¡®Con faldas y a loco¡¯: la comedia perfecta cumple 60 a?os
Un libro revisita la comedia de Billy Wilder con Tony Curtis, Jack Lemmon y Marilyn Monroe que rompi¨® el muro del conservadurismo estadounidense
Nunca tuvieron un buen final, y decidieron mantener el que hab¨ªa escrito, que copiaba el cierre de un chiste famoso en la ¨¦poca. Aquel "Nadie es perfecto" que responde Joe E. Brown a Jack Lemmon cuando este le revela que no es una mujer -como aparenta por su disfraz de Dafne- sino un hombre, Jerry, es el cierre a una comedia perfecta, Con faldas y a lo loco, de la que esta primavera se cumplen 60 a?os de su estreno en Estados Unidos. Obra de un cineasta excepcional, Billy Wilder, que, como aseguraba su esposa, ten¨ªa el cerebro lleno de cuchillas de afeitar. Wilder era r¨¢pido de lengua, vivaz en los guiones, y disc¨ªpulo aventajado de Ernst Lubitsch. De ese c¨®ctel surgieron algunas de las m¨¢s grandes pel¨ªculas de la historia del cine: El apartamento, El crep¨²sculo de los dioses, Sabrina, D¨ªas sin huella, Uno, dos, tres, La tentaci¨®n vive arriba... Y muchas m¨¢s. A Con faldas y a lo loco dedica ahora un libro colectivo, titulado como la pel¨ªcula, la editorial Notorius, que realiza un amplio recorrido por la pel¨ªcula, Wilder y sus influencias.
Como cuenta al inicio del volumen Joaqu¨ªn Vallet, Wilder no se entiende sin Lubitsch, pero a cambio lleg¨® m¨¢s lejos, incluyendo muchos elementos pol¨ªticos y sociales donde el primero jugaba solo con la seducci¨®n. Ese toque Lubitsch "Wilder intent¨® definirlo de la siguiente manera: 'Al p¨²blico no hay que d¨¢rselo todo masticado, como si fuera tonto. A diferencia de otros directores que dicen que dos y dos son cuatro, Lubitsch dice dos y dos... y eso es todo. El p¨²blico saca sus propias conclusiones".
Wilder realiz¨® Con faldas y a lo loco a finales de los a?os cincuenta, tras Testigo de cargo y antes de El apartamento. Con ella comenzaron sus colaboraciones con Jack Lemmon, con el que rodar¨¢ seis pel¨ªculas m¨¢s, y con el guionista I. A. L. Diamond. Diamond y Wilder hab¨ªan trabajado juntos en Ariane; despu¨¦s, Wilder recurri¨® a otros escritores en El h¨¦roe solitario y Testigo de cargo, y volvi¨® al talento de Diamond en Con faldas y a lo loco. Nunca m¨¢s se separaron.
La fuente de inspiraci¨®n proced¨ªa del cine, de la comedia alemana Ellas somos nosotros (1951), que a su vez se basaba en una pel¨ªcula francesa, Fanfare d¡¯Amour, de 1935. En ambos t¨ªtulos los m¨²sicos protagonistas se disfrazaban por hambre y travestidos ligaban con una chica sexy. Wilder y Diamond vendieron la idea a los hermanos Mirisch ¡ªproductores forrados de dinero gracias a sus inversiones en los caramelos y chocolates Hershey¡ª, quienes aprobaron un presupuesto de tres millones de euros sin tener reparto. Y un buen d¨ªa de febrero de 1958, Wilder se acerc¨® a la mesa que ocupaba Jack Lemmon en el restaurante Domick¡¯s y le solt¨®: ¡°Tengo una idea para una pel¨ªcula en la que me gustar¨ªa que intervinieras. Ahora no tengo tiempo, pero te digo de qu¨¦ trata. Son dos hombres que huyen de unos g¨¢nsteres porque corre peligro su vida, se disfrazan con ropa de mujer y se unen a una orquesta femenina¡±. Wilder y Diamond cambiaron el hambre por la muerte, mejor, por la amenaza de ser asesinados, y por ello trasladaron la acci¨®n a 1929, a Chicago, a la matanza del d¨ªa de San Valent¨ªn, de la que son testigos los dos protagonistas.
Seg¨²n Tony Curtis, en el reparto inicial estaban ¨¦l, Frank Sinatra y Mirzy Gaynor como tr¨ªo protagonista. A Wilder le cost¨® convencer a los Mirisch de que Lemmon era la mejor opci¨®n tras la deserci¨®n de Sinatra, que ni siquiera fue a las citas concertadas con el cineasta. Y en cuanto a Marilyn Monroe, entr¨® al proyecto tras recordar por carta al director lo feliz que fue trabajando en La tentaci¨®n vive arriba. Y Wilder lo ten¨ªa claro: ¡°El papel de Sugar era el m¨¢s flojo, as¨ª que el truco era que lo interpretara la actriz m¨¢s fuerte¡±. Monroe firm¨® tras leer un resumen y sin darse cuenta de que la pel¨ªcula ser¨ªa en blanco y negro, cuando en sus contratos impon¨ªa filmar en color. El blanco y negro se us¨® para enmascarar el maquillaje de Lemmon y Curtis. La actriz accedi¨® a cambio de un sueldo de 200.000 d¨®lares m¨¢s un 10% de los ingresos brutos.
