Sorolla, un impresionista en 20 cent¨ªmetros
El museo del pintor en Madrid exhibe 240 peque?os bocetos realizados al aire libre por el paisajista valenciano: veloces, espont¨¢neos y de una t¨¦cnica radical
Joaqu¨ªn Sorolla vivi¨® la pintura en la urgencia, con la esperanza de ser tan r¨¢pido como la luz (para no dejar escapar el instante). ?C¨®mo lograr un gesto tan espont¨¢neo como la espontaneidad, c¨®mo hacer para no olvidar esa impresi¨®n? Libretas. Adem¨¢s de sus miles de apuntes dibujados, Sorolla realiz¨® cerca de 2.000 pinturas al ¨®leo en muy peque?o formato. Muchas no alcanzan ni los 20 cent¨ªmetros. Son ¡°manchas¡± con las que detuvo el tiempo, como impactos caprichosos que prosperan entre la deliberaci¨®n y el azar. En ellos, el pintor anota y avanza, lo importante no es entender: son la esencia m¨¢s impresionista de Sorolla, uno de los paisajistas m¨¢s importantes de la historia de la pintura.
¡°Muchas las pint¨® para s¨ª mismo, para satisfacer su propio placer de pintar; otras fueron ensayos y esbozos de obras que estaba pensando hacer, y que hizo o no, y, de entre todas, un buen n¨²mero fueron regalos para su familia y amigos m¨¢s cercanos. Fueron apreciadas y conservadas en su taller, donde cubr¨ªan sus paredes, y un buen n¨²mero fueron expuestas y vendidas por el artista en sus grandes exposiciones internacionales¡±, explica Mar¨ªa L¨®pez Fern¨¢ndez en el cat¨¢logo de la exposici¨®n Cazando impresiones. Sorolla en peque?o formato, dedicada a los bocetos del pintor valenciano, que estar¨¢ desde ma?ana hasta el 29 de septiembre en el Museo Sorolla de Madrid.
Son impresiones r¨¢pidas y directas, que conforman, a menudo, ejercicios radicales de abstracci¨®n
L¨®pez Fern¨¢ndez, Blanca Pons-Sorolla y Consuelo Luca de Tena son las comisar¨ªas de la muestra, que re¨²ne 240 de estas piezas, que representan asuntos con los que el pintor se encontraba como escenas cotidianas de su familia, motivos de un paisaje (cant¨¢brico o mediterr¨¢neo), un pedazo de playa, unas olas que rompen. Impresiones r¨¢pidas y directas, que conforman, a menudo, ejercicios radicales de abstracci¨®n, que dan lugar a partituras encriptadas, escritas a golpes veloces de pincel. Estas telas peque?as son el laboratorio donde ensayar¨¢ sus f¨®rmulas para practicarlas en los grandes lienzos de sus playas.
La brisa marina
En estos apuntes la imagen siempre va por delante del pensamiento y Sorolla, abierto a lo inesperado, se entrega a la sorpresa y atrapa lo que suceda. ¡°Encierran en pocos cent¨ªmetros cuadrados toda la brisa marina, toda la magia huidiza del Mediterr¨¢neo, con un br¨ªo, con una ciencia, con un ardor, con una flexibilidad y un virtuosismo en los valores que maravillaban la vista y el esp¨ªritu¡±, escribi¨® el cr¨ªtico franc¨¦s Camille Mauclair, en 1906.
Pero encierran mucho m¨¢s que la habilidad. Estas impresiones veloces son la parte m¨¢s ¨ªntima de Sorolla, un cuaderno de vivencias al aire libre, abierto a los lugares con los que se cruza en su camino hacia ninguna parte. Son anotaciones valientes y arriesgadas, ejercicios sin pretensiones de agradar, pura esencia de talento en acci¨®n. Como explica L¨®pez Fern¨¢ndez los realiza en sesiones fort¨ªsimas, ¡°de menos de una hora¡±, sin vacilaciones ni arrepentimientos. ¡°Son un alarde de rapidez¡±, a?ade la comisaria.
Caja de apuntes
Las fotos retratan a Joaqu¨ªn Sorolla pintando a lo grande, al aire libre, pero tambi¨¦n con su caja de apuntes. Era su muletilla preferida en sus paseos. Estas cajas se manufacturan desde 1860. La parte inferior les sirve de paleta y contenedor de colores. La superior serv¨ªa para sujetar la tableta a pintar. En el anverso, la caja ten¨ªa una correa de cuero para meter los dedos y sujetarla.
El Museo Sorolla de Madrid conserva varias cajas de apuntes, con las que el pintor practic¨® a diario la inmediatez y la espontaneidad. De ah¨ª nace el br¨ªo incomparable de sus ejecuciones, a pesar de la diferencia entre estos abocetamientos y la precisi¨®n descriptiva de la pintura final.
Sorolla ¡ªcomo Monet, Manet, Degas o Sargent¡ª no quiere dejar nada al azar cuando se lo encuentre a la cara. El creador de lo fugaz necesita ensayar sobre el instante, para convertirse en maestro de lo espont¨¢neo. ¡°Hay que pintar deprisa, porque ?cu¨¢nto se pierde, fugaz, que no vuelve a encontrarse!¡±, escribe Sorolla. Tambi¨¦n por carta a su mujer Clotilde: ¡°Tengo hambre de pintar¡±. Ramiro de Maeztu dec¨ªa de ¨¦l que deb¨ªa tener la avaricia de querer pintarlo todo. Y cuando le sobraba espacio, apuntaba el men¨² que acababa de comer. Se conservan algunos apuntes de Sorolla en los que compart¨ªa ese momento con amigos ¨ªntimos, a los que sol¨ªa regalar buena parte de sus notas. Estos lienzos peque?os son sus pruebas fotogr¨¢ficas, pero tambi¨¦n un fin en s¨ª mismo, que el mercado empez¨® a desear porque lo quiere todo de las estrellas.
As¨ª es como el peque?o formato cobra a finales del siglo XIX m¨¢s importancia que nunca en las compraventas internacionales, donde Sorolla tiene un papel relevante, pues ¡°pierde su car¨¢cter de obra preparatoria para adquirir la connotaci¨®n de obra personal, realizada para s¨ª mismos¡±. Esto le otorga el valor de talism¨¢n que encierra el genio del artista. Esa fiebre creativa dio para cubrir las paredes de su estudio en el n¨²mero 3 del madrile?o pasaje de la Alhambra. En una foto que se conserva de 1897 la pared est¨¢ completamente cubierta de apuntes. Hasta arriba. La luz, dijeron los que pasaron por all¨ª, resbalaba sobre los millares de tablitas que tapizaban y encantaban las paredes de aquel delicioso retiro.
La exposici¨®n est¨¢ llamada a ser el mayor hito organizado en un museo estatal este a?o. En ella queda clara la principal reivindicaci¨®n de L¨®pez Fern¨¢ndez, quien prefiere no considerar estas notas de color como ¡°estudios preparatorios¡±. ¡°Porque constituyen la esencia de la mirada del pintor hacia su pintura¡±, apunta en el cat¨¢logo. Su mirada y su obsesiva actitud creadora, como escrib¨ªa Sorolla: ¡°Mis estudios al aire libre no admiten una ejecuci¨®n larga. Siento que si tuviera que pintar despacio no podr¨ªa pintar nada en absoluto¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.