Ang¨¦lica, la deseada
Liddell conquista de nuevo al p¨²blico madrile?o pese a su ataque frontal al feminismo
Los estrenos de Ang¨¦lica Liddell en Espa?a se han convertido en verdaderos acontecimientos metateatrales. El jueves, en los Teatros del Canal de Madrid, hab¨ªa un ambientazo solo comparable al que se vivi¨® durante la performance de 24 horas de Jan Fabre, Monte Olimpo, el a?o pasado por estas fechas: bullicio en la cafeter¨ªa, colas de espectadores excitados, merodeadores que se quedaron sin entrada en busca de un milagro¡ Esto puede ser normal en un concierto de Beyonc¨¦, pero les aseguro que no es habitual en un teatro. Y no se debe solo a que Liddell se prodigue poco ¡ªsolo ha actuado en el Canal y el Temporada Alta de Girona en los ¨²ltimos cinco a?os¡ª, sino tambi¨¦n porque sus obras son como bofetadas: uno nunca se va indiferente a casa. De ah¨ª que sus seguidores la esperen con gran expectaci¨®n: ?qu¨¦ salvajada se le habr¨¢ ocurrido esta vez?
The Scarlet Letter, inspirada en la novela hom¨®nima de Nathaniel Hawthorne, no decepciona en ese sentido. Es un pu?etazo al MeToo, movimiento que compara con el puritanismo que describe Hawthorne en su libro. Tras un arranque en el que se suceden escenas sin palabras, como retablos vivientes, Liddell vomita su primer mon¨®logo y no escatima insultos contra las mujeres mayores de 40 a?os: rabiosas por la p¨¦rdida de la belleza, son pura amargura y maldad. La artista apela directamente al patio de butacas, que se agita y acalora pero no se ofende: no porque a la Liddell se le perdone todo, sino porque su discurso antifeminista no se erige como ideolog¨ªa: es simplemente su manifiesto art¨ªstico. La oscuridad, el pecado, la perversi¨®n y el sexo como motor de creaci¨®n.
La obra se desarrolla con altibajos, con alg¨²n momento melodram¨¢tico, pero hipnotiza por su est¨¦tica y sobre todo, como siempre, por la poderosa presencia de su creadora.
The Scarlet Letter. Texto y direcci¨®n: Ang¨¦lica Liddell Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 16 de febrero.
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