El dolor y la alegr¨ªa
'Saigon', gran melodrama de Nguyen, pas¨® breve pero triunfalmente por Espa?a. Y 'La ternura', de Sanzol, se afianza en su versi¨®n catalana
La joven directora Caroline Guiela Nguyen, francesa de origen vietnamita, escribi¨® Saigon a partir de improvisaciones con su compa?¨ªa Les Hommes Approximatifs. Arrasaron en el Festival de Avi?¨®n de 2017 y desde entonces no han parado de girar por medio mundo, cosa que tiene especial m¨¦rito trat¨¢ndose de 11 int¨¦rpretes (franceses y vietnamitas tambi¨¦n; algunos de ellos, gloriosos aficionados) que defienden con pasi¨®n un espect¨¢culo de m¨¢s de tres horas. En nuestro pa¨ªs se vio el pasado enero en el Valle-Incl¨¢n de Madrid (del 10 al 12) y en el Lliure de Barcelona (25 y 26). Su parada m¨¢s pr¨®xima es en el Th¨¦?tre de l¡¯Archipel (Perpi?¨¢n), el 11 y 12 de abril.
La funci¨®n transcurre en un restaurante vietnamita (paredes verdes, neones rosa p¨¢lido) y dimensiones cinemasc¨®picas. Una cocina, un comedor central, un karaoke. Por ese espacio desfilan, enigm¨¢ticamente, tres generaciones de Par¨ªs y Saig¨®n, entre 1956, despu¨¦s de la ca¨ªda de Dien Bien Phu, y 1996, cuando el fin del embargo americano permite el regreso de los exiliados. Viendo Saigon pens¨¦ en Gris de ausencia, la funci¨®n de Roberto Cossa, donde los emigrados argentinos que llevaban un restaurante parec¨ªan mentalmente a caballo entre Buenos Aires y Roma. Ya sabemos que Roma puede estar en el M¨¦xico de Cuar¨®n y el Parque Chas de Aristarain, del mismo modo que Saig¨®n puede encontrarse en la parisiense avenida de Choisy. En una palabra: ¡°En el extranjero¡±, como se dec¨ªa en mi infancia. En la obra de Guiela Nguyen todos pierden, tanto los franceses colonizadores como los vietnamitas colonizados. No hay f¨¢ciles mensajes pol¨ªticos: hay gente que trata de sobrevivir.
?C¨®mo resumir las tres horas y media de funci¨®n, tantos a?os, tantas historias? No se puede. Una buena frase de la autora, aunque no acaba de ser fiel a ese sentido de la elipsis: ¡°Muchas cosas suceden en los intervalos. Y existencias enteras se deslizan entre dos gestos o dos palabras¡±. Puede decirse que ambos lugares comparten un mismo territorio: el Pa¨ªs del Melodrama Tremendo. Facci¨®n L¨ªrica (Naruse) y Facci¨®n Furiosa (Schroeter). Tambi¨¦n muy fassbinderiano, pero ¨¦l le hubiera echado m¨¢s vitalismo. ?Por qu¨¦ tanta tristeza? Saigon es una de las piezas m¨¢s desgarradoras que he visto. Aqu¨ª y ahora vuelven algunos recuerdos que no he podido olvidar. La madre que pierde la memoria, y no sabe ni en qu¨¦ tiempo ni en qu¨¦ espacio se encuentra, met¨¢fora del exilio absoluto, y rompe a hablar en el vietnamita de su juventud ante un hijo franc¨¦s que no la comprende. Otra historia terrible: la boda en la que todo es mentira. Una familia inventada, un pa¨ªs entero. Lihn, la novia descomunalmente ingenua. Edouard, el novio que no deja de mentir para llev¨¢rsela a Francia. Y ella que no deja de amarle. Como Marie-Antoinette, la due?a del restaurante, empe?ada en creer que su hijo es un h¨¦roe de guerra que sigue vivo, que ni muri¨® ni colabor¨® con los nazis. La esposa de un alto funcionario franc¨¦s quiere contarle toda la verdad, pero comprende que quiz¨¢ sea mejor no sacarla de su f¨¢bula. En grado menos feroz tenemos a Hao, el joven cantante vietnamita que ayud¨® al enemigo franc¨¦s. Y la amiga que se est¨¢ quedando ciega y quiere protegerle, personaje que ser¨ªa una protagonista descomunal, digna de Douglas Sirk. O el viejo que vuelve a Saig¨®n en busca de su amor perdido y se topa con un pu?ado de j¨®venes que se burlan, en una escena doloros¨ªsima, de su idioma lejano, de su mirada lejana, de su exilio permanente y port¨¢til. Tecleo esos recuerdos y es como si ya fueran m¨ªos porque vuelven a golpearme, y esas l¨¢grimas queman, y no es una figura ret¨®rica. ?ltima imagen: el viejo cantando Aline, de Christophe. Belleza indudable, empapada en una melancol¨ªa excesiva.
Aplaud¨ª mucho a todo el equipo, pero necesitaba salir del Lliure, respirar, re¨ªr. Fui al lugar adecuado: el Poliorama, donde Alfredo Sanzol ha dirigido La tendresa, estupenda y reciente versi¨®n catalana de La ternura, a cargo de Joan Llu¨ªs Bozzo. Me reafirmo en lo que dije en su d¨ªa: el multienredo amoroso entre tres princesas y tres le?adores es una supercomedia, un cl¨¢sico, que, merecidamente, ha recorrido toda Espa?a durante casi dos temporadas. Ten¨ªa un poco de inquietud porque la compa?¨ªa original formada por Sanzol me parec¨ªa fuera de serie. Mis temores se esfumaron en un pisp¨¢s: el reparto de Barcelona tambi¨¦n es impecable. No quiero destacar a ninguno porque los seis bordan su trabajo: hay que aplaudir a Laura Aubert, Javier Beltr¨¢n, Elisabet Casanovas, Marta P¨¦rez, Jordi Rico y Ferran Vilajosana. Quiz¨¢ falte un poco, solo un poco m¨¢s, de ritmo (cuesti¨®n de funciones) en las escenas del bosque. Pero eso no es nada ante c¨®mo manejan los crescendos y, sobre todo, ante el regalo de ver a nuestro alrededor un teatro lleno riendo a carcajadas.
Saigon. Texto y direcci¨®n: Caroline Guiela Nguyen. Pr¨®xima funci¨®n en Perpi?¨¢n, 11 y 12 abril.
La tendresa. Texto y direcci¨®n: Alfredo Sanzol. Teatro Poliorama. Barcelona. Hasta el 10 de marzo.
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