Notre Dame: la catedral donde se cruzan todos los caminos de Francia
El monumento es uno de los s¨ªmbolos m¨¢s poderosos de Francia pero tambi¨¦n de Europa
Durante la Comuna de Par¨ªs, en 1871, cuando los revolucionarios se supieron derrotados se dedicaron a quemar todos los edificios p¨²blicos que encontraron a su paso, con especial preferencia por las iglesias. Sin embargo, Notre Dame, la catedral que ocupa el centro geogr¨¢fico de la capital francesa, se salv¨® de la furia popular (se quemaron unos pocos bancos y el fuego se extingui¨® sin mayores da?os), al igual que hab¨ªa conseguido sobrevivir a la iconoclastia de la Revoluci¨®n Francesa un siglo antes. Este edificio, que comenz¨® a construirse en el siglo XII, en pleno apogeo del g¨®tico, y se acab¨® en el XIX, es uno de los s¨ªmbolos m¨¢s poderosos de Francia, pero tambi¨¦n de Europa.
Su fachada con sus dos torres gemelas, la aguja que se quem¨® este lunes por la tarde, construida en el siglo XIX por Eug¨¨ne Viollet-le-Duc y sus g¨¢rgolas o sus p¨®rticos la convirtieron con el paso de los siglos en mucho m¨¢s que un monumento de piedra y madera: Notre Dame es una construcci¨®n tan imaginaria como real. Por eso el incendio ha provocado una conmoci¨®n colectiva: todos los caminos de Francia se cruzan bajo sus arcos, todos los recuerdos, los sue?os y las fracturas de una naci¨®n.
No es una casualidad que el aspecto actual del monumento se forjase durante el siglo XIX, durante la gran reforma de Viollet-le-Duc, en su momento muy controvertida pero que ahora, como la Torre Eiffel,? le dio el aspecto que forma parte del paisaje de Par¨ªs. Fue el siglo en el que se crearon los mitos colectivos sobre los que han crecido las naciones europeas y el neog¨®tico form¨® parte de ellos. Tambi¨¦n en ese mismo siglo Victor Hugo escribi¨® la novela que marcar¨ªa la catedral para siempre: Nuestra Se?ora de Par¨ªs (conocida como El jorobado de Notre Dame en sus m¨²ltiples versiones de Hollywood), la historia de Quasimodo y Esmeralda, que reconstru¨ªa con muchas libertades el Par¨ªs del siglo XV. De nuevo, el espacio imaginario resulta mucho m¨¢s importante que el real. Al contemplar las g¨¢rgolas, muchas de ellas tambi¨¦n construidas en aquella ¨¦poca, es imposible no pensar en los personajes de Hugo.
¡°Es un s¨ªmbolo de Par¨ªs, es mucho m¨¢s que una catedral¡±, explica el catedr¨¢tico de Historia Medieval de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, Jos¨¦ Enrique Ruiz-Dom¨¨nech, uno de los grandes medievalistas europeos. Mientras transcurre la conversaci¨®n por tel¨¦fono no para de recibir im¨¢genes en su m¨®vil de amigos parisinos, que no creen que algo as¨ª pueda suceder. Ruiz-Dom¨¨nech, que ha sido muchos a?os profesor en Par¨ªs, tampoco piensa que pueda ser real. ¡°El g¨®tico es el ¨²nico arte que logr¨® ocupar todo el espacio europeo. Es un emblema de la construcci¨®n europea, de la raz¨®n¡±, se?ala el autor de Europa. Las claves de su historia.
La Iglesia tuvo un papel esencial en la historia de la m¨²sica, por su papel en la implantaci¨®n de la polifon¨ªa, all¨ª se coron¨® Napole¨®n I y se celebraron los funerales de Estado de presidentes como De Gaulle, Pompidou o Mitterrand y de las v¨ªctimas de los atentados del 13 de noviembre de 2015. Fue el lugar escogido para celebrar una misa con motivo de la liberaci¨®n de Par¨ªs, el 26 de agosto de 1944, tal vez el momento m¨¢s importante de la historia contempor¨¢nea de Francia. Es, naturalmente, Patrimonio Mundial de la Unesco. Par¨ªs naci¨® en una isla, cuyo centro ocupa Notre Dame, y creci¨® desde all¨ª. No importa lo que haya crecido la ciudad: nunca ha cedido su papel central, y no solo para los visitantes.
Resulta imposible contar el n¨²mero de pel¨ªculas en las que aparece, tantas que es casi un t¨®pico. Ha logrado resistir a la Comuna, a las pel¨ªculas de Disney, al kitsch decimon¨®nico, a las visitas de cerca de 13 millones de turistas, y resistir¨¢ a los estragos del incendio que la devor¨® una tarde de Pascua ante el espanto y la incredulidad de todos aquellos que alguna vez se pasearon por su explanada y bajo sus b¨®vedas.
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