El cine en cuatro planos
La documentalista Mercedes ?lvarez indaga en la obra de la francesa, "de mirada libre, ¨ªntima y confidencial, de la c¨¢mara peque?a y despojada de cors¨¦s"
En Los espigadores y la espigadora, uno de sus filmes de madurez, hay un momento en el que Agn¨¨s Varda se asoma delante de la c¨¢mara y nos ense?a sus manos forjadas por la vida, las arrugas de su rostro, las canas de su pelo, al mismo tiempo que se dirige al espectador: ¡°No, no es la vejez enemiga. Puede ser tambi¨¦n vejez amiga, pero mis cabellos y mis manos me dicen que el final est¨¢ cerca¡±. Son apenas cuatro planos en los que Agn¨¨s habla al espectador en confidencia, como quien le habla al o¨ªdo y le dice ¡°C'est la vie¡±, y lo dice sin amargura, sin rencores pendientes con la vida ni pesadumbres pero, sobre todo, sin querer dar lecciones a nadie.
Siempre recuerdo esos cuatro planos que para m¨ª resumen todo el cine de Agn¨¨s Varda; un cine de la mirada libre, ¨ªntima y confidencial, de la c¨¢mara peque?a y despojada de cors¨¦s, con la que fue capaz de expresar tanto y hablarnos de nosotras¡pero desde ella misma. Y con esos cuatro planos, esa libertad y ese cine despojado de discursos adoctrinantes, ese sentido del humor y la iron¨ªa, la directora estaba rompiendo tambi¨¦n con esa imagen de la mujer aprisionada por los estereotipos sociales.
Agn¨¨s fue una mujer entre hombres (Jacques Demy, Marker, Resnais, Godard¡), pionera del cine libre franc¨¦s desde los a?os sesenta hasta ayer. Todo su cine, ficci¨®n o documental, est¨¢ lleno de hallazgos de lenguaje con recursos m¨ªnimos. Esa valent¨ªa ha inspirado y animado a muchas cineastas a coger la c¨¢mara.
Fue durante el rodaje de mi primera pel¨ªcula cuando vi Los espigadores..., rodada con un dispositivo ligero y con plena libertad. En un atasco del rodaje, habl¨¦ con el productor. Le dije: 'Mira est¨¢ pel¨ªcula, rodada con c¨¢maras peque?as, no hace falta m¨¢s'. Esa peque?a c¨¢mara de Agn¨¨s puede acercarnos m¨¢s a la vida que un enorme dispositivo cinematogr¨¢fico.
La valent¨ªa de Agn¨¨s me ense?¨® mucho y, una vez, en el Festival de R¨®terdam, tuve la suerte de agradec¨¦rselo personalmente.
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