El misterio de Lewis Carroll
En su nueva aventura policiaca en Oxford, ganadora del Nadal, Guillermo Mart¨ªnez aborda sin prejuicios morales la afici¨®n del autor de Alicia a fotografiar ni?as
Me gustar¨ªa suponer que los lectores ya han entrado en contacto con la literatura de Guillermo Mart¨ªnez. No es imprescindible que hayan le¨ªdo algunas novelas suyas anteriores a la que hoy comentar¨¦, Los cr¨ªmenes de Alicia, Premio Nadal de este a?o. Pero si han le¨ªdo Acerca de Roderer, La mujer del maestro, Los cr¨ªmenes de Oxford o La muerte lenta de Luciana B., podr¨¢n entender algunos de los mecanismos narrativos y, sobre todo, filos¨®ficos que alientan cada una de sus soberbias historias. Guillermo Mart¨ªnez public¨® hace ya bastantes a?os Acerca de Roderer.
Mart¨ªnez es matem¨¢tico. Este dato cient¨ªfico le servir¨¢ al lector para entender el caldo axiom¨¢tico de sus novelas. A veces parece que en este sentido el autor ha dado con la cuadratura del c¨ªrculo. Si en Acerca de Roderer su protagonista, como un personaje de Balzac, era consumido por un anhelo de absoluto, en La muerte lenta de Luciana B. sorprend¨ªa el impulso vengativo que anidaba en la novela, junto al trazo de los remordimientos profundos y ese c¨¢lculo casi matem¨¢tico para hacer el mayor da?o posible. No voy a desafiar la paciencia del lector con m¨¢s ejemplos, pero s¨ª que no debo soslayar la ac¨¦rrima defensa que hace Guillermo Mart¨ªnez de la presencia del lector, figura que no cuenta, junto a la trama y el argumento, en la teor¨ªa de la literatura contraria que defiende el te¨®rico y tambi¨¦n novelista Dami¨¢n Tabarovsky, con quien Mart¨ªnez suele discutir en fruct¨ªfera pol¨¦mica. Tal pol¨¦mica adquiere a veces sus momentos m¨¢s agrios cuando Tabarovsky habla de la naturaleza mercantil de muchos productos narrativos, provocando que Mart¨ªnez a su vez le responda que en ese mercado cuentan con incontestable jerarqu¨ªa est¨¦tica novelas como, por ejemplo, Once tipos de soledad, del escritor norteamericano Richard Yates.
En Los cr¨ªmenes de Alicia su autor retorna a los claustros de Oxford. Repiten protagonismo el profesor de L¨®gica, Arthur Seldon, y su joven alumno G. S¨®lo que esta vez se incorporan nuevos personajes, entre los cuales est¨¢n los componentes de la Hermandad Lewis Carroll, f¨¦rreos custodios de la memoria del autor de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Obviamente, como se trata en apariencia de una novela de misterio, como tambi¨¦n se podr¨ªa tratar de una novela sobre la l¨®gica o su aplicaci¨®n en una investigaci¨®n policiaca, no cometer¨¦ la imprudencia de desvelar su desenlace. Y no lo hago s¨®lo porque as¨ª lo exige el presente libro, sino porque a m¨ª esencialmente me ha interesado, m¨¢s que su final, su leitmotiv (el descubrimiento del contenido de unas p¨¢ginas arrancadas del diario de Lewis Ca?rroll) y la manera en que se llega, adem¨¢s del trazo de los caracteres humanos, la historia de amor soterrada que se esconde detr¨¢s de la sensual contenci¨®n que cultivan G. y la joven becaria Kristen Hill.
La trama es la arquet¨ªpica en toda narraci¨®n policiaca de corte anglosaj¨®n. De alguna manera G. y el profesor Seldon reproducen el esquema indagatorio de Estudio en escarlata, de Arthur Conan Doyle. Una similar velocidad intuitiva a lo Holmes y la entra?able impaciencia del doctor Watson instalada en G. La escritura de Mart¨ªnez nos recuerda la lentitud pros¨ªstica que debe asistir siempre a todo relato de misterio, donde la deducci¨®n exige tiempo, no sin cierta autosatisfacci¨®n o decepci¨®n del que debe destripar el caso, seg¨²n intuya que tiene al culpable a su alcance o todav¨ªa muy lejos de ¨¦l. Particularmente agradezco al autor argentino que haya avisado, vali¨¦ndose de Wittgenstein, de que la serie l¨®gica 2, 4, 8, 16 se puede seguir con el n¨²mero 31 ¡°o con cualquier otro n¨²mero que quieran ponernos delante¡±.
Y vayamos ahora al leitmotiv de la novela. Su clave moral, por encima de los impagables tr¨¢mites librescos que se nos regala (Borges, Eco, Wilde) y otras cuestiones que colaboran a su irreprochable forma narrativa. Hablo de Lewis Carroll, el real, el hist¨®rico, el que fue matem¨¢tico y autor de libros de l¨®gica, adem¨¢s de los que lo inmortalizaron. Hablo tambi¨¦n del Lewis Carroll que practic¨® la fotograf¨ªa. Y hablo, sobre otras consideraciones, de su afici¨®n a fotografiar ni?as. En el momento en que escribo esto tengo conmigo Cartas a ni?as. Lewis Carroll, en una hermosa edici¨®n de Plaza & Jan¨¦s de 1987. Adem¨¢s de las cartas, el libro recoge casi todas las ni?as fotografiadas por Carroll, incluidas las hermanas Liddell, Edith, Ina y Alice (y h¨¢gase hincapi¨¦ en Ina).
En la novela, la intriga comienza con el hallazgo, real, del resumen del contenido de las hojas arrancadas al diario de Carroll. Este misterio ilumina toda la novela, pero, sobre todo, arroja luz sobre la figura del autor, al que hoy mismo en muchos blogs de harto dudosa sabidur¨ªa literaria convierten al padre de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas en poco menos que un redomado ped¨®filo, sin que en ning¨²n momento se lo contextualice. Guillermo Mart¨ªnez ha escrito una magn¨ªfica novela de misterio. Pero tambi¨¦n ha ensayado una manera de abordar un asunto tan delicado como esa pulsi¨®n insondable que llev¨® a Lewis Carroll a enfrentarse no tanto con los padres de las ni?as que fotografiaba ni su entorno social como con nuestro propio presente.
Si alguien nos preguntara para qu¨¦ sirven los n¨²meros, seguramente contestar¨ªamos que para contar. Guillermo Mart¨ªnez eludir¨ªa la obviedad y responder¨ªa que para pensar. Los cr¨ªmenes de Alicia tambi¨¦n sirve para pensar. Y si encima nos lo pasamos bien, no nos mortifiquemos por ello.
COMPRA ONLINE 'LOS CR?MENES DE ALICIA'
Autor: Guillermo Mart¨ªnez.
Editorial: Planeta (2019).
Formato: tapa dura y versi¨®n Kindle (336 p¨¢ginas).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.