La vocaci¨®n de la modestia
Su elemento m¨¢s destacable son las poderosas interpretaciones de Melissa McCarthy y de Richard E. Grant, candidatos ambos al Oscar
La vocaci¨®n m¨ªnima suele ser una de las mejores decisiones para determinadas pel¨ªculas, y m¨¢s en estos tiempos que corren, de excesiva grandilocuencia, ambici¨®n y desmesura. Una virtud en desuso que, por ejemplo, poseyeron abundantes producciones del cine estadounidense de los a?os setenta, el del Nuevo Hollywood, y que destaca en la tragicomedia ?Podr¨¢s perdonarme alg¨²n d¨ªa?, segundo largometraje de Marielle Heller, basado en la historia real de la escritora Lee Israel, respetada bi¨®grafa ca¨ªda en el barro de la desesperaci¨®n social, profesional y personal. El relato de una autodestrucci¨®n, a partir de la soledad, la animadversi¨®n, la traici¨®n y una poderosa autenticidad. La historia de una mujer a la intemperie.
?PODR?S PERDONARME ALG?N D?A?
Direcci¨®n: Marielle Heller.
Int¨¦rpretes: Melissa McCarthy, Richard E. Grant, Julie Ann Emery, Jane Curtin.
G¨¦nero: tragicomedia. EE UU, 2018.
Duraci¨®n: 107 minutos.
Hay en el trabajo de Heller, responsable de la estilosa pero un tanto superficial The diary of a teenage girl (2015), su pel¨ªcula de debut, una exquisita tendencia hacia la huida del subrayado que, en una historia de ca¨ªda como la de Israel, es bienvenida. Sobre todo, porque los peligros de un cierto regocijo en la desolaci¨®n siempre est¨¢n ah¨ª como tentaci¨®n tonal, y ni el guion ni las interpretaciones caen en ello, amparadas en una esencia tragic¨®mica, en las situaciones y en el retrato de personajes, que mantiene la l¨ªnea de flotaci¨®n de la pel¨ªcula.
Sin embargo, el libreto del novel Jeff Whitty y de la experimentada Nicole Holofcener, directora de la magn¨ªfica Sobran las palabras (2013), s¨ª que incurre en una cierta incongruencia, que quiz¨¢ tenga que ver con el miedo a que su historia deba mantener la emoci¨®n ¨²nicamente desde la base de la degradaci¨®n, cuando se tiene a mano en la historia real un elemento tan jugoso, pero tan peligroso, como el del delito. Y es en el excesivo tiempo dedicado a la falsificaci¨®n de las cartas de escritores y celebridades ya fallecidos, con el fin de poder subsistir en un mundo que la rechaza y que ella misma rechaza, donde la pel¨ªcula pierde altura. Como si el equipo creativo se fijara demasiado en el qu¨¦, en la trama, descuidando durante la parte central del relato, basado en un libro de memorias de la propia Israel, el quid de la cuesti¨®n: el estado interior de una enferma del desamparo.
Queda, eso s¨ª, el elemento m¨¢s destacable de ?Podr¨¢s perdonarme alg¨²n d¨ªa?, junto al de su propia modestia: las poderosas interpretaciones de Melissa McCarthy y de Richard E. Grant, candidatos ambos al Oscar en las categor¨ªas principal y de reparto. Unas actuaciones matizadas, delicadas, casi leves pese al clima de angustia, a las borracheras y a la sordidez, captadas por la c¨¢mara de Heller con la humildad de quien sabe que es justo ah¨ª, en la mirada perdida pero personal¨ªsima de dos seres extraviados, donde puede estar la grandeza de una peque?a pel¨ªcula.
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