La gran aventura del buque del diablo
Ildefonso Arenas reflota en su ¨²ltima novela el crucero de batalla del K¨¢iser ¡®Goeben¡¯ que llev¨® de cabeza a los Aliados en la I Guerra Mundial


?Qu¨¦ hacen una h¨¦lice y un ancla de un barco de la flota alemana de la I Guerra Mundial, la Kaiserliche Marine, la Marina Imperial, en exhibici¨®n frente al Museo Naval de Estambul? Son los restos de un barco de guerra memorable y testimonios de una de las grandes aventuras b¨¦licas de todos los tiempos en el mar. Pertenec¨ªan al crucero de batalla SMS (Seiner Majest?t Schiff, barco de Su Majestad) Goeben, que llev¨® de cabeza a sus enemigos, los Aliados, en el Mediterr¨¢neo a lo largo de la Gran Guerra. Durante la mayor parte de la contienda el barco combati¨® desde puerto turco y bajo nombre y pabell¨®n de este pa¨ªs. El hombre que un poco m¨¢s all¨¢ de la h¨¦lice y el ancla se acoda con salero en un ca?¨®n naval del exterior del museo que parece apuntar directamente hacia los transe¨²ntes es el escritor Ildefonso Arenas (Madrid, 1947), autor de novelas como ?lava en Waterloo ¡ªuna genial reescritura de la batalla¡ª o Tercera Cruz de Caballero ¡ªsobre un aviador espa?ol que luch¨® junto a los pilotos alemanes de la Luftwaffe¡ª, y que en la ¨²ltima publicada, El buque del diablo (Edhasa), reflota al Goeben y su apasionante historia, estrechamente relacionada con Estambul. El t¨ªtulo del libro, tan novelesco, procede de la prensa brit¨¢nica de la ¨¦poca, que bautiz¨® as¨ª al crucero alem¨¢n (Churchill dijo que el Goeben naveg¨® hac¨ªa los Dardanelos "llevando consigo para los pueblos de Oriente m¨¢s miseria, muerte y ruina de la que nunca hab¨ªa sido llevada por un barco¡±). Los propios alemanes recogieron el apodo con orgullo: ¡°Das Teufelschiff¡±.
La novela de Arenas, un asombroso tour de force como las anteriores que muestra como tel¨®n de fondo un complet¨ªsimo y documentad¨ªsimo panorama de la alianza entre Turqu¨ªa y Alemania durante la Primera Guerra Mundial, la actividad b¨¦lica en el Mediterr¨¢neo oriental ¡ªincluida la campa?a de Gallipoli¡ª y hasta el aciago destino de la Kaiserliche Marine (asistiremos al honorable auto hundimiento de la flota en Scapa Flow en 1919), tiene cuatro grandes protagonistas: el barco de guerra alem¨¢n, la ciudad turca y la joven pareja inventada que componen un oficial de la marina del K¨¢iser, Rolf Wichelhausen, y su novia catalana. Esta ¨²ltima, Queralt Mir, hija de notario barcelon¨¦s y cu?ada del agregado naval espa?ol en Estambul, desenvuelta, valiente, pol¨ªglota y de una sexualidad sorprendentemente desinhibida para la ¨¦poca (y en realidad para cualquier ¨¦poca), es un verdadero hallazgo que, capaz de realizar tareas de espionaje, pasearse por el Gran Bazar con una Luger P08 en el refajo, surtir de panellets al Goeben y cocinar paellas junto al Cuerno de Oro, hasta se le come a veces la funci¨®n al potente crucero imperial.

