El mensaje oculto de las fotograf¨ªas de las v¨ªctimas del franquismo
El antrop¨®logo Jorge Moreno analiza en ¡®El duelo revelado¡¯ la relaci¨®n de los represaliados con los escasos retratos de sus familiares fusilados, encarcelados o exiliados


Franco tambi¨¦n prohibi¨® llorar. Los familiares de los fusilados no pudieron enterrar a sus seres queridos, organizar funerales, hablar en p¨²blico del que faltaba en sus casas. As¨ª que durante a?os, sin cuerpo, l¨¢pida, ni derecho a recordar en voz alta, la ¨²nica forma de duelo para miles de viudas, hijos, padres o hermanos, fue contemplar, besar y hablar a sus fotograf¨ªas. Julia Madrid ten¨ªa la de su hermano frente a la cama, para que su rostro fuera lo primero que viera al despertarse y lo ¨²ltimo antes de rendirse y dormir. Sus hijas, Juli y Pauli Capilla, la recuerdan habl¨¢ndole a aquella foto, informando a su t¨ªo muerto de lo que segu¨ªan padeciendo los vivos. Otras veces esas im¨¢genes sirvieron para activar una b¨²squeda: sin m¨¢s informaci¨®n que una foto y el nombre del que nunca se hablaba, un nieto segu¨ªa el rastro hasta dar con la fosa com¨²n de su abuelo 70 a?os despu¨¦s.??
El r¨¦gimen no solo se dedic¨® a matar, sino a hacer desaparecer. Las fotos familiares eran una forma de dignidad y resistencia Jorge Moreno
El antrop¨®logo Jorge Moreno Andr¨¦s ha dedicado siete a?os a investigar la relaci¨®n de los represaliados del franquismo con estas fotograf¨ªas. El resultado es El duelo revelado, un libro editado por el CSIC que analiza 1.500 im¨¢genes de colecciones particulares y otras 4.000 m¨¢s procedentes de archivos espa?oles, franceses, estadounidenses y mexicanos. ¡°El r¨¦gimen no solo se dedic¨® a matar, sino a hacer desaparecer [por eso ocultaba los cuerpos en fosas comunes]. Las fotos familiares eran una forma de dignidad y resistencia¡±, explica.?
Las im¨¢genes fueron conservadas y heredadas. El tesoro pasaba de madres a hijas y de hijas a nietas. ¡°Son las mujeres las que construyen el linaje de la familia. Eran ellas, y m¨¢s las hermanas que las viudas, para proteger a sus hijos, quienes custodiaban las fotograf¨ªas¡±, explica Moreno.

Algunos familiares escondieron los retratos de sus desaparecidos? ¨Centre las p¨¢ginas de una Biblia, detr¨¢s de un cuadro, bajo una teja, en una grieta de la pared¡¨C para no provocar al bando de los asesinos cuando volv¨ªan de tanto en tanto a sus casas para recordar a los supervivientes que deb¨ªan tener miedo. En 2011, 36 a?os despu¨¦s de la muerte de Franco, un vecino de Hinojosas de Calatrava (Ciudad Real) pidi¨® a Moreno que al fotografiar la ¨²nica imagen que ten¨ªa de su padre, antiguo militante de la CNT, no le sacara la cabeza. El miedo segu¨ªa all¨ª.
A mi hermana y a m¨ª nos daban miedo aquellas fotos. Sab¨ªamos que aquel hombre no estaba vivo Luis Morales, hijo de fot¨®grafo
Manuela Le¨®n ten¨ªa enmarcada la foto de su padre fusilado en 1939, pero durante a?os la guard¨® en el desv¨¢n. Era bordadora y sus clientas, ¡°mujeres de derechas¡±, le hab¨ªan dicho que tener presente a su ¡°padre rojo¡± perjudicaba el negocio. En otros hogares, los retratos de los fusilados se colocaron junto a la mesilla de noche, para volver a verlos en sue?os, ¡°la gloriosa patria de los muertos¡±, que dec¨ªa Octavio Paz.
