Me quito el sombrero
En los ¨²ltimos tiempos, algunas j¨®venes investigadoras han decidido reconstruir el relato de todas esas mujeres que fueron sistem¨¢ticamente tachadas por unos y por otros
Alguien dijo que los sombreros se hab¨ªan inventado m¨¢s para quit¨¢rselos que para pon¨¦rselos, refiri¨¦ndose al gesto de los caballeros para mostrar su respeto hacia las se?oras en el saludo. Por su parte, las damas lo usaban como s¨ªntoma de recato y coqueter¨ªa, al ser el sombrero una prenda de distinci¨®n, clase y hasta de actitudes pol¨ªticas. Por eso, cuando Maruja Mallo, Garc¨ªa Lorca, Dal¨ª y Margarita Manso ¡ªestudiantes de la Academia de Bellas Artes de San Fernando¡ª se lo quitan en rebeli¨®n y deciden pasear por la Puerta del Sol a cabeza descubierta ¡ªlo contaba Mallo en el Madrid de los a?os ochenta¡ª tienen que escuchar insultos a su paso.
Los sinsombreristas eran increpados por subvertir las buenas costumbres y desde ese d¨ªa Mallo no volver¨ªa a ponerse un sombrero y Dal¨ª tampoco, si exceptuamos la barretina, otra forma rebeli¨®n, imagino. Lorca no tuvo oportunidad de decidir, fusilado por los franquistas al poco de empezada la guerra, y Margarita Manso se desvaneci¨®, como tantas otras mujeres, en su caso traspapelada adem¨¢s al abdicar de su vida vanguardista, casada en primeras nupcias con el pintor Ponce de Le¨®n, falangista asesinado por el bando contrario. Al volverse a casar, al precipitarse hacia la feminidad exigida en Espa?a tras la guerra, volvi¨® a ponerse sombrero, incluso metaf¨®ricamente hablando. Otra historia extraviada en un pa¨ªs como el nuestro donde la Historia est¨¢ llena de huecos.
En los ¨²ltimos tiempos, algunas j¨®venes investigadoras han decidido, no obstante, reconstruir el relato de todas esas mujeres que, dentro, fuera o en los m¨¢rgenes del franquismo, fueron sistem¨¢ticamente tachadas por unos y por otros, como ha pasado con las mujeres desde las posiciones progresistas tambi¨¦n, que nadie se enga?e. Mar¨ªa Ros¨®n ha publicado G¨¦nero, memoria y cultura visual en el primer franquismo, y en unas semanas aparecer¨¢ el libro Las artistas del exilio republicano espa?ol, de Carmen Gait¨¢n. La ¨²ltima es, junto con Idoia Murga ¡ªcomisaria de la muestra La danza de la Edad de Plata en la Residencia de Estudiantes¡ª, editora de las memorias de la escen¨®grafa y dise?adora Victorina Dur¨¢n. A este esfuerzo investigador, tan necesario en Espa?a, donde durante a?os se ha hablado de ¡°feminismo¡± a menudo sin llevar a cabo investigaci¨®n primaria, se unen el Cat¨¢logo razonado de Maruja Mallo ¡ªen preparaci¨®n desde la galer¨ªa Guillermo de Osma¡ª; las reediciones de Carmen de Burgos y Concha M¨¦ndez en Cuadernos del vig¨ªa; o los art¨ªculos literarios de Clara Campoamor, de la Fundaci¨®n Santander.
Se suma a estas investigaciones imprescindibles el documental Las Sinsombrero 2, dirigido por Manuel Jim¨¦nez y centrado en las mujeres del exilio interior, entre ellas Manso. Se emiti¨® el domingo en La 2 y se ha podido ver tambi¨¦n en La Cineteca. Me pongo ahora el sombrero para quit¨¢rmelo frente a cada una de estas historias extraviadas. A sus pies, se?oras.
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