Arenas ha citado en Estambul para hablar de su novela y revivir la ¨¦poca hist¨®rica en que transcurre (de 1912 a 1920), recorriendo algunos de sus escenarios. En el museo naval, un centro moderno cerca del palacio de Dolmabah?e (donde muri¨® Atat¨¹rk) que se espejea en el vecino B¨®sforo, nada menos, pueden verse, en una colecci¨®n que incluye los famosos caiques dorados de los sultanes turcos, diversos objetos relacionados con el Groser Kreuzer Goeben. El m¨¢s emocionante es su bandera de combate imperial (Reichkriegsflagge), con el ¨¢guila y la cruz, que onde¨® en los enfrentamientos que sostuvo el crucero de batalla con la flota brit¨¢nica, pero Arenas tambi¨¦n se?ala pinturas y maquetas del barco. Cuando uno piensa en la flota alemana de la I Guerra Mundial lo hace sobre todo en los tan aventureros corsarios Emden, Wolf o el velero Seeadler, adem¨¢s de los submarinos, claro, como el U-9 de Weddigen. Pero la gesta del Goeben, que combati¨® tambi¨¦n a la armada rusa en el Mar Negro y bombarde¨® Sebastopol, no les fue a la zaga.
¡°Siempre me ha fascinado esa historia, desde que la descubr¨ª en 1962, al leer Cruceros de batalla de Manuel Ram¨ªrez Gabarr¨²s (Editorial Naval)¡±, se?ala Arenas mientras se prueba una gorra de submarinista turco en la tienda del museo (compraremos dos). ¡°Lo que m¨¢s me impresion¨® y que recreo en la primera parte de mi novela fue la forma en que ese barco y su acompa?ante, el crucero ligero Breslau, dieron esquinazo en agosto de 1914 a la flota brit¨¢nica, la mejor del mundo, y consiguieron llegar al puerto de Estambul¡±. El novelista, al que hay que reconocerle el m¨¦rito de poner el Goeben en el altar de los buques de guerra literarios, la flota en la que navegan el HMS Ulysses, el Caine, la Compass Rose o la Surprise, narra de manera magistral, a lo Patrick O¡¯Brian, para entendernos, ese episodio. Parece que estuvieras a bordo, tanto en el puente como en la sala de m¨¢quinas y en los ca?ones (¡°Feuer frei!¡±, ?abran fuego!), observando en directo las geniales maniobras y fintas del almirante Wilhelm Souchon para escapar de la jaur¨ªa de hierro enemiga mientras los barcos rivales burlados y vencidos transmiten desesperadamente la se?al ¡°GOBLO-GOBLO¡± (Goeben Breslau out), indicando que ambos buques han zarpado y andan sueltos sobre las olas en las que deb¨ªa mandar Britania. Un ins¨®lito testigo del paso del Goeben y de su intercambio de disparos con los brit¨¢nicos, por cierto, fue Barbara Tuchman, a la saz¨®n un ni?a de dos a?os, a bordo de un vapor italiano de pasajeros que cubr¨ªa la ruta Venecia-Estambul. La historiadora cont¨® luego el episodio en su c¨¦lebre Los ca?ones de agosto.

El Goeben y el Breslau, que llevaban un a?o paseando la bandera alemana por el Mediterr¨¢neo, marcando paquete imperial, por as¨ª decirlo (Arenas describe una visita de Alfonso XIII al crucero de batalla en el puerto de Barcelona, con prisas por ir a ver, y algo m¨¢s, a Raquel Meller), debutaron en la I Guerra Mundial ca?oneando audazmente el 4 de agosto puertos franceses en el Norte de ?frica. Humillaron a los battlecruisers y a toda la orgullosa flota brit¨¢nica y, a su llegada a Estambul, tras dejarles los turcos proalemanes entrar en los vigilad¨ªsimos Dardanelos, contribuyeron a que Turqu¨ªa se pusiera del lado de las potencias centrales en la guerra que empezaba. ¡°El Gobierno brit¨¢nico y especialmente Churchill que era Primer Lord del Almirantazgo hab¨ªan hecho enfadar terriblemente a los turcos qued¨¢ndose dos barcos de guerra, dos dreadnoughts, que les estaban construyendo en astilleros ingleses y que ya estaban pagados, una gran metedura de pata de Churchill¡±, explica Arenas en otro escenario de su novela, el a?ejo hotel Pera Palace, adonde llegaban los pasajeros de primera del Orient Express y convertido en cuartel general alem¨¢n durante la guerra. En su suntuoso sal¨®n hoy no est¨¢n aqu¨ª, como sol¨ªan y aparece en El buque del diablo, el general Von Sanders, Souchon, Von M¨¹cke (el primer oficial del Emden) o el Kapit?nleutnant Konrad Gansser, del submarino U-33, explicando sus aventuras; pero cenando con Arenas y disfrutando de su conversaci¨®n, que es una kermesse de erudici¨®n como su novela, uno no los echa de menos y menos a¨²n cuando, tras hablar del arrufo del Gneisenau, atacamos el postre al grito de ¡°vollle Fahrt voraus! (¡°?A toda m¨¢quina!¡±).

¡°Para compensar la p¨¦rdida de los dos barcos que se quedaron los ingleses y sobre todo para arrastrar a los turcos a su bando, los alemanes les ofrecieron el Goeben y el Breslau¡±, prosigue Arenas. Rebautizados como Yavuz Sult¨¢n Selim ¨CSult¨¢n Selim el Implacable- y Midilli respectivamente, y con pabell¨®n de la media luna, los buques entraron nominalmente a formar parte de la armada del imperio turco, aunque la tripulaci¨®n sigui¨® siendo la misma, alemana; eso s¨ª, los oficiales, para dar ambiente, cambiaron la gorra por el fez. En su nueva condici¨®n, con el Yavuz como buque insignia de la flota turca, los dos barcos realizaron numerosas misiones y siguieron siendo una espina clavada en el costado oriental de los Aliados.

