El grupo m¨¢s blando de M¨¢nchester
Hoy olvidados, los Herman¡¯s Hermits fueron una de las m¨¢s exitosas exportaciones musicales del Reino Unido
Suele ocurrir en las entrevistas a tumba abierta. La estrella ignora las desesperadas se?ales de aviso de su m¨¢nager y arremete contra los periodistas musicales: ¡°A ver, ?qui¨¦nes son esos in¨²tiles para decir lo que es bueno y lo que es malo?¡±. Uno desear¨ªa estar all¨ª para responder: seguramente, esos ¡°in¨²tiles¡± (disculpen el eufemismo) puede que sean parcialmente responsables de que t¨² est¨¦s en la cumbre. La cr¨ªtica musical va construyendo el canon, la jerarqu¨ªa de los artistas que merecen ser celebrados, ignorando las cifras de ventas o los premios que la industria concede a sus esclavos m¨¢s d¨®ciles.
Lo recordaba mientras repasaba The British Music Invasion: Collectors Quick Reference, una gu¨ªa de aquellos solistas, d¨²os y grupos que, con el pasaporte de su majestad Isabel II, conquistaron, a partir de 1964, el mercado estadounidense, con eco en el resto del mundo. Resulta instructivo comprobar c¨®mo ha crecido la reputaci¨®n de, digamos, The Zombies a pesar de que seguramente no vendieron ni la cent¨¦sima parte que los Herman¡¯s Hermits.
?Ah, los Ermita?os de Herman. A mediados de los sesenta eran m¨¢s populares en EE UU que los Rolling Stones, los Kinks o los Yardbirds. Se convirtieron el grupo estrella de la rama discogr¨¢fica de MGM (lo que explica que tambi¨¦n salieran en pel¨ªculas de la casa matriz, Metro-Goldwyn-Mayer). Carne de fans: resultaba bastante probable que su cara y/o su nombre aparecieran en la portada de cualquier revista teen.
Ven¨ªan de M¨¢nchester y contaban con un vocalista guapito y dent¨®n, Peter Noone. Cabe imaginar el deleite de su descubridor, Mickie Most, antiguo cantante reconvertido en productor, al encontrarse con arcilla tan moldeable. Los primeros ¨¦xitos fueron simp¨¢ticas adaptaciones de canciones inocentes salidas de la factor¨ªa neoyorquina del Brill Building. Fue entonces cuando se difundi¨® la especie de que los Herman¡¯s Hermits no tocaban en sus discos.
No era un pecado mortal y, de todos modos, ellos lo niegan: puede que, como precauci¨®n, se requiriera la presencia de session men como Big Jim Sullivan o Jimmy Page; la realidad es que las partes de guitarra (en unos temas que frisaban los dos minutos) tend¨ªan hacia lo elemental. Adem¨¢s, a partir de 1966 cambi¨® la naturaleza del trabajo: giraron hacia un pop orquestal, evidente en piezas tan memorables como No Milk Today o There¡¯s a Kind of Hush (All Over the World).
Canciones de, respectivamente, Graham Gouldman y John Carter. A Mickie Most cabe atribuir el acierto de acudir a compositores imaginativos que no funcionaban por cuenta propia, aunque Gouldman se integrar¨ªa luego en aquel deslumbrante colectivo de autores denominado 10cc. Los Herman¡¯s Hermits habitaban un territorio de amores adolescentes que no permit¨ªa demasiadas desviaciones: no conectaban cuando interpretaban temas de autores de fuerte personalidad, como Ray Davies o Donovan; en 1971, un Peter Noone ya independizado lo intent¨® con creaciones de un chico en ascenso llamado David Bowie.
Los Herman¡¯s Hermits (o lo que queda de ellos) siguen girando por Estados Unidos. Sin embargo, nunca se ha concretado un movimiento para su reivindicaci¨®n: carecen de documental o libro biogr¨¢fico, no tienen ediciones anotadas, nadie ha recuperado los m¨¢sters en mono. Aunque despacharon millones de discos, no han entrado en el Rock & Roll Hall of Fame, que -con todos sus vicios- es buen indicador de la reputaci¨®n de un grupo hist¨®rico. Una petici¨®n al respecto en change.org se estanc¨® en 190 firmas. Me encantar¨ªa que esas superestrellas que ahora reniegan de los cr¨ªticos musicales pasaran por la misma experiencia: que hubieran sufrido el olvido de esos odiosos ¡°in¨²tiles¡± que se dedican al salvamento y socorrismo.
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