Un coraz¨®n puro
Ajustado y vibrante montaje de El idiota de Dostoievski, con versi¨®n de Jos¨¦ Luis Collado y puesta en escena de Gerardo Vera
La versi¨®n y puesta de El idiota a cargo de Jos¨¦ Luis Collado y Gerardo Vera en el Mar¨ªa Guerrero me parecen m¨¢s ajustadas y vibrantes que las de Los hermanos Karamazov, su anterior trabajo dostoievskiano, que quiz¨¢s padec¨ªa de una cierta sobredosis, tanto de personajes como de peripecias. Y no debe haber sido f¨¢cil destilar en dos horas un libro de m¨¢s de ochocientas p¨¢ginas, pero las elipsis son de gran eficacia y las l¨ªneas narrativas est¨¢n mucho m¨¢s tensadas. Desde la primera escena, el encuentro del pr¨ªncipe Mishkin y Rogozhin en el tren, el relato te atrapa con fuerza. Mishkin es Fernando Gil, que en Los hermanos Karamazov fue el salvaje y atormentado Dmitri y aqu¨ª exhala una profunda bondad de sabio budista o santo laico. Le llaman ¡°el idiota¡± (ser¨ªa m¨¢s adecuado ¡°el inocente¡±), pero posee una intuici¨®n casi sobrenatural para captar la esencia de quienes le rodean, comprenderles y tolerarles. Gil combina ese aspecto con un melanc¨®lico sentido del humor (que me record¨® a Robin Williams) y parece flotar en torno al personaje esa suerte de aura que la leyenda atribuye a los epil¨¦pticos, como el propio Dostoievski: la que precede a la ca¨ªda y la p¨¦rdida de la conciencia. Rogozhin, con quien Mishkin entabla una compleja relaci¨®n fraternal, es Jorge Kent, al que vimos este oto?o en el montaje de Luces de bohemia de Sanzol, tambi¨¦n en el Mar¨ªa Guerrero: aqu¨ª hace un trabajo notable, con creciente peligrosidad.
Marta Poveda, a la que ya estaba echando de menos esta temporada, fue la Gr¨²shenka de los Karamazov, donde ya ten¨ªa muy buena qu¨ªmica con Fernando Gil. Aqu¨ª borda el papelazo de Nastasia Fil¨ªpovna, aut¨¦ntico im¨¢n de la historia, que desata las pasiones de Mishkin, Gavrila y Rogozhin, quien no la puede definir mejor: ¡°Cuando la vi por primera vez fue como si la ciudad se hubiera incendiado¡±. Hay pocas actrices de su generaci¨®n con esa fuerza, ideal para los roles de mujer fatal¨ªsima. Tambi¨¦n ha sido un placer ver a la veterana Yolanda Ulloa, a la que hac¨ªa tiempo que no aplaud¨ªa (culpa m¨ªa), y sirve el inteligente personaje de la Generala, otro hallazgo de reparto, con un poder¨ªo cercano a Mar¨ªa Luisa Ponte. Otro acierto de Vera: encomendar el rol de Aglaya Iv¨¢novna a Vicky Luengo, que en Madrid se dio a conocer como Robin Rose en Una vida americana, de Luc¨ªa Carballal. Aqu¨ª vuelve a estar estupenda en su pugna con Nastasia (que la llama ¡°princesita celosa¡±), especialmente en el el¨¦ctrico careo final. Dos actores de la Joven Compa?¨ªa de Jos¨¦ Luis Arellano, Alejandro Chaparro y Fernando Sainz de la Maza, interpretan con claridad y vigor a los dos hermanos Gavrila y Kolia. Abel Vit¨®n dibuja en una breve colaboraci¨®n al tortuoso Afanasi, el maduro protector de Nastasia. Ricardo Joven es el general Yepanch¨ªn, padre de Aglaya: elegante pero un poco envarado, en la lejana l¨ªnea de Tom¨¢s Blanco.
No es f¨¢cil destilar 800 p¨¢ginas en dos horas, pero las elipsis son eficaces y las l¨ªneas narrativas est¨¢n tensadas
Si Nastasia es un im¨¢n sensual, el pr¨ªncipe Mishkin es un catalizador que contagia a los personajes de su pureza pero tambi¨¦n les abre, con las mejores intenciones, las puertas del desastre, como si se sintieran repentinamente culpables de no ser tan bell¨ªsimas personas: Vera le contempla, perspicaz, como ¡°un c¨®ctel de orgullo, pasi¨®n e inocencia que a todos desborda¡±. El gran torbellino emocional del relato me hizo pensar en el tono de las primeras pel¨ªculas de Andrzej Zulawski, sobre todo la muy dostoievskiana Lo importante es amar, donde Jacques Dutronc encarnaba, en mi recuerdo, a un payaso con aires de Mishkin, y los personajes eran, como aqu¨ª, profundamente infelices y con muchas capas contradictorias. Ese ¡°alcohol Zulawski¡± impregna, a mis ojos, la larga escena del cumplea?os de Nastasia, para m¨ª la mejor y m¨¢s arriesgada del montaje, donde todas las tensiones alcanzan cotas casi expresionistas, iluminadas en dominantes rojos de pasi¨®n y fuego (y fuera de plano) por Juan G¨®mez-Cornejo. Esto me recuerda tambi¨¦n que la escenograf¨ªa, reconcentrada, esencialista (un ejemplo: la gran l¨¢mpara de Afanasi como centro y ¨²nico mobiliario de la fiesta), lleva la firma de Gerardo Vera, el vestuario vuelve a ser una preciosidad de Alejandro And¨²jar, y las videoescenas, siempre evocadoras, corren a cargo de ?lvaro Luna. Aplaudo igualmente el estupendo o¨ªdo de Vera y de Alberto Granados, que firma el espacio sonoro. Para muestra, dos botones: durante la velada central suena un interludio de Lady Macbeth en el Estado de Minks, de Shostak¨®vich, y la canci¨®n que ilustra el cambio de vestuario de Nastasia es la versi¨®n rusa de Gloomy Sunday a cargo de la cantante Severija, procedente de la gran serie alemana Berlin Babylon. La historia se va cerrando en s¨ª misma, hasta la clausura en la casa de Rogozhin (quiz¨¢s precisar¨ªa alg¨²n recorte ese pasaje), rematada por el seco y doliente ep¨ªlogo a cargo de la Generala, y la voz perdida y lejana del pr¨ªncipe.
El idiota. Texto: Fi¨®dor Dostoievski. Versi¨®n: Jos¨¦ Luis Collado. Direcci¨®n: Gerardo Vera. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Madrid. Hasta el 7 de abril.
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