Tras la guerra, se?ala Arenas, los turcos conservaron el Goeben/Yavuz, y en 1938 llev¨® ceremonialmente los restos de Atat¨¹rk para su entierro en Izmit. En 1946, el barco tuvo el privilegio de intercambiar ca?onazos (de cortes¨ªa) con el acorazado USS Missouri, en visita diplom¨¢tica a Estambul. No fue dado de baja hasta 1950 (lo desguazaron en 1973), y fue el ¨²ltimo superviviente de la flota imperial alemana y el barco de su tipo que m¨¢s tiempo estuvo en servicio.
El escritor explica mientras caminamos arriesgadamente por la resbaladiza callejuela en pendiente llena de gatos de Tomtom Kaptan hacia el hotel, un antiguo convento de monjas franciscanas y Gardes-Malades en el que se instala su pareja protagonista, que el joven oficial alem¨¢n est¨¢ inspirado en uno real, aunque se llamaba Alfons y no Rolf, igual que ella. ¡°Conoc¨ª a una chica muy parecida, yo tambi¨¦n tuve a una Queralt, hace mucho tiempo...¡±. ?Ha tenido la sensaci¨®n de que la espabilada joven catalana se apropiaba de la novela? ¡°Ha ido cobrando vida, y ha llegado a sorprenderme a m¨ª mismo¡±. Arenas, con su aire de entre Talleyrand y Bl¨¹cher, es un gran especialista en crear personajes femeninos inolvidables, al igual que en narrar episodios er¨®ticos, tan serio que parece.
"No me gusta la ¨¦pica, es grandilocuente. Pero eso no est¨¢ re?ido con que soy un fan de la novela de aventuras"
¡°Todo lo que explico es cierto¡±, contin¨²a, ¡°el trasfondo hist¨®rico, incluyendo lo de que el almirante Canaris estuvo en Barcelona, o la acci¨®n del torpedero turco contra el Goliath en Canakale... Me resultan sonrojantes las novelas hist¨®ricas que maltratan la historia. Yo intento contar de manera amena historias poco conocidas con algunos personajes inventados pero sin separarme en lo sustancial de los hechos¡±. El autor es tan meticuloso que cuando en El buque del diablo el capit¨¢n del Goeben asevera que de Pir¨¢n a Brindisi (340 millas) tardar¨¢n 17 horas a veinte nudos, puedes estar seguro de que es verdad.
Arenas narra su novela desde el lado alem¨¢n, lo que es algo ins¨®lito. ¡°Me interesa la perspectiva del que pierde la guerra pudiendo haberla ganado, y me gusta la sonoridad de los nombres y los cargos alemanes.Tambi¨¦n su cultura del orden y la organizaci¨®n. Y me apetec¨ªa mostrar el lado oscuro de los brit¨¢nicos, la arrogancia y la incompetencia criminal de sus mandos. La Primera Guerra Mundial no es como la Segunda. Aqu¨ª no est¨¢ tan claro que un bando tuviera la raz¨®n moral¡±. Pasa un poco de puntillas por la matanza de los armenios. ¡°Se menciona en la novela, los alemanes evidentemente miraron para otro lado¡±.
Pese a sus anchas miras y sus grandes escenarios, El buque del diablo no es una novela ¨¦pica. Arenas hace a sus personajes muy cercanos e imprime dosis de humor y mucha iron¨ªa en la narraci¨®n. ¡°Aldos Huxley dec¨ªa que el humor es un buen desengrasante en la literatura. No, no me gusta la ¨¦pica, es grandilocuente. Pero eso no est¨¢ re?ido con que soy un fan de la novela de aventuras, y aqu¨ª hay muchas¡±. Curiosamente, Arenas no es lector de Hugo Pratt, pese a transitar en El buque del diablo territorios comunes. En la novela hay momentos de intensidad er¨®tica y otros l¨ªricos, en los que podemos estar con los personajes en la toldilla del Goeben, "con una copa de Taittinger en una mano y un cigarrillo turco en la otra, contemplando una ciudad que al atardecer era bell¨ªsima, dej¨¢ndose acariciar por la brisa del B¨®sforo¡±.
¡°Mi barco de guerra favorito es el ¡®Gneisenau¡¯ de la Kriegsmarine¡±
El barco favorito del novelista no es el Goeben, como parecer¨ªa desprenderse de que le dedique una novela de m¨¢s de medio millar de p¨¢ginas, sino un heredero suyo: el Gneisenau (1938), descrito como acorazado y como crucero de batalla y gemelo del Scharnhorst (dos de los buques estrella de la Kriegsmarine, la marina de Hitler, "las bailarinas con sobrepeso" los llamaban por su combinaci¨®n de velocidad y coraza), ambos con nombres de mariscales prusianos. ?Lo prefiere de verdad a los m¨¢s famosos Bismarck, Tirpitz o Graf Spee, o al corsario Atlantis? "S¨ª, ?te parece raro?, ?no est¨¢ nada mal lo que hizo el Gneisenau!, particip¨® en la invasi¨®n de Noruega ¨Cdonde a¨²n puede verse una torreta suya instalada en tierra-, atac¨® convoyes, hundi¨® una buena cantidad de barcos, entre ellos, junto al Scharnhorst, el portaviones brit¨¢nico HMS Glorious; pele¨® con fiereza y perdi¨® a m¨¢s de 400 tripulantes en combate, y adem¨¢s est¨¢ esa historia de su misteriosa aparici¨®n en marzo de 1941 en la costa de Tenerife, donde no se sabe qu¨¦ desembarc¨® ...".
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