Desolaci¨®n
Las campa?as de comunicaci¨®n del Real Madrid insist¨ªan en convertir en un mantra la arrogante afirmaci¨®n de que eran los mejores del mundo. ?Qu¨¦ vamos a contar ahora?
Aseguran los entendidos que el apocalipsis siempre env¨ªa anticipados mensajes. Seg¨²n Cohen, todo el mundo sab¨ªa que el barco se estaba hundiendo y que el capit¨¢n minti¨®. Camus llegaba m¨¢s lejos, la peste despertar¨ªa a sus ratas y regresar¨ªa para siempre a la ciudad. El martes, a las once de la noche, estaba confirmado en el Bernab¨¦u que aquello no era ficci¨®n literaria, sino algo insoportablemente real, la sensaci¨®n que acompa?a al derrumbe absoluto, a la humillaci¨®n, a la gangrena que corro¨ªa al irresponsable gigante desde hace mucho tiempo.
Esas premonitorias se?ales flotaban desde el ¨²ltimo d¨ªa de gloria, cuando el Real Madrid vuelve a sentirse en Kiev como el m¨¢s guapo, el m¨¢s rico, el m¨¢s feliz. No es normal que en esa fiesta suprema sus descerebradas estrellas Ronaldo y Bale empiecen a lloriquear, a lamentarse del trato que reciben, a no sentirse lo suficientemente venerados, a amenazar con su despedida. El repulsivo gimoteo lo protagonizan multimillonarios que deben ejercer como profesionales (o sea, tener lo que hay que tener, hacer lo que hay que hacer) y que, si aparte de sus mareantes n¨®minas necesitan inaplazablemente el amor del universo, deber¨ªan optar por comprarse un perro u otros animalitos de incuestionable fidelidad. El segundo s¨ªntoma alarmante es que Zidane, o sea, la calidad y la calidez, la elegancia y la jefatura racional, decida salir corriendo y hacia ninguna parte despu¨¦s de ese triunfo que deber¨ªa provocar m¨¢s hambre de gloria. ?Qu¨¦ razones ten¨ªa? No le imagino cobarde. Tal vez obedec¨ªa a datos incontestables y un exceso de lucidez.
Las campa?as de comunicaci¨®n del Real Madrid insist¨ªan hasta el mareo en convertir en un mantra la arrogante, continua y borreguil afirmaci¨®n de aficionados y jugadores de que eran los mejores del mundo. ?Qu¨¦ vamos a contar ahora? Se rumorea una abyecci¨®n, el retorno de Mourinho. Si esa barbaridad ocurriera, ser¨ªan dignos el uno del otro.
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