Yo era de Dylan
No s¨¦ si es la edad, el feminismo o tener alg¨²n ¡®dylan¡¯ en el armario que de cerca no molaba tanto, pero el arquetipo ya no parece tan irresistible
Con cebolla y de Dylan. Pocas cosas tan claras en la vida. En octubre de 1991 Telecinco estren¨® Sensaci¨®n de vivir en Espa?a y toda una generaci¨®n de adolescentes que dec¨ªa Sensa, eligi¨®. Entre Brandon y Dylan no hab¨ªa color, desde el nombre hasta la altura del tup¨¦, Dylan molaba m¨¢s (?dec¨ªamos entonces molar?). Todo est¨¢ borroso ahora, las tramas locas, las traiciones, los arrejuntes. Puede que no recordemos qu¨¦ pasaba en aquel c¨®digo postal, 90210, pero le recordamos a ¨¦l, quit¨¢ndose el casco a horcajadas sobre la moto. El chico malo con buen fondo al que quer¨ªas cambiar.
El actor Luke Perry muri¨® el lunes en el hospital mientras se recuperaba de un derrame cerebral. Rodeado de sus hijos, de quien estuvo siempre muy cerca, su madre, su padrastro, sus hermanos¡ Su exmujer y su prometida, pocas cosas mejores se pueden escribir sobre alguien en un obituario. Ten¨ªa 52 a?os, dicen que era un encanto, y esto no trata sobre ¨¦l, sino sobre aquel chaval de 16 que interpret¨® cuando ten¨ªa 24 y marc¨® a la generaci¨®n X. La misma que ahora se vuelca en art¨ªculos nost¨¢lgicos sobre lo perfecto, buen novio, elocuente y esp¨ªritu libre que era Dylan McKay, el rebelde que le¨ªa a Virginia Woolf. Yo era de Dylan, de Dylan a tope, pero ?en serio?
Con arrugas en la frente y un Porsche Speedster, Dylan viv¨ªa deprisa. En las ocho temporadas en las que apareci¨® fue alcoh¨®lico y exalcoh¨®lico, heroin¨®mano y exdrogadicto, se qued¨® hu¨¦rfano (aunque luego no) y hasta viudo. Quitando a su esposa, conoci¨® a dos chicas que le cambiaron la vida (al final, eligi¨® a la rubia, vaya chasco). Todo ello mientras t¨² estudiabas para Selectividad y beb¨ªas Malib¨² con pi?a en una ciudad que no ten¨ªa la m¨¢gica luz rosada de Los ?ngeles. No ¨¦ramos idiotas, hab¨ªamos visto Twin Peaks, ten¨ªamos el Nevermind, pero hab¨ªa algo en aquellos pijos y sus vidas rocambolescas que te obligaba a mirar y a enamorarte. O igual eran solo las hormonas.
Ahora, no s¨¦ si es la edad, el feminismo o tener alg¨²n dylan en el armario que de cerca no molaba tanto, pero el arquetipo ya no parece tan irresistible. Los hombres que rompen cosas y dan un poco de miedo, aunque sea, ya sabes, en plan bien, mejor mantenerlos a distancia. Adem¨¢s, nadie cambia si no quiere, e intentarlo requiere demasiada energ¨ªa. Qu¨¦ pereza los intensos, los heridos, los impredecibles que un d¨ªa desaparecen en el horizonte con su moto para pensar, ?pensar en qu¨¦, si tienes un fondo fiduciario y pelazo? Quiz¨¢s antes era de Dylan y ahora me he convertido en su madre. Me dan ganas de avisarle, tranquilo, nada es tan importante, frena, todo pasa, m¨¢s r¨¢pido de lo que crees a pesar de tu vida crazy en Beverly Hills. Tus ¨ªdolos adolescentes morir¨¢n demasiado pronto, cuida de los tuyos, disfruta, sonr¨ªe. ¡°Deja que los puentes que quemo iluminen mi camino¡±, le dice Dylan a Brandon cuando intenta ayudarle tras una reca¨ªda. Mejor no quemes nada, muchacho; cuida tus rodillas, usa protector solar y ten amigos hasta en el infierno, que no sabes la de vueltas que da la vida. Por ejemplo: hace un par de a?os, la rebelde frase de los puentes fue estampada en una sudadera de la marca Vetements que se hizo viral. Precio de la iron¨ªa: 1.189 euros.
Y sin embargo, hay tardes que si apareciese Dylan con el descapotable en la puerta del trabajo volver¨ªa sin duda a la certeza de los 16.
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