Todos los caminos llevan a Roma (y a la televisi¨®n)
En 2018 se produjeron 184 pel¨ªculas mexicanas ?De qu¨¦ van? ?Qui¨¦n las hizo y para qu¨¦? ?Qui¨¦n las vio y qui¨¦n las va a ver?
El cine mexicano siempre ha pecado de emblem¨¢tico. Asume una figura, se proyecta en ella, la explota al extremo de vender no solo identidad sino caf¨¦, tinte, tarjetas de cr¨¦dito, como fue el caso de Mar¨ªa F¨¦lix, quien como sobreviviente de la edad de oro del cine mexicano supo venderse como monumento viviente de una gloria (pasada) que sobreviv¨ªa imponi¨¦ndose a todo, por encima de todo, no como un modelo a seguir sino como una figura de autoridad: al beber Nescaf¨¦ o te?irte el pelo con Miss Clairol ni la emulabas ni te parec¨ªas m¨¢s a ella. Mar¨ªa F¨¦lix te dec¨ªa en la pantalla que hacer, o mejor dicho, que comprar, y t¨² la obedec¨ªas. Algo semejante sucedi¨® con Ignacio L¨®pez Tarso o Anthony Quinn. Y no es que la edad de oro del cine mexicano se hubiera acabado, solo cambi¨® de estrategias y aparato, se convirti¨® en televisi¨®n. El misterio que se ha cultivado alrededor de la muerte por avionazo de Pedro Infante es comparable a la p¨¢tina que se la quiso dar a las f¨®rmulas y producci¨®n del cine nacional de los cuarentas y los cincuentas que se transmit¨ªa por televisi¨®n abierta para llenar la programaci¨®n.
Se a?ora una ¨¦poca por el imaginario que gener¨® o por una industria que se manten¨ªa boyante todav¨ªa a finales de los a?os cincuenta, cuando aparece la televisi¨®n y sufre una crisis (por mucho que el cine fuera a color cuando la televisi¨®n era todav¨ªa en blanco y negro) para sufrir una transformaci¨®n en sus usos, para quedar relegado. Por una parte, el cine se convirti¨® en una extensi¨®n donde pod¨ªamos vernos a oscuras con Silvia Pinal, Capulina, Ang¨¦lica Mar¨ªa, Enrique Guzm¨¢n y dem¨¢s estrellas televisivas y por otra, al amparo de santos como Bu?uel y Eisenstein, combativa, cr¨ªtica, una vertiente de realismo que nos traer¨ªa por una parte el cine de autor mexicano (ese que va y se pasea en los festivales) y por otro, el cine de ficheras (que luego devino en videohome).
Desde entonces, por mucho que se quisiera vender como un acontecimiento ¨Cten¨ªa que venderse como tal¨C cuya actualidad quedaba determinada por una parte por el n¨²mero de semanas en cartelera, y luego, por el lapso que existir¨ªa entre el estreno en sala y el estreno por televisi¨®n,? pasando sin ver por las tecnolog¨ªas y formatos que se han vuelto obsoletos frente a la portabilidad de los artefactos y la disponibilidad en red de los contenidos audiovisuales, podemos decir que, cuando ese lapso no existe o es m¨ªnimo, como fue con el estreno en Netflix de Roma, la pel¨ªcula en la que retrata Alfonso Cuar¨®n su infancia peque?o burguesa en un barrio de la Ciudad de M¨¦xico, las exhibidoras nacionales (quienes encima han extendido sus tent¨¢culos hacia la producci¨®n y distribuci¨®n) se negaron rotundamente a asumir los gastos para estrenar la pel¨ªcula en sus salas, misma que, por mucho acontecimiento que fuera, podr¨ªa verse una semana despu¨¦s por televisi¨®n a trav¨¦s de la plataforma de servicios de entrenamiento que la produjo.