Curtis recuerda en sus memorias: ¡°Billy nos envi¨® al ba?o de mujeres del estudio. Nos pusimos delante de un espejo a retocarnos el maquillaje mientras entraban y sal¨ªan las chicas. Las salud¨¢bamos y ellas nos correspond¨ªan con risas. Tras un rato, sale la ¨²ltima, yo le suelto: ¡®?Adi¨®s!¡¯; y ella me mira y dice: ¡®Hasta luego, Tony¡¯. A¨²n me parto¡±. Al d¨ªa siguiente, mejorado el maquillaje, ninguna mujer les reconoci¨®, pensando que eran extras de una pel¨ªcula de ¨¦poca. ¡°La idea general era que yo acentuara un estilo Grace Kelly, y Jack... bueno, Jack deb¨ªa acercarse a una prostituta¡±.
El rodaje, que comenz¨® el 4 de agosto de 1958, fue un infierno por culpa de Marilyn Monroe. Para el plano en que llama a una puerta y dice: ¡°Soy yo, Sugar¡±, necesit¨® 47 tomas. WIlder lleg¨® a escribirle la frase en una pizarra. Aunque la leyenda crece en el momento en que en el hotel Sugar entra en una habitaci¨®n y mientras busca entre sus cajones pregunta: ¡°?D¨®nde est¨¢ el burbon?¡±. Cuatro palabras. Empezaron por la ma?ana, siguieron por la tarde y llenaron los cajones de letreros con la frase. Seg¨²n unas fuentes rodaron 59 tomas, otras aumentan a 83. Y a¨²n as¨ª, en la pel¨ªcula Monroe est¨¢ de espaldas, truco para a?adir su frase en posproducci¨®n. Wilder contaba esto de la actriz: ¡°Tengo una vieja t¨ªa en Viena que estar¨ªa en el plat¨® a las seis de la ma?ana cada d¨ªa, y ser¨ªa capaz de recitar los di¨¢logos incluso al rev¨¦s... pero, ?qui¨¦n querr¨ªa verla? De todos modos, mientras todos los del equipo esper¨¢bamos a Marilyn, no perd¨ªamos completamente el tiempo. Incluso pudimos hacernos con una cultura; yo, sin ir m¨¢s lejos, tuve la oportunidad de leer Guerra y paz y Los miserables¡±.
En septiembre, cuando se trasladaron a Coronado, San Diego, al hotel Del Coronado, que recreaba los exteriores de una playa de Florida, la cosa fue a peor. Al s¨¦quito de Monroe, encabezado por Paula Strasberg como consejera interpretativa, se sum¨® un ginec¨®logo, Leon Krohn. La actriz estaba embarazada y ten¨ªa miedo de volver a perder al posible hijo, como le hab¨ªa ocurrido en ocasiones anteriores. Por eso el dramaturgo Arthur Miller, su marido, le pidi¨® a WIlder que la actriz trabajara solo por las ma?anas. ¡°Dijo que estaba demasiado agotada para someterse al trabajo al aire libre bajo el sol de la tarde. ¡®?Por la ma?ana? ?Si nunca aparece hasta despu¨¦s de las doce! ?Arthur, tr¨¢emela a las nueve y podr¨¢s llev¨¢rtela a las once y media!¡¯. Trabaj¨¢bamos con una bomba de relojer¨ªa, llev¨¢bamos veinte d¨ªas de retraso, y sabe Dios cu¨¢nto nos hab¨ªamos excedido del presupuesto [al final el sobrecoste super¨® los 500.000 d¨®lares], y ella tomaba montones de pastillas. Pero trabaj¨¢bamos con Monroe, y ella era una rubia platino..., y no solo era el pelo, ni su ¨¦xito de taquilla. Lo que ve¨ªas en pantalla no ten¨ªa precio¡±, comentaba el director. Como ejemplo de la inmensa inteligencia de Wilder, en la secuencia en la que Jerry le cuenta a Joe que se ha comprometido con un millonario, el director le dio unas maracas a Lemmon. cada vez que dice un chiste, las toca como reflejo de su felicidad. En realidad, lo hace para que el p¨²blico pueda re¨ªrse y no tapar la siguiente broma.
Marilyn perdi¨® el beb¨¦ el 16 de noviembre y su relaci¨®n con Wilder se deterior¨®. Por eso, en las fotos de promoci¨®n de la pel¨ªcula, Jack Lemmon y Tony Curtis posan con una rubia que no es Monroe, sino Sandra Warner, una de las chicas de la banda, cuyo rostro despu¨¦s fue sustituido por el de la protagonista. Monroe s¨ª estuvo en cambio en la gira durante febrero y marzo de promoci¨®n del filme, primero en Nueva York y posteriormente por Estados Unidos, y se comport¨® de manera profesional. No pasaron por Kansas, donde la pel¨ªcula fue prohibida por ¡°peligrosa¡±.
El filme gan¨®, tras un arranque taquillero flojo, una cantidad incre¨ªble de dinero. Cuando se retir¨® de cartel cuatro a?os despu¨¦s, hab¨ªa superado los 8 millones de d¨®lares. Con sus ganancias, Wilder aument¨® su colecci¨®n de arte con una pintura y un dibujo de Paul Klee, un cuadro de Egon Schiele y otro de Braque. Como remata en el libro Teresa Ll¨¢cer, "Some Like It Hot se revela como toda una grieta en el conservador muro de la doble moral estadounidense sobre el sexo, el amor y el travestismo que quebr¨® gran parte de los preceptos de la censura para terminar arrasando en taquilla y convirti¨¦ndose en una de las mejores comedias de la historia del cine".
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