Risas y sensaciones de anta?o
Esta pel¨ªcula tiene algo entra?able de otra ¨¦poca. Es muy divertido ver la reconstrucci¨®n de secuencias que se inventaron Stan Laurel y Oliver Hardy
Dudo que la mayor¨ªa de la cinefilia joven sepa de la existencia de una legendaria pareja de c¨®micos que en este pa¨ªs conocimos con el muy castizo nombre de El Gordo y el Flaco, apodo de los muy sajones nombres Oliver Hardy y Stan Laurel. Me parec¨ªan originales y divertidos. En el internado de curas que me maleduc¨® proyectaban sus cortos al finalizar la pel¨ªcula del domingo. Era ilusionante. Y nos hac¨ªan re¨ªr, mucho a veces. Con gags tan disparatados como tiernos. Su gloria en el cine mudo no fue comparable a la de Chaplin (el artista era genial, abusaba con c¨¢lculo del sentimentalismo, el personaje me cae regular), Keaton (mi eterno amor), ni al gimn¨¢stico Harold Lloyd. Benditas sean la risas y las sensaciones de anta?o.
EL GORDO Y EL FLACO (STAN & OLLIE)
Direcci¨®n: Jon S. Baird.
Int¨¦rpretes: John C. Reilly, Steve Coogan, Bentley Kalu, Nina Arianda.
G¨¦nero: biopic. Reino Unido, 2018.
Duraci¨®n: 97 minutos.
A diferencia de Chaplin, que siempre disfrut¨® de ¨¦xito y del control de su obra, Keaton sufri¨® la ruina creativa y econ¨®mica con la llegada del sonoro. Cuentan que ese naufragio absoluto intent¨® sobrellevarlo con la ayuda del alcohol. Y no sab¨ªa nada de qu¨¦ ocurri¨® con Laurel y Hardy despu¨¦s de su esplendor. El Gordo y el Flaco (Stan & Ollie) nos lo cuenta. Con ternura, con gracia, de forma inteligente y bonita, aunque el tema no sea precisamente alegre.
Habla de la decadencia de dos fulanos, su capacidad inventiva, la qu¨ªmica que establec¨ªan entre ellos y que era premiada con las carcajadas de los espectadores, sus hasta entonces salvables problemas ante sus costosos divorcios, y la resaca de su viejo triunfo en Hollywood que van a pagar 20 a?os despu¨¦s busc¨¢ndose la vida en teatros casi vac¨ªos de Inglaterra. Y en su retorno aparecen viejas y turbias cuentas del alma, supuestamente profesionales, que nunca fueron saldadas, traiciones en nombre de la supervivencia, fatiga y enfermedad, enfrentamiento entre las dominantes esposas que buscan lo mejor para su pareja, sin percibir que el uno sin el otro no son nada en un escenario y tal vez tampoco en la vida.
Dirige esta pel¨ªcula Jon S. Baird. Ni idea. No me pregunten qui¨¦n es, consulten en la Wikipedia, que, al parecer, lo sabe todo. Pero la interpretan dos actores maravillosos. Uno es John C. Reilly. No les suena, ?verdad? Me parece el mejor actor del mundo, despues de que se se largara al otro barrio el insustituible Philip Seymour Hoffman. Es el mejor camale¨®n del cine actual. No le identificar¨¢n de una pel¨ªcula a otra pero siempre se lo van a creer, es un actor genial. El otro es Steve Coogan, tan fino ¨¦l, tan ingles, protagonista en el cine de Michael Winterbottom, el fulano que interpret¨® al tipo que dio vida al inventor de The Ha?ienda, el sonido Manchester, impulsor de Joy Division, New Order, Happy Mondays y tantos m¨¢s. Es una delicia verlos trabajar juntos. Sin doblar, sobran las explicaciones.
Y es muy divertido ver la reconstrucci¨®n de secuencias como la de la estaci¨®n o la del hospital que se inventaron Stan Laurel y Oliver Hardy. Esta pel¨ªcula tiene algo entra?able de otra ¨¦poca. En el mejor sentido.
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