?Televisi¨®n inteligente?
Reflexiono con envidia ante la familiaridad de los cr¨ªos con el nuevo mundo mientras me vuelvo loco intentando entenderme m¨ªnimamente con una smart TV
Me cuentan que los beb¨¦s, incluso antes de aprender el lenguaje oral o de andar, saben moverse a trav¨¦s de las pantallas t¨¢ctiles, que sus deditos navegan con naturalidad, puro instinto, observaci¨®n, por esas teclas que les permiten disfrutar de v¨ªdeos, juegos, dibujos, fotograf¨ªas. Poseo esa informaci¨®n por parte de numerosos y orgullosos progenitores, pero tambi¨¦n he sido testigo de ello. Y mis sensaciones son una mezcla de fascinaci¨®n y estupor. Lo que sentir¨ªa el hombre de Croma?¨®n ante descubrimientos primarios.
Reflexiono con envidia ante la familiaridad de los cr¨ªos con el nuevo mundo mientras me vuelvo loco intentando entenderme m¨ªnimamente con una smart TV, a la que se le atribuye el don de una inteligencia prodigiosa. Enorme paradoja, ya que viendo la mayor¨ªa de los contenidos que a lo largo de toda su historia exhiben estos aparatos, jam¨¢s he pensado que se distinguieran por su inteligencia. Me aparecen continuamente carteles en la pantalla que me hablan de cosas tan marcianas (para m¨ª) como el software o el tiempo que lleva encendido el bicho. Las im¨¢genes, algunas veces, aparecen pixeladas, o me comunican que estoy desintonizado y que no aparece la se?al para conectar con Internet. Como no puedo ni debo abusar de la paciencia de amigos y vecinos para que solucionen mi incomprensi¨®n de la tecnolog¨ªa y mi desquiciante acojone ante ella, renuncio a la lucha y me acuesto temprano.
Pero, a veces, logro moment¨¢neamente ponerme de acuerdo con el bicho y ver series, mediante Internet, que me hab¨ªan recomendado con insistencia. Y compruebo que la tercera e insufrible temporada de True Detective tiene efectos dormitivos. No paso del cuarto cap¨ªtulo de Suburra. En principio, no le pillo la gracia a Mira lo que has hecho, del divertido Berto Romero. Renuncio despu¨¦s de dos cap¨ªtulos al turbio lirismo y a la presunta complejidad sentimental de El embarcadero. No todo est¨¢ perdido. Me quedan mis infinitas pel¨ªculas en Blu-ray y DVD.
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