La Rep¨²blica dijo no a Dal¨ª
El hallazgo de una carta enviada por el pintor surrealista al arquitecto Sert resuelve el enigma de por qu¨¦ no particip¨® con Picasso y Mir¨® en el Pabell¨®n de Par¨ªs de 1937
Una carta conservada en el fondo Josep Llu¨ªs Sert de la Francis Loeb Library de Harvard resuelve el misterio de por qu¨¦ Salvador Dal¨ª no particip¨® en el pabell¨®n de la Rep¨²blica en la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs de 1937. La carta, archivada en la carpeta de las misivas sin fecha, fue escrita por el pintor ampurdan¨¦s en marzo de 1937 al arquitecto Sert, coautor, con Luis Lacasa, del pabell¨®n espa?ol.
Dal¨ª, de 32 a?os, acababa de regresar a Par¨ªs tras una estancia triunfal en Estados Unidos. Hab¨ªa expuesto con ¨¦xito apote¨®sico en la galer¨ªa?Julien Levy de Nueva York. Estrella de la hist¨®rica exposici¨®n sobre dada¨ªsmo y surrealismo del MoMA, la revista Time le dedic¨® su portada y, en plena conversi¨®n del marxismo de Karl Marx al marxismo de los Hermanos Marx, hab¨ªa acordado hacer una pel¨ªcula con Harpo.
Al llegar a Par¨ªs se encontr¨® con las obras del pabell¨®n ya iniciadas y con que el Gobierno republicano, que no pensaba contar con ¨¦l, hab¨ªa encargado a Picasso la realizaci¨®n del gran mural que acabar¨ªa siendo el Guernica. ¡°Hace unos d¨ªas que he llegado a Par¨ªs y me ha sorprendido que no hay¨¢is dicho ni propuesto nada para el pabell¨®n espa?ol¡±, escribe en su peculiar catal¨¢n a Sert. Este documento sale ahora a la luz. Y responde a la pregunta que dej¨® en el aire Ian Gibson en su monumental biograf¨ªa del pintor: ¡°?Se invit¨® a Dal¨ª a participar en el pabell¨®n¡? Es probable, aunque hasta ahora no ha aparecido documentaci¨®n alguna¡±.
La Exposici¨®n ten¨ªa que inaugurarse en mayo y dos meses antes Dal¨ª no hab¨ªa recibido ning¨²n encargo, mientras Picasso, a quien cre¨ªa que hab¨ªa superado art¨ªsticamente, cargaba con todos los honores del liderazgo del arte espa?ol. Es muy posible que fuera entonces cuando el artista irrumpiera de forma airada en el despacho parisino que el director general de Bellas Artes, Josep Renau, ten¨ªa en la embajada de Espa?a.
La an¨¦cdota la cont¨® el joven cartelista (29 a?os) ya en su ancianidad, con la memoria fr¨¢gil y numerosas contradicciones, en Albures (1981): ¡°Poco despu¨¦s de mi segunda entrevista con Picasso y estando dict¨¢ndole algo a la secretaria, irrumpi¨® inopinadamente Salvador Dal¨ª en el gabinete. A primeras de cambio y sin miramiento alguno, se puso a increparme a voz en grito: que si en el Gobierno no se sab¨ªa nada de lo que pasaba en Par¨ªs; que si Picasso estaba ya acabado y era un grand¨ªsimo reaccionario¡; que si el ¨²nico pintor espa?ol comunista en Par¨ªs era ¨¦l¡; que si le dej¨¢bamos en el primer lugar¡ La visita me cay¨® como una piedra. Por aquel entonces yo era bastante impulsivo y me falt¨® la sangre fr¨ªa. Me levant¨¦ de un brinco de la silla para decirle que no estaba acostumbrado a que nadie me gritara: que si ten¨ªa algo que reclamar pod¨ªa hacerlo desde all¨ª mismo ¡ªse?al¨¢ndole el tel¨¦fono¡ª a mi ministro, al jefe del Gobierno y hasta a la propia Presidencia de la Rep¨²blica¡¡±. Renau le dio un momento la espalda para buscar su agenda de direcciones y al volver la cabeza, Dal¨ª hab¨ªa desaparecido, sin despedirse.
