P¨¦rez Reverte: ¡°Los espa?oles somos peligrosos. Vamos a acabar mal¡±
El autor presenta en Madrid ¡®Una historia de Espa?a¡¯ con una serie de art¨ªculos publicados durante cuatro a?os en 'XL Semanal'
Arturo P¨¦rez-Reverte ha presentado este mi¨¦rcoles su nuevo libro, Una historia de Espa?a (Alfaguara), junto a su editora, Pilar Reyes, en el hotel Palace de Madrid. Se trata de un volumen que re¨²ne 92 art¨ªculos escritos en?XL Semanal?(grupo Vocento) publicados a lo largo de cuatro a?os.?Arden ya las redes a ambos lados del Atl¨¢ntico¡ ?l se entrega a un soliloquio noventayochista con matices de esperanza, que reproducimos a continuaci¨®n. Negro, pero no tanto:
Somos un pa¨ªs en demolici¨®n y quiz¨¢s nos lo merezcamos. Pero hay que saber por qu¨¦ nos lo estamos cargando"
¡°Yo no soy historiador, ni quiero serlo¡ Leo Historia, me gusta mucho. Es lo que explica el presente, la luz que nos permite comprenderlo. Durante cuatro a?os he escrito estos art¨ªculos bajo una mirada personal, subjetiva, parcial. Pero no quiero suplantar a los historiadores, sino guiar a la gente para que luego vayan a buscar sus libros. Cuando tienes canas en la barba uno se da cuenta de que la mirada sobre Espa?a no es agradable siempre. Seg¨²n yo lo veo, hay cuatro maneras de afrontarla. La primera, desde una ¨®ptica de derechas, que ensalza una serie de episodios ¨¦picos, los blasones de la grandeza y el imperio: los tercios, la reconquista, pero con una falta de lucidez cr¨ªtica sobre su env¨¦s. Otra mirada es la de izquierdas, completamente opuesta, empe?ada en buscar siempre lo negativo. Para ellos la conquista fue un genocidio y la presencia en Europa, brutalidad. Son dos visiones parciales. Una empe?ada en blanquear y otra en oscurecer.
La izquierda le ha cedido a la derecha la Historia y lo ha hecho gratis
Luego est¨¢ la de los nacionalismos perif¨¦ricos. Para ellos, Espa?a no existe, se estudia de manera parcial, no general. Y por ¨²ltimo, queda la que m¨¢s me gusta a m¨ª. La que cuenta que este es un pa¨ªs donde pasaron muchas cosas durante muchos siglos y que blanquearlas es tan malo como ocultarlas pero que nos une una especie de cemento com¨²n que justifica todo. Cuando te colocas en ese punto te llueven hostias por todos lados. Por eso decid¨ª hacer la historia que no le gustara a nadie, solo a m¨ª. Y es amarga. No hab¨ªa le¨ªdo los art¨ªculos todos seguidos y al revisarlos para el libro me di cuenta de que era amargo. ?Por qu¨¦? Por los propios espa?oles. No han tenido la culpa las invasiones, ni las hambrunas. Ha sido nuestra manera de hacerlo. El resultado no ofrece una experiencia feliz, sino una sucesi¨®n de ocasiones perdidas. Cuando estamos a punto de tocar el cielo, perdemos el tren. Y seguir¨¢ ocurriendo porque padecemos un problema de educaci¨®n y de memoria.
Ning¨²n pa¨ªs de Europa tiene un impulso suicida parecido al nuestro
Por eso hoy, cualquier joven queda a expensas de la manipulaci¨®n de cualquier populismo. Les falta saber qui¨¦nes son, de d¨®nde vienen, qui¨¦nes fueron y qu¨¦ hicieron sus padres y sus abuelos. Por eso no puedo evitar que me invada cierta melancol¨ªa. La izquierda le ha cedido a la derecha la Historia y lo ha hecho gratis. La derecha se ha envuelto en esa bandera y esa cesi¨®n y la apropiaci¨®n se han convertido en un asunto delicado. Sin educaci¨®n, los j¨®venes no van a saber hacer frente a los lobos, sean rojos o negros. No todo ocurri¨® con Franco. Aquello fue una reca¨ªda, ven¨ªa de atr¨¢s. Al caer la memoria, cae el futuro. Ponemos a las ovejas a merced del lobo y as¨ª no podr¨¢n hacer frente al siglo XXI. Sin embargo, veo los s¨ªntomas y al bucear en la Historia me siento optimista tambi¨¦n, encuentras cosas fascinantes. A pesar de la amargura, no lo puedo evitar. Sales, pones el o¨ªdo y te das cuenta de que vives en un pa¨ªs formidable donde todos los guiris quieren venir a vivir porque piensan que tenemos un chiringuito espl¨¦ndido.
Sin educaci¨®n, los j¨®venes no van a saber hacer frente a los lobos, sean rojos o negros. No todo ocurri¨® con Franco. Aquello fue una reca¨ªda, ven¨ªa de atr¨¢s
Por eso no puedo evitar ser tambi¨¦n un optimista l¨²cido y bien documentado. Pero lo cierto es que este es un pa¨ªs en demolici¨®n. Y quiz¨¢s merezca serlo, cuidado. Pero hay que saber por qu¨¦ nos lo estamos cargando. Ning¨²n pa¨ªs de Europa tiene un impulso suicida parecido al nuestro. Yo he escrito todo esto para comprender y estas son las conclusiones. Esta demolici¨®n es culpa nuestra. Se debe a nuestra vileza, a nuestra comodidad, a la apat¨ªa. Debemos tener claras algunas cosas: destruir la lengua es perder Am¨¦rica, destruir la memoria, perder Espa?a. Sin Historia, sin memoria, estamos perdidos. Si seguimos as¨ª, acabaremos mal. Todo va pasando por la m¨¢quina de picar: la monarqu¨ªa, la lengua, la historia. Picadillo. Necesitamos un marco en que conversar, dialogar, analizar para luego, si queremos, cambiar. Pero lo nuestro es la eliminaci¨®n sistem¨¢tica del enemigo. Por estupidez, por desidia, por ignorancia. Me preguntan si soy republicano o mon¨¢rquico y a m¨ª me gusta la rep¨²blica de Escipi¨®n, aquella, la aut¨¦ntica, la de Roma, como Dios manda.
Pero miro aqu¨ª y pienso: si demolemos el Estado, ?c¨®mo lo reconstruimos? ?Con Casado, con Rivera, con Echenique, con Pablo Iglesias, con Zapatero¡? Pues veo a Felipe VI, un t¨ªo guapo, que sabe estar bien y pienso: me agarro al alto. ?Cu¨¢ndo han le¨ªdo un libro estos t¨ªos? ?Saben qui¨¦n es Marat, Trotski, Bakunin? Es una batalla perdida. Echo en falta cultura y generosidad por su parte. No buscar la aniquilaci¨®n del otro, el exterminio o la anulaci¨®n, sino la solidaridad. La historia no nos sirve para construir un mejor futuro. Pero si asumes lo que eres, si te sientes c¨®modo en tu camisa puedes empezar a hacer cosas. No somos inferiores a nadie, somos incluso mejores en muchas cosas. Pero tambi¨¦n debemos ser conscientes de que podemos convertirnos en seres muy peligrosos. Debemos buscar las condiciones para no serlo. Conocer las causas para intentar no caer. Eso requiere un esfuerzo nacional. He visto lugares aparentemente civilizados irse en poco tiempo al diablo. Todo es posible¡±.
Babelia
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