
Es una pel¨ªcula que consigue sus objetivos: un calculado y seguro ¨¦xito comercial, y un sentimiento con el que la gente se encontrar¨¢ muy bien durante y despu¨¦s de verla. Acu¨¦rdense de la mod¨¦lica Paseando a Miss Daisy. Green Book es un producto convencional pero muy bien fabricado. Y lo mejor, para m¨ª, es ver a ese tipo medio n¨®rdico y medio argentino, siempre atractivo y cre¨ªble, leg¨ªtima estrella sin tener que hacer esfuerzos, aqu¨ª gordo y destilando humor llamado Viggo Mortensen, el fulano que me enamor¨® no gracias al legendario Aragorn sino al capit¨¢n Alatriste (era un hombre valiente, asegura Reverte) o al samur¨¢i ¨ªntegro, duro y sufriente de Promesas del Este. Y estoy un poco saturado de ver en todas partes a Mahershala Ali, unas veces mejor y otras peor. Es la nueva estrella negra. Le falta mucho camino para igualar a los formidables Sidney Poitier, Morgan Freeman (s¨ª, ese acosador exonerado) y Denzel Washington. Ellos lo han tenido m¨¢s duro que los blancos para convertirse en dioses de Hollywood.
Babelia
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