Woody Allen, el desterrado

Sus admiradores ( o la gente, que simplemente le necesitamos y le amamos) nos beneficiamos de que durante cincuenta a?os ese hombre peque?ito, singular, frecuentemente genial, fuera un estajanovista con su arte, o de que tuviera tanto miedo al vac¨ªo y al aburrimiento, que se obligara a concebir una o dos pel¨ªculas todos los a?os. Y es tan imaginativo y tan listo que incluso en aquellas de las que ausentaron las musas hab¨ªa alguna idea, algun gag verbal o visual, algun momento, que solo se le pod¨ªa ocurrir a un talento como el suyo. Se llama Woody Allen y han conseguido que nos despidamos de su mundo. No lo ha provocado el alzheimer, ni la demencia, ni el agotamiento f¨ªsico o mental. Solo la denuncia atroz de una hija que adoptaron Mia Farrow y ¨¦l, de que hab¨ªa abusado sexualmente de ella en su ni?ez. Los jueces dictaron que era falso, le exoneraron de haber cometido esa barbarie.

Da igual el veredicto de la ley. Allen no ir¨¢ a la trena, pero han manchado a perpetuidad su nombre, le han expulsado de ese para¨ªso llamado cine, tan necesario para ¨¦l como respirar, y de paso nos han jodido a los que muchas veces nos sentimos en el para¨ªso viendo sus pel¨ªculas. Tambien exoneraron al esplendido actor Morgan Freeman , pero es absolutamente improbable que volvamos a ver en la pantalla ese rostro negro, esa imponente presencia.

Allen ha demandado a Amazon. Por no estrenar la pel¨ªcula que le produjeron y romper el contrato para realizar otras tres. No les importa perder un past¨®n a cambio de no relacionar a su negocio con el apestado, de ser bendecidos por la caza de brujos. Aunque le hayan declarado inocente, repito.

Jeff Bezos es el due?o de Amazon. Y est¨¢ l¨®gicamente indignado porque el editor de la revista National Enquirer le chantajee con publicar sus fotograf¨ªas y mensajes sexuales. Todo dios est¨¢ a tiro ? Justicia poetica? Me gustar¨ªa saber que piensa Allen de la protesta de su censor.