Manuel de Falla, moderno y universal
El director de orquesta Pablo Heras-Casado reivindica la huella de Stravinski en ¡®El sombrero de tres picos¡¯ y ¡®El amor brujo¡¯
Mahler Chamber Orchestra
Obras de Stravinski y Falla. Carmen Romeu, mezzosoprano. Marina Heredia, cantaora. Pablo Heras-Casado, direcci¨®n. XXV Temporada de Grandes Conciertos de Primavera. Auditorio de Zaragoza, 11 de abril.
Manuel de Falla ha vuelto a Zaragoza. No en carne mortal, como hiciera en octubre de 1918, cuando visit¨® Fuendetodos para participar en un homenaje a Goya, sino a trav¨¦s de su m¨²sica. La confluencia de los dos principales ciclos del Auditorio de la capital aragonesa ha permitido escuchar, casi en d¨ªas sucesivos, algunas de sus principales composiciones dentro de un recital del pianista Javier Perianes y un concierto de la Mahler Chamber Orchestra, bajo la direcci¨®n de Pablo Heras-Casado. Y, m¨¢s concretamente, su ballet El sombrero de tres picos, una revisi¨®n de la pantomima esc¨¦nica El corregidor y la molinera para los Ballets Rusos de Di¨¢guilev, que en julio pr¨®ximo cumplir¨¢ 100 a?os de su estreno. Pero la referida visita aragonesa fue crucial en la composici¨®n de la obra. Falla escribi¨® un nuevo final: una deslumbrante jota con todo el cuerpo de baile como evocaci¨®n de El pelele, de Goya. Pocos d¨ªas m¨¢s tarde, en una postal remitida a Di¨¢guilev, podemos ver una cita musical del bajo de la referida jota garabateada por Falla sobre una reproducci¨®n de la obra del pintor aragon¨¦s.
A?adir una jota en una obra ambientada en Andaluc¨ªa permiti¨® a Falla ampliar sus arquetipos de m¨²sica popular espa?ola. Pero tambi¨¦n alejarse de los t¨®picos y apostar por la universalidad. En esta obra no solo utiliza citas sarc¨¢sticas de Beethoven, sino tambi¨¦n gui?os neocl¨¢sicos para caracterizar al personaje del corregidor. Un planteamiento modernista, claramente alejado de lo meramente folcl¨®rico, que reclaman desde hace d¨¦cadas los estudios especializados sobre Falla, tal como podemos leer en el reciente libro Manuel de Falla and Visions of Spanish Music, de Michael Christoforidis (Routhledge). Hoy en las salas de concierto siguen primando sus composiciones m¨¢s populares, como El sombrero de tres picos y El amor brujo, frente a propuestas m¨¢s novedosas como Psych¨¦, El retablo de Maese Pedro y su Concierto para clave y cinco instrumentos. Pero la nueva generaci¨®n de directores e instrumentistas espa?oles est¨¢ reivindicando este cariz moderno y universal de Falla en sus interpretaciones. Lo pudimos comprobar en el recital de Perianes, el pasado 9 de abril en Zaragoza, con las Cuatro piezas espa?olas. Sonaron despu¨¦s de Estampas, de Debussy, y con esa pulsaci¨®n colorista con que pretend¨ªa el compositor franc¨¦s hacernos olvidar que el piano es un instrumento formado por macillos que golpean cuerdas. Despu¨¦s siguieron las tres danzas de El sombrero de tres picos, en el arreglo para piano del compositor.
Heras-Casado, al frente de la Mahler Chamber Orchestra, se concentr¨® en el otro referente modernista de Falla: ?gor Stravinski. Precisamente, abri¨® su concierto del 11 de abril con la suite de Pulcinella, del compositor ruso, una composici¨®n inicialmente encargada por Di¨¢guilev a Falla, pero que el compositor gaditano rechaz¨®. La idea original consist¨ªa en orquestar varias composiciones del siglo XVIII atribuidas a Pergolesi, pero Stravinski convirti¨® el encargo en una especie de regreso al futuro, es decir, en una mirada al pasado que le permiti¨® sentar las bases creativas de su posterior etapa neocl¨¢sica. Con leves retoques en la armon¨ªa, el equilibrio, la textura, el ritmo o la din¨¢mica, consigui¨® dotar a esa m¨²sica pret¨¦rita de un perfil sonoro completamente personal y moderno.