Renau, en diversas entrevistas realizadas a lo largo de su vida, ofreci¨® datos contradictorios. Dijo que Dal¨ª figuraba en el segundo lugar de su lista de artistas invitados, despu¨¦s de Picasso, y en otras ocasiones, asegur¨® que ese segundo lugar lo ocupaba Mir¨®. Sert siempre dijo que todo lo relativo a la organizaci¨®n del pabell¨®n fue fruto de la improvisaci¨®n constante. De hecho, a Mir¨® no se le encarg¨® el mural de Le Faucheur, hoy perdido, hasta el 25 de abril, un d¨ªa antes del salvaje bombardeo alem¨¢n sobre Gernika. No hay papel oficial que lo acredite, pero as¨ª lo indica el alborozo del artista catal¨¢n al escribir ese d¨ªa al menos dos cartas: una a B?ske, esposa del m¨²sico George Antheil, y otra a su marchante Pierre Matisse. Les da la noticia: ¡°El Gobierno espa?ol me acaba de encargar decorar el pabell¨®n espa?ol en la exposici¨®n de 1937. S¨®lo Picasso y yo hemos sido solicitados¡±. La misma premura tuvo Calder, a quien Sert encarg¨® su famosa fuente de mercurio en mayo. Ninguno de ellos quiso cobrar m¨¢s que los materiales: Mir¨®, apenas 464 francos.
Mar¨ªa del Mar Arn¨²s publicar¨¢ en mayo la amplia biograf¨ªa Sert, arquitecto (Anagrama) en la que cita la carta de Dal¨ª. El hecho de que la historiadora y cr¨ªtica de arte sea miembro de la familia Sert le ha facilitado el acceso a testimonios directos y a los archivos personales: ¡°Fui a ver a su secretaria y ella me dio una caja y me dijo que la ten¨ªa preparada desde hace a?os y que por fin ven¨ªa alguien a buscarla¡±. Seg¨²n la historiadora, tanto Sert como el grupo de amigos que se reun¨ªan casi cada d¨ªa en al Caf¨¦ de Flore (Picasso, Mir¨®, Huidobro, Chagall, Aub, Braque, Calder, Larrea, Aragon o Zervos) no perdonaban, en un momento tan tr¨¢gico, la deriva fr¨ªvola de Dal¨ª, y sobre todo, que se hubiera negado a firmar el manifiesto de intelectuales que condenaba el nazismo. Tampoco que se exhibiera sin reparos junto al futurista Marinetti, su ¨ªdolo de juventud y defensor de la idea de que la guerra era un instrumento necesario para el triunfo del fascismo. El ayudante de Sert, Antonio Bonet, tambi¨¦n cont¨® al historiador Fernando Mart¨ªn que el arquitecto hab¨ªa vetado a Dal¨ª.
Sert era miembro del comit¨¦ antifascista desde la invasi¨®n de Abisinia (1935) por parte de Mussolini, que hab¨ªa enviado tropas para combatir junto a Franco, mientras bombardeaba poblaciones como Barcelona y Gernika.
Dal¨ª, por su parte, hab¨ªa recibido con inmenso dolor los asesinatos de Lorca por los falangistas y de amigos ampurdaneses por los anarquistas. Al mismo tiempo se le hab¨ªan abierto los salones de la aristocracia europea y de coleccionistas estadounidenses reacios al comunismo. Adem¨¢s, tanto Renau como el ministro de Instrucci¨®n P¨²blica, Jes¨²s Hern¨¢ndez, eran partidarios del realismo social que ejemplificaban en los mexicanos Rivera o Siqueiros.
Jos¨¦ Gaos, comisario del Pabell¨®n, se neg¨® a la petici¨®n de Sert de que Juli Gonz¨¢lez sustituyera la escultura Montserrat?por otra abstracta. La pugna entre quienes defend¨ªan un arte de propaganda y un arte innovador estuvo a punto de conseguir que la obra Aviones negros, de Horacio Ferrer de Morgado, desplazara al Guernica de Picasso. Si este sector consideraba a Picasso y a Mir¨® pintores burgueses que hab¨ªan huido de Espa?a y practicaban un arte que no entend¨ªa el proletariado, las extravagancias de Dal¨ª eran sencillamente demasiado.
