El torpe Lawrence de Arabia alem¨¢n
Una historiadora espa?ola descubre la misi¨®n en Abisinia de Leo Frobenius - El c¨¦lebre etn¨®logo trabaj¨® como agente secreto en Oriente Pr¨®ximo y ?frica
Ten¨ªa grandes deseos de notoriedad, un temperamento megal¨®mano y desp¨®tico, despreciaba a los pueblos a los que pretend¨ªa sublevar, ni siquiera hablaba sus idiomas, sus mapas eran deplorables y adem¨¢s se disfrazaba fatal. No es raro que resultara un m¨¢s que discutible agente secreto y que su misi¨®n de levantar tribus y naciones contra los enemigos de Alemania en los tiempos de la I Guerra Mundial, para crear un nuevo foco b¨¦lico en ?frica del Noreste, acabara en un total fiasco. Pero la aventura de Leo Frobenius, alias Abdul Kerim Pach¨¢, y su descabellado plan, que acaba de salir al conocimiento p¨²blico, de encender en llamas Abisinia y Sud¨¢n contra los intereses brit¨¢nicos en la zona -en una acci¨®n que es el reverso teut¨®n y en fracasado de la rebeli¨®n de los ¨¢rabes del desierto contra los turcos atizada por el coronel T. H. Lawrence-, resulta sensacional.
Anunci¨® el hallazgo de la Atl¨¢ntida y polemiz¨® con el conde Alm¨¢sy
El etn¨®grafo, arque¨®logo, historiador de la cultura y explorador berlin¨¦s Leo Frobenius (1873-1938) es un personaje rodeado de luces y sombras. Por un lado es reconocido como cient¨ªfico de talla e incluso genio africanista, pero por el otro aparece como un estrafalario y ladino sacamuelas capaz de anunciar el descubrimiento de la Atl¨¢ntida durante una expedici¨®n en 1910 a Togo o de hacerse con un valioso bronce nigeriano a cambio de una botella de whisky. Wole Soyinka ha criticado su teor¨ªa aberrante de que los africanos no ten¨ªan madurez art¨ªstica suficiente para entender la belleza de sus propias creaciones y el mism¨ªsimo conde L¨¢szlo Alm¨¢sy, el explorador de El paciente ingl¨¦s, estuvo a punto de llegar a las manos con ¨¦l porque, tras una expedici¨®n juntos, trat¨® de apropiarse de su descubrimiento de las maravillosas pinturas de los nadadores del Wadi Soura. Los ingleses lo acusaron de tener un abyecto deseo irrefrenable por las nativas de los pa¨ªses que exploraba y darse a la absenta, pero, claro, eran los ingleses. En todo caso, una de sus obras, Decamer¨®n negro, ha tenido la dudosa fortuna de llegar al cine convertida en popular pel¨ªcula er¨®tica (Il Decamerone nero, 1972).
"Aunque los documentos lo reflejan como un temerario charlat¨¢n en el asunto de la insurgencia y el espionaje, la controvertida misi¨®n de Frobenius a Eritrea es una de m¨¢s las apasionantes peripecias de la I Guerra Mundial en el frente del Medio Oriente y ?frica", recalca la historiadora madrile?a Roc¨ªo da Riva, de 37 a?os, que ha descubierto las andanzas secretas del alem¨¢n en archivos en Alemania y Gran Breta?a. Bajo el disfraz de una expedici¨®n cient¨ªfica, Frobenius, buen amigo personal del k¨¢iser, Guillermo II, ocultaba objetivos pol¨ªticos y militares en connivencia con los servicios secretos alemanes y turcos. Deb¨ªa conectar con la aislada delegaci¨®n germana en Addis Abbeba, llevarle instrucciones (los alemanes pretend¨ªan alentar los planes expansivos del ras et¨ªope Lij Iyassu y convencerle de atacar posesiones brit¨¢nicas, francesas e italianas) y, tras cruzar la frontera sudanesa, organizar levantamientos para amenazar la posici¨®n inglesa en Suez.
Conocida como la Vierte Deutsche Inner-Afrikanische Forschungsexpedition, que ya es nombre discreto, la misi¨®n, de unos 17 hombres, entre ellos cinco europeos, con 60.000 marcos de oro, lleg¨® a Constantinopla en noviembre de 1914. Pas¨® a Siria, Palestina y la costa del mar Rojo y de all¨ª, en Al Wajh, cruz¨® en febrero de 1915 al puerto eritreo de Massawa, donde, tras un periodo de intriga e incertidumbre, fue obligada a regresar por los italianos. Una de las meteduras de pata fue atribuirse rangos militares (Frobenius, el de capit¨¢n). Pese a su fracaso, Frobenius, revelan los documentos, y esto lo identifica tambi¨¦n con Lawrence, se convirti¨® en una verdadera obsesi¨®n para los servicios brit¨¢nicos, que lo consideraban una seria amenaza y lo ve¨ªan hasta en Somalilandia.
Da Riva es una prestigiosa orientalista de aspecto enga?osamente fr¨¢gil y mirada decidida, que hoy est¨¢ aqu¨ª explic¨¢ndonos la historia en un bar barcelon¨¦s (es profesora de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueolog¨ªa en la Universidad de Barcelona), pero hace poco se encontraba copiando inscripciones neobabil¨®nias precariamente suspendida de una cuerda en un barranco en el L¨ªbano. La joven encontr¨® la huella perdida de la expedici¨®n del agente secreto en los papeles del Instituto Frobenius en Francfort y confirm¨® el asunto en los archivos del Foreign Office. De resultas, ha publicado en una revista especializada (Wiener Zeitschrift f¨¹r Kunde des Morgenlandes, n¨²mero 101), el erudito y fascinante trabajo Precursor de Lawrence de Arabia: la extra?a empresa de Leo Frobenius en Arabia y Eritrea (1914-1915), que ha sido incluso loado por Robert Fisk.
Hay en la aventura de Frobenius camellos, claro; viajes abracadabrantes, riesgo mortal, persecuciones, intrigas, paisajes ex¨®ticos... hasta salen el legendario crucero alem¨¢n Emden y el padre del c¨¦lebre Wilfred Thesiger. Uno de los episodios mejores es cuando al cruzar el mar Rojo el dhawl en que viajan los agentes alemanes es abordado por el crucero franc¨¦s Desaix: no los encuentran porque se esconden en el apestoso tanque sanitario del barco: es tentador verlo como met¨¢fora de que la misi¨®n de los chapuceros servicios secretos imperiales, era, con perd¨®n, una mierda. En un momento determinado, los pasos de Frobenius y Lawrence de Arabia casi se cruzan: el agente alem¨¢n viajar¨¢ en los trenes de la l¨ªnea de Hijaz que el valiente narcisista gal¨¦s se dedicar¨¢ muy poquito despu¨¦s a hacer saltar por los aires; de un pelo fue que no se encontraran los dos agentes, con un rifle o un rev¨®lver entre ellos.
Frobenius no es desde luego el ¨²nico (ni el m¨¢s adecuado) al que se le puede pegar el apelativo de Lawrence alem¨¢n. Para ser sinceros, lo hizo mucho mejor, entre otros, Wilhem Wassmuss, Wassmuss de Persia, que, vestido con ropajes del desierto, organiz¨® en 1915 la sublevaci¨®n de las tribus qasqai contra los brit¨¢nicos y sabote¨® oleoductos. Es verdad que Wassmuss, tambi¨¦n fue algo patosillo y, ay, perdi¨® sus c¨®digos.
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