Heras-Casado fue de menos a m¨¢s en su versi¨®n de esta obra, con leves problemas de equilibrio, en la cuerda, entre el conjunto de solistas o concertino y el relleno o ripieno, a pesar de la brillante actuaci¨®n de la violinista Meesun Hong Coleman y los solos de madera. Pero una trepidante tarantela con la tocata cambiaron las cosas. La gavota con variaciones permiti¨® el lucimiento en la flauta y la trompa de los alicantinos J¨²lia G¨¢llego y Jos¨¦ Vicente Castell¨®, junto al oboe del ruso Andrey Godik. A continuaci¨®n, el contrabajista Rick Stotijn se luci¨® en esa maravillosa y humor¨ªstica elaboraci¨®n stravinskiana del movimiento final de la Sinfon¨ªa en fa mayor, de Pergolesi. Y Heras-Casado retuvo toda la tensi¨®n al final del minueto para derramarlo sobre elfinale que son¨® tan fren¨¦tico como admirable.
Para El sombrero de tres picos, la Mahler Chamber Orchestra tuvo que ampliar sus efectivos, aunque parec¨ªan insuficientes en una secci¨®n de cuerda de treinta y tres instrumentistas. El br¨ªo y la intensidad invadieron la interpretaci¨®n desde el comienzo, con esa fanfarria que Falla compuso para resaltar el tel¨®n de boca dise?ado por Picasso para el estreno. La mezzosoprano Carmen Romeu destac¨® en sus dos intervenciones. Y Heras-Casado combin¨® admirablemente intensidad y equilibrio, sin contravenir la gesti¨®n de los frecuentes cambios metron¨®micos de la obra. En el famoso fandango de la molinera qued¨® claro que los efectivos de la Mahler Chamber Orchestra funcionaban a la perfecci¨®n para hacer sonar esta partitura. Y tambi¨¦n en la farruca del molinero, con imponentes rasgueados sinf¨®nicos, a pesar de una introducci¨®n algo desdibujada. Pero no fue una versi¨®n simplemente centrada en los momentos m¨¢s conocidos. Lo comprobamos, en adelante, con un discurrir fluido que no perdi¨® un ¨¢pice de intensidad e inter¨¦s al retratar cada situaci¨®n o personaje, como en la neocl¨¢sica danza del corregidor. Y el director convirti¨® la referida jota final en el cl¨ªmax ideal de la obra.
Pero lo mejor de la noche lleg¨® en la segunda parte, con El amor brujo, que escuchamos en su ¨²ltima revisi¨®n como ballet en un acto, de 1925. Heras-Casado no solo dirigi¨® una interpretaci¨®n m¨¢s preciosista y compacta de la obra, sino que ahond¨® en la referida influencia de Stravinski, aqu¨ª mucho m¨¢s evidente, con esa estilizaci¨®n primitivista del flamenco. La escuchamos, por ejemplo, en La canci¨®n del amor dolido, con esas combinaciones de piano y cuerda tan t¨ªpicas del compositor ruso, pero donde la presencia de una cantaora flamenca, como Marina Heredia, impide alejarse del cante jondo que inspir¨® la obra. A continuaci¨®n, El aparecido fue uno de los n¨²meros m¨¢s destacados de la velada, aunque Heras-Casado concentr¨® toda la tensi¨®n en la popular Danza ritual del fuego, que mim¨® en cada detalle hasta convertirla en el v¨¦rtice de la obra. La voz amplificada de Heredia se escuch¨® mucho mejor en la Canci¨®n del fuego fatuo, acompa?ada por la orquesta convertida en una gigantesca guitarra y su mejor intervenci¨®n lleg¨® un poco despu¨¦s en la Danza del juego de amor. Como en el ballet anterior, el nivel de los solistas de la Mahler Chamber Orchestra roz¨® la excelencia; un ejemplo fue la intervenci¨®n del violonchelista suizo Flurin Cuonz en la Pantomima. Heras-Casado volvi¨® a desencadenar la obra hacia el breve y colorista n¨²mero final de Las campanas del amanecer. Y cedi¨® la propina a Marina Heredia, que termin¨® el concierto cantando De Anta?o, de su disco La voz del agua.
Esta gira titulada Magia!, de la Mahler Chamber Orchestra con Heras-Casado, que se inici¨® el 6 de abril en ?msterdam, concluir¨¢ este viernes, 12, en Murcia, tras haber pasado por Heidelberg y Barcelona, donde grabaron los dos ballets de Falla para Harmonia Mundi. Orquesta y director volver¨¢n a unirse en la pr¨®xima edici¨®n del Festival de Granada, el 12 de julio, para conmemorar el centenario de El sombrero de tres picos en el Palacio de Carlos V, con una leve escenificaci¨®n visual de Frederic Amat, junto al estreno absoluto de Alhambra Concerto for violin and orchestra, de Peter E?tv?s.
Babelia
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