Caminante, no hay camino¡
Howe Gelb se deja llevar por la pasi¨®n de viajar, consciente de que, archivada la juventud, lo dif¨ªcil y satisfactorio es saber envejecer con solera
En su nuevo ¨¢lbum, Howe Gelb afronta lo global llev¨¢ndole la contraria a ese dichoso concepto que, contrario a su significado, en realidad alienta el sedentarismo. Haciendo del camino andado un hogar transitorio pero eterno, tratando a extra?os como si fuesen de la familia, perfeccionado el arte de captar conversaciones ajenas, acoge entre fatigado y maravillado esas casualidades del azar que hacen del desplazamiento continuo algo siempre azaroso y enriquecedor. Por algo titul¨® The Coincidentalist (2013) una de sus mejores obras recientes. ?l cree en esas cosas, las providencias que engendran historias comunes, porque las ha vivido y las ha escrito.
Estar en todas partes y en ninguna, disfrutando del paisaje y quienes lo pueblan, es su forma de vida, su fuente de inspiraci¨®n, su estado natural como persona y artista. Y ocurren esos peque?os milagros que ¨¦l, incurable rom¨¢ntico siempre buscando la complicidad de una mirada femenina, amante de las palabras y sus jugueteos sem¨¢nticos, sabe aprovechar en relatos musicados desde un apaciguado interior. Cuando Fernando Vacas le invit¨® a grabar en C¨®rdoba Alegr¨ªas (2010), vivi¨® una previsible epifan¨ªa rodeado de m¨²sicos gitanos. Un m¨¢s reciente encuentro fortuito con Anna Karina, la septuagenaria musa de Godard, produjo el muy parisiense d¨²o que es ¡®Not the End of the World¡¯. El cantautor de Arizona descifrando esa reconfortante y vieja Europa que nos empe?amos en dar por perdida.
Con su ya finiquitada banda Giant Sand, Gelb fue pionero del rock alternativo y de eso que hoy llaman americana. Tras cumplir los 60, opt¨® por una sonoridad m¨¢s ¨ªntima, igualmente org¨¢nica, que abraza la elocuente ligereza del jazz. Siempre admir¨® a Thelonious Monk y, como ya hizo en Future Standards (2016), hoy persigue la estela de Billie Holiday y ?dith Piaf, sea en Dubl¨ªn, Copenhague o ?msterdam, ciudades donde se gestaron algunos de los temas reunidos, valga la redundancia, en Gathered. M¨¢s que canciones, gastadas instant¨¢neas, vagamente recordadas. Los irlandeses The Lost Brothers le abrieron su estudio, el productor dan¨¦s Frank Birch Pontoppidan le ayud¨® en varios de estos temas, y las cantantes Kira Skov (¡®Presum?ptuous¡¯) y Pieta Brown (¡®Gathered¡¯) cedieron su aliento expresivo. De vuelta en C¨®rdoba, conjuraron a su venerado Leonard Cohen, en el d¨²o con M. Ward, con ¡®A Thousand Kisses Deep¡¯, y mostr¨¢ndonos que a veces el hogar puede ubicarse en una canci¨®n, dej¨® que su hija de 15 a?os Talula cantase ¡®Moon River¡¯ en su propia ciudad, Tucson.
¡°?Sobrevivir¨¦? Ese es el sentido mismo de estar vivo¡¯¡¯, canta en ¡®All You Need To Know¡¯. Y en la autobiogr¨¢fica ¡®Storyteller¡¯ versiona una vez m¨¢s a su malogrado amigo de juventud, el excepcional guitarrista Rainer Ptacek. El truco est¨¢ en dejarse llevar por la pasi¨®n de viajar, consciente de que, archivada la juventud, lo dif¨ªcil y satisfactorio es saber envejecer con solera, buscando nuevas impresiones, in¨¦ditos dramas en cada persona encontrada, cada nueva parada y fonda. Mientras el cuerpo aguante, la carretera seguir¨¢ llam¨¢ndole. Y nosotros esperando sus postales desde remotas tabernas y peque?os escenarios, los pianos pulsados con nocturnidad y las tel¨²ricas guitarras, pues ¡ªcomo ¨¦l¡ª somos tambi¨¦n los horizontes y las almas que vamos dejando atr¨¢s.
Howe Gelb.?Gathered. Fire-Popstock!
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