Matrioshka
¡®Mu?eca rusa¡± se centra en las tribulaciones de Nadia Vulvokov, una dama que celebra una y otra vez su 36 cumplea?os en esa espiral temporal a la que parece condenada
Con series como Mu?eca rusa (Netflix) se demuestra que la ficci¨®n televisiva ha alcanzado la madurez. Ocho episodios (25 minutos) en los que Nadia Vulvokov (Natasha Lyonne) muere y renace constantemente en un bucle temporal que deja en pa?ales al D¨ªa de la Marmota y que le permite reflexionar sobre lo divino y lo humano (m¨¢s sobre lo humano que lo divino, la verdad), son una raz¨®n suficiente para admitir que las series han llegado ya a la libertad narrativa que el cine alcanz¨® con la Nouvelle Vague.
Naturalmente, no es el primer caso pues hay precedentes notables (One Mississippi, de Tig Notaro, Nola Darling,?creada por Spike Lee o Fleabag, de Phoebe Waller-Bridge, entre otras) en los que la libertad del lenguaje cinematogr¨¢fico estimulaba las reflexiones personales de sus creadores, o viceversa. La virtud de los responsables de estas series es su convicci¨®n de que la industria audiovisual permite las innovaciones, siempre y cuando el sof¨¢ no se despueble.
Lo que ya parece indispensable en estas ficciones, sobre todo en las estadounidenses, es la presencia en mayor o menor medida de terapeutas y psiquiatras. Forman ya parte del paisaje humano. Mu?eca rusa no es una excepci¨®n. Todo parece indicar que se trata de un peaje pagado a Woody Allen, por m¨¢s que en ¨¦l prime la iron¨ªa sobre el tratamiento destinado a solucionar problemas mentales, problemas muy presentes en las tribulaciones de Nadia Vulvokov, una dama que celebra una y otra vez su 36 cumplea?os en esa espiral temporal a la que parece condenada y sobre la que pesa una infancia complicada con una madre desequilibrada; y aqu¨ª, de Allen pasamos a Tennessee Williams en ese deambular por la vida y la muerte.
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