Seg¨²n Arn¨²s, Sert dijo de alg¨²n modo a Dal¨ª que se fuera con sus amigos fascistas y le aconsej¨® que no entrara m¨¢s en el pabell¨®n, inaugurado finalmente el 12 de julio. En la prensa republicana de 1937 ya se tilda a Dal¨ª de franquista y traidor. ¡°Yo¡±, escribi¨® Dal¨ª en Vida secreta, ¡°simplemente continuaba pensando y no quer¨ªa que se me llamase otra cosa que Dal¨ª. Pero ya la hiena de la opini¨®n p¨²blica se escurr¨ªa en torno m¨ªo, pidi¨¦ndome con la babeante amenaza de sus expectantes colmillos que me decidiera por fin, que me hiciera estalinista o hitlerista. ?No, no, no, y mil veces no! ?Continuar¨ªa siendo, como siempre y hasta la muerte, daliniano y ¨²nicamente daliniano!¡±.
Ian Gibson cree que la tesis del veto a Dal¨ª ¡°es del todo razonable¡±. V¨ªctor Fern¨¢ndez, autor de numerosos libros sobre el pintor ampurdan¨¦s y sobre Lorca, afirma que la carta dada a conocer ahora ¡°es muy importante¡±. ¡°Es la primera vez que tenemos un documento original y contempor¨¢neo a los hechos. Hasta ahora solamente nos bas¨¢bamos en hip¨®tesis y rumores¡±.
Sobre el paso de Dal¨ª del comunismo al franquismo, apunta: ¡°A Dal¨ª se le ha tildado de franquista antes de Franco, pero no es as¨ª. Durante la guerra quiso colaborar con la Rep¨²blica y le pidi¨® a su amigo de infancia Jaume Miravitlles, comisario de Propaganda de la Generalitat, que le diera el cargo de comisario general de la imaginaci¨®n p¨²blica, con la Pedrera de Gaud¨ª como sede. Miravitlles le dijo que se olvidara del tema, que suficientes l¨ªos ten¨ªan¡±.
¡§Diga a Miravitlles que trabajo en lo que me ha encargado¡±, pide Dal¨ª a Sert en la carta citada. ?A qu¨¦ se refiere? ?A una gesti¨®n o a una obra? Hay otro proyecto que las biograf¨ªas de Dal¨ª no recogen. Lo cont¨® Joan Alavedra, director de la Instituci¨® del Teatre de Barcelona en Mi Revista (1937): ¡°Trata?bamos de convertir la Nausica, de Maragall, en especta?culo con mu?sica y ballets, para representarla en el Pabello?n Espan?ol. Para ello se habi?a de convertir el enorme patio del mismo en una de las maravillosas ensenadas de Cadaque?s, la bella poblacio?n del litoral ampurdane?s. El proyecto fue acogido con gran alborozo por Sert y Dali?, que se ofrecieron a realizar la obra de escenografi?a; y, como es natural, hicimos calendarios sobre su puesta en pra?ctica. La mu?sica podi?a ser de Mompou o de Gerhard. Las danzas las dirigiri?a Teresina Boronat¡±.
La revista sat¨ªrica L¡¯Esquella de la Torratxa tambi¨¦n cita el proyecto frustrado destinado a la Quincena Catalana de Par¨ªs, organizada por la Generalitat catalana, no por el Gobierno republicano. ¡°El se?or Dal¨ª estuvo en?pourparlers para encargarse de la parte escenogr¨¢fica de unas representaciones teatrales que se quer¨ªan dar en el Pabell¨®n de la Rep¨²blica Espa?ola en la Exposici¨®n de Par¨ªs. El proyecto no fue adelante y no porque el se?or Dal¨ª no tuviera ganas, sino porque surgieron dificultades de otro orden¡±.
La misiva que estaba oculta en Harvard
A continuaci¨®n, reproducimos la carta conservada en el fondo Josep Llu¨ªs Sert de la Francis Loeb Library de Harvard. Fue enviada por Dal¨ª en marzo de 1937 al arquitecto Sert.
"Par¨ªs 101 bis Rue de la Tombe-Issoire (14) telefon Gala 86-58.
Apreciado amigo. Hace unos d¨ªas que he llegado a Par¨ªs y me ha sorprendido que no hay¨¢is dicho ni propuesto nada para el pabell¨®n espa?ol y me gustar¨ªa hablar de esta cuesti¨®n. Zervos me dice que ma?ana march¨¢is a Barcelona. ?Quer¨¦is telefonearme por la ma?ana para intentar vernos un momento? Si no nos vi¨¦ramos, diga a Miravitlles que trabajo en lo que me ha encargado.
Un abrazo de vuestro amigo, Dal¨ª".
Babelia
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