Las reacciones ante la negativa de las exhibidoras no se hicieron esperar. Se hizo un llamado a trav¨¦s de las redes sociales para que fu¨¦ramos solidarios con Alfonso Cuar¨®n apoy¨¢ndolo con salas de exhibici¨®n o un espacio que fuera adecuado para proyectar la pel¨ªcula. Cualquier expectativa que (se) tuviera al respecto de Roma, de sus costos y proceso de producci¨®n, que va desde la vocaci¨®n manierista (?luz, m¨¢s luz, luz de verdad!) que implica volar los techos de la casa de su familia en la calle de Tepeji para iluminar a la antig¨¹ita, hasta los chismes sobre los retrasos, las negociaciones y el empecinamiento que lo llevar¨ªa a realizar su proyecto m¨¢s personal, cambi¨® con ese gesto fraterno y solidario que surgi¨® a nivel nacional. No puedo sino sentirme maravillado por el arrastre que alcanz¨® como fen¨®meno cultural cuando se le cerraron las puertas de las grandes exhibidoras. Ver Roma en pantalla grande se convirti¨® en una consigna, algo que hab¨ªa que hacer, de una forma u otra. Los boletos se agotaron r¨¢pidamente en las pocas salas en las que se exhibi¨®, convirti¨¦ndolo en un privilegio, o mejor dicho, en un acto al que hab¨ªa asistir para ver y ser visto. Habr¨¢ quien se quedara en casa a verla, o fuera a casa de un amigo que si tuviera Netflix.
Es significativo que con esta ¨²ltima apropiaci¨®n ¨Cel cine devenido en televisi¨®n¨C el cine haya regresado a las salas para hacer una diferencia. Mucho m¨¢s ahora que la televisi¨®n ha devenido ¨Cotra vez y de manera triunfante¨C en cine. No se aceptan devoluciones, la versi¨®n tropicalizada que hizo Eugenio Derbez de Kramer vs. Kramer hab¨ªa vuelto a abrir el camino para figuras, f¨®rmulas y contenidos televisivos a las salas de cine. En los ¨²ltimos tres a?os se han producido en M¨¦xico m¨¢s de quinientas pel¨ªculas. Nada m¨¢s en 2018 se produjeron ciento ochenta y cuatro (seg¨²n n¨²meros dados por el IMCINE), cifra que marca un hito en la producci¨®n nacional. Unas cincuenta m¨¢s que en 1958, con las rancheras y los melodramas todav¨ªa en pleno apogeo. De esas ciento cincuenta y ocho se estrenaron, seg¨²n la Canacine, ciento diecis¨¦is.
Es un n¨²mero impresionante y casi ¨Cdir¨ªa¨C escandaloso: ?de qu¨¦ van estas ciento ochenta pel¨ªculas? ?Qui¨¦n las hizo y para qu¨¦? ?Qui¨¦n las vio y qui¨¦n las va a ver? Existe margen suficiente como para que los sitios de internet nos presenten listas de hasta veinte pel¨ªculas. Seg¨²n la Canacine, las m¨¢s taquilleras fueron comedias familiares y rom¨¢nticas. Ya veremos, hecha con el mismo machote sensiblero de Kramer vs. Kramer por Pedro Pablo Ibarra (quien viene de hacer Capadocias e Ingobernables), ingres¨® en taquilla m¨¢s de catorce millones de d¨®lares, La Boda de Valentina, retablo biling¨¹e de choques culturales dirigido por Marco Polo Constandse (quien empez¨® trabajando con Robert Rodr¨ªguez) gan¨® poco menos de tres millones de d¨®lares y Una mujer sin filtro, veh¨ªculo quasi-feminista de Luis Eduardo Reyes (quien empez¨® de guionista de Silvia Pinal) poco m¨¢s de cinco millones. M¨¢s que el espectro de las producciones, que no deja de ser general, lo que es significativo es que la gente quiera salir de sus casas para ver contenidos escapados de la televisi¨®n. Y es obvio que lo que les interesa de ir al cine es pasar un buen rato. Sus precedentes no dejan de ser locales mientras que los precedentes de Roma y las consecuencias sociales, culturales y pol¨ªticas que ha tra¨ªdo consigo vienen de otro lado, de ese mismo lado al que se fueron Alfonso Cuar¨®n y Emmanuel Lubeski, y al que se llevaron tambi¨¦n a Yalitza Aparicio. Todo el aparato, el alarde visual, las referencias y los homenajes ¨Cincluso el blanco y negro¨C los inscriben en una universalidad que trasciende lo hollywoodense. ?Qu¨¦ es lo que nos vende? Supongo que un suced¨¢neo a la identidad (que no al caf¨¦). ?Qu¨¦ es lo que nos vender¨¢? Est¨¢ todav¨ªa por verse.
Ricardo Pohlenz es cr¨ªtico de cine.?
Babelia
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