La degeneraci¨®n de las ideas
En una de esas pel¨ªculas-r¨ªo m¨¢s grandes que la vida, a la antigua, a contracorriente, con el sello del melodrama, tan poco acostumbrado hoy
Entre la exposici¨®n de Arte Degenerado, organizada por los nazis en M¨²nich, y que luego viaj¨® a otras 12 ciudades a lo largo de cuatro a?os, entre 1937 y 1941, y la imposici¨®n del realismo socialista, al servicio de la causa, en el arte de la Alemania comunista, a?os despu¨¦s, apenas hay distancia moral. Es el totalitarismo. Es la represi¨®n, sin m¨¢s, de cualquier sello, la que acaba con las ideas, con la libertad. Y as¨ª nos lo cuenta en La sombra del pasado Florian Henckel von Donnersmarck, director de la formidable La vida de los otros (2006) y de la infame The tourist (2010), en una de esas pel¨ªculas-r¨ªo m¨¢s grandes que la vida. A la antigua, a contracorriente, con el sello del melodrama, tan poco acostumbrado hoy, y a trav¨¦s de los ojos, las dudas, las ca¨ªdas y el impulso de un joven que acudi¨® siendo un cr¨ªo a la muestra de arte moderno denigrado por Hitler y, m¨¢s tarde, se convirti¨® en un artista fundamental de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana.
LA SOMBRA DEL PASADO
Direcci¨®n: Florian Henckel Von Donnersmarck.
Int¨¦rpretes: Tom Schilling, Sebastian Koch, Paula Beer, Saskia Rosendahl.
G¨¦nero: melodrama. Alemania, 2018.
Duraci¨®n: 188 minutos.
La sombra del pasado tiene tanto de tradici¨®n alemana como, ir¨®nicamente, de influencia estadounidense, sobre todo en el tono, y de italiana, en la estructura. Relato sobre dos sagas familiares que intentan resistir los envites de los distintos poderes dominantes a trav¨¦s de los tiempos, y ah¨ª es inevitable pensar en Los Buddenbrook de Thomas Mann, la pel¨ªcula pretende jugar las cartas del melodrama sin freno (intensidad musical, romanticismo exacerbado, lirismo dram¨¢tico), a veces grandilocuente, otras un tanto meloso, pero, en general, emocionante. Y en ese territorio, el pol¨ªtico, el social, el sentimental y el art¨ªstico, podr¨ªa haber paralelismos tanto con el maestro del g¨¦nero Douglas Sirk, en Tiempo de amar, tiempo de morir, como con esas grandes pel¨ªculas italianas de corte hist¨®rico que culminar¨ªan con su ¨²ltimo gran ejemplar, la monumental La mejor juventud (Marco Tullio Giordana, 2003).
Y aunque Von?Donnersmarck no alcance la categor¨ªa de aquellas, a este cronista se le antojan desmesurados los varapalos de la mayor¨ªa de especialistas espa?oles tras su estreno en el festival de Venecia, y se sit¨²a m¨¢s en la l¨ªnea de su recibimiento en EE UU, donde lleg¨® a aspirar a dos Oscars (fotograf¨ªa y pel¨ªcula de habla no inglesa).
Ambiciosa y profunda en algunos aspectos (la b¨²squeda de la verdad del arte, la imposibilidad de ser objetivo), y un tanto superficial en otros (el continuo disfraz del impoluto personaje que se mueve por las cimas del poder seg¨²n convenga), La sombra del pasado tiene algunos resbalones obvios de tono (esas performances c¨®micas por las escaleras de la Academia de Arte de Dusseldorf), y no todo en sus tres horas largas de duraci¨®n tiene semejante inter¨¦s. Pero no es f¨¢cil partir de Hitler y llegar a la moderna Alemania Federal de 1966, pasando por el bombardeo de Dresde, y ligarlo todo con la b¨²squeda de una identidad y de una mirada, la de un artista y la de la propia Alemania, con un sentido del arte, y con una triple reflexi¨®n sobre la locura: la demencia de un personaje b¨¢sico con el que empieza y termina la historia, la del arte degenerado, y la de su propio pa¨ªs a lo largo de buena parte del siglo XX.
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