Para gran parte de la clase trabajadora, el acceso a su primer retrato fue a trav¨¦s de los fot¨®grafos ambulantes que acud¨ªan a las ferias y fiestas de los pueblos para retratar a familias ante paneles que simulaban ciudades o paisajes ex¨®ticos. As¨ª, los Calvo Navas posan en 1930 en las fiestas de San Juan de Aben¨®jar (Ciudad Real) delante de lo que parece Sevilla. Diez a?os despu¨¦s, la familia recurre de nuevo a un fot¨®grafo ambulante. El fondo es id¨¦ntico, pero cuesta reconocerlos. El padre ha sido fusilado y la madre est¨¢ presa, as¨ª que en la nueva composici¨®n, los hijos mayores ocupan el lugar de los padres en aquella estampa de 1930, con los m¨¢s peque?os en brazos. En esta segunda imagen, realizada para ser enviada a la c¨¢rcel, est¨¢ contenida la historia de muchos hogares espa?oles de posguerra: los ni?os ten¨ªan que ejercer de adultos y ponerse a trabajar para alimentar a los que ten¨ªan apenas unos a?os menos que ellos.
Aquellos retratos hechos por los fot¨®grafos ambulantes, como los del servicio militar, eran muy peque?os, de apenas nueve cent¨ªmetros. Para ampliarlos, poder enmarcarlos, o introducir a los que hab¨ªan desaparecido en montajes familiares, los represaliados acudieron a laboratorios que utilizaban una t¨¦cnica llamada brom¨®leo; dibujar sobre la imagen. Luis Morales, hijo de uno de aquellos fot¨®grafos, era apenas un ni?o, pero recuerda las visitas de mujeres ¨C¡°siempre eran mujeres¡±- de negro que acud¨ªan al establecimiento a pedir ayuda para ampliar su ¨²nico recuerdo. ¡°A mi hermana y a m¨ª nos daban miedo aquellas fotos. Sab¨ªamos que aquel hombre no estaba vivo¡¡±. Ellas no lo dec¨ªan al hacer el encargo, pero Luis no necesitaba o¨ªrlo para saberlo.
Las fotograf¨ªas tambi¨¦n formaban parte de la correspondencia que los presos intercambiaron con sus familias durante a?os y asum¨ªan el formato de mentiras piadosas. Los presos posaban para el r¨¦gimen los d¨ªas de fiesta bien vestidos, leyendo o haciendo deporte en prisi¨®n, porque aquellas im¨¢genes, con las que el franquismo quer¨ªa transmitir benevolencia, arrepentimiento o conversi¨®n, serv¨ªan tambi¨¦n para tranquilizar a sus familias. A su vez, en las casas, se retrataban para transmitir a los encarcelados que los hijos estaban bien. Felic¨ªsima Ortega conoci¨® a su ni?a al salir de prisi¨®n y su ni?a a ella gracias a las fotos que se hab¨ªan enviado a?o a a?o. ¡°Eran una herramienta fundamental para la supervivencia¡±, explica Moreno. Al preso le ayudaban a imaginarse fuera, a mantener la referencia de una vida normal. ¡°Beso la fotograf¨ªa y con eso me consuelo¡±, le explica en una carta desde la c¨¢rcel Santiago Vera a su mujer.
El antrop¨®logo analiza tambi¨¦n el intercambio de fotograf¨ªas de los exiliados con sus antiguos hogares. ¡°Aqu¨ª nunca se hablaba de aquello y en el exilio no se hablaba de otra cosa¡±, explica Moreno. Al principio, los exiliados ¡°se camuflaban, simulaban ser turistas frente a lugares t¨ªpicos o meros inmigrantes para hacer saber a su familia que hab¨ªan llegado vivos, pero no perjudicarles si el r¨¦gimen interven¨ªa la carta¡±. Con el tiempo, la correspondencia se fue normalizando y adoptando el formato de un diario de las ausencias. Las fotograf¨ªas tambi¨¦n muestran el dolor del regreso. Moreno pone un ejemplo: ¡°Un hombre se retrata en la puerta, en las escaleras, en cada dependencia de su antigua casa, como si fuera un monumento familiar... y en todas las fotograf¨ªas sale solo. Aqu¨ª ya no le queda nadie¡±.
?Qu¨¦ hace Clark Gable en un archivo franquista?
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El antrop¨®logo Jorge Moreno tambi¨¦n ha buceado en los archivos policiales del r¨¦gimen franquista porque inclu¨ªan una especie del ¨¢lbum fotogr¨¢fico de "rojos". En el Centro Documental de la Memoria Hist¨®rica hay una colecci¨®n de algo m¨¢s de 18.000 fichas. En el mismo archivo, se incluyen composiciones que muestran hasta d¨®nde se extend¨ªa el control y la vigilancia. As¨ª, en una misma hoja clasificatoria, aparecen retratos de pol¨ªticos, actores o intelectuales que el r¨¦gimen cre¨ªa que apoyaban a la Rep¨²blica, como el protagonista de Lo que el viento se llev¨®, Clark Gable.
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