La sonrisa rota de Par¨ªs
Tras la conmoci¨®n por el incendio de Notre Dame, ciudadanos y autoridades de la capital francesa muestran la determinaci¨®n de devolver lo antes posible a la catedral su esplendor
Ya no hay llamas ni humo y el olor a quemado empezaba a disiparse este martes gris y desapacible en los alrededores de la catedral Notre Dame de Par¨ªs. Tambi¨¦n la angustia inicial, cuando, en las primeras horas del incendio que la noche de este lunes ha devastado parte del emblem¨¢tico templo g¨®tico de la capital francesa, se lleg¨® a pensar que se hundir¨ªa toda su estructura. Lo que no se acababa era la profunda tristeza que atraviesa todas las instancias y capas del pa¨ªs por los da?os sufridos por un edificio que es mucho m¨¢s que una iglesia o un monumento porque forma parte, para muchos, de la propia identidad francesa.
Apostada en el puente Saint-Michel, en el que cada d¨ªa desde tiempos inmemoriales millones de turistas y paseantes se paran para admirar la fachada frontal de la catedral g¨®tica inmortalizada en tantas obras, Laurence Darra?dou se secaba una l¨¢grima incontrolable. ¡°Se me encoge el coraz¨®n¡±, dec¨ªa esta ¡°parisina durante muchos a?os¡± que ahora vive en Chartres, ciudad que acoge otra imponente catedral y desde donde viaj¨® a primera hora de la ma?ana a ver en persona los da?os del edificio. ¡°Este no es ya el Par¨ªs de mi juventud, pero Notre Dame es una parte de todos nosotros¡±, coment¨® sin ser consciente de que esa es una explicaci¨®n que resuena sin cesar entre quienes desde la tarde del lunes ¡ªy la afluencia no baja¡ª asisten, impotentes, acongojados, a la cat¨¢strofe sufrida en pleno coraz¨®n de Par¨ªs.
Porque puede que los da?os no sean tan irreparables como se temi¨® en un principio ¡ªlas autoridades han afirmado que confian en que la estructura aguantar¨¢, aunque las tareas de evaluaci¨®n no han finalizado a¨²n¡ª pero las heridas son, en cualquier caso, profundas. Al contrario que la siempre visible Torre Eiffel, Notre Dame no forma parte inmediata del paisaje parisino, semioculta como est¨¢ por otros edificios en la Cit¨¦, la isla que se erige en el Sena y divide a Par¨ªs en dos. Como una sonrisa, solo se ve su esplendor cuando uno se acerca a ella. Y Notre Dame luce ahora como ese diente partido que estropea la sonrisa m¨¢s luminosa. El dinero para reconstruirla no ha dejado de aumentar?en forma de generosas donaciones nacionales e internacionales y todas las autoridades se han comprometido a repararla cuanto antes, pero la tarea ser¨¢ tit¨¢nica y pasar¨¢n a?os hasta que Notre Dame vuelva a lucir esplendorosa.
Por la plaza, frente a la fachada principal, cerrada por la polic¨ªa que desde la pasada noche mantiene una estricta vigilancia sobre un amplio per¨ªmetro en torno a la catedral, caminaban el martes bomberos y equipos de emergencia con el gesto fatigado. Los ¡°soldados del fuego¡±, como los denomin¨® el presidente, Emmanuel Macron, cuando la noche del lunes se desplaz¨® hasta la catedral para comprobar los da?os ¡ªlas visitas oficiales no han cesado desde entonces¡ª son los h¨¦roes de Notre Dame, como reconoci¨® un p¨²blico que aplaud¨ªa al paso de sus camiones y buques cisterna inundando con sus sirenas la noche parisina.
Tambi¨¦n el obispo auxiliar de Par¨ªs, Denis Jachiet, ten¨ªa este martes muy presente la tarea valiente de los bomberos que, seg¨²n recordaba, ¡°lucharon con todos los medios para salvar la torre norte que empezaba a arder¡±, y que lograron su prop¨®sito con gran esfuerzo y riesgo. La vida de Jachiet est¨¢ ¨ªntimamente ligada a Notre Dame. Ah¨ª fue ordenado sacerdote hace 23 a?os y obispo hace tres. En esta catedral ha presidido innumerables misas, ha confesado a gente de todo el mundo y ha celebrado tantas comuniones que no lleva la cuenta. Lo que m¨¢s le ¡°desolaba¡±, dec¨ªa tambi¨¦n con el gesto agotado de quien ha pasado la noche en vela, aguardando en la adosada c¨¦lula de crisis el avance de las operaciones de salvamento de su iglesia, es que la catedral ¡°haya ardido en Lunes Santo, al comienzo de la Semana Santa, cuando nos aprest¨¢bamos a celebrar todas las grandes fiestas de Pascua¡±. Nadie se aventura a decir cu¨¢ndo podr¨¢ abrir de nuevo sus puertas Notre Dame. Ni siquiera su per¨ªmetro, a¨²n ennegrecido por los restos de cenizas y brasas que durante horas cayeron desde el incendiado tejado de madera de la catedral, empujados por el viento a centenares de metros y llenando Par¨ªs de un negro humo visible desde buena parte de la ciudad. Pero de lo que no tiene dudas el obispo es de que la catedral revivir¨¢, cueste lo que cueste y se tarde lo que se tarde.
Es lo mismo que Jean-Yves le aseguraba a su hija Lili, de siete a?os. Los dos viajaron a primera hora de la ma?ana desde Borgo?a. ¡°Hemos venido expresamente para ver c¨®mo est¨¢ la catedral¡±, contaba el padre. La peque?a, explic¨®, se interesa mucho por los monumentos emblem¨¢ticos de Par¨ªs, que tiene en peque?as figuras, y estaba preocupada por c¨®mo hab¨ªa quedado Notre Dame. ¡°Es nuestra historia, la historia de Francia, y est¨¢ tambi¨¦n contada en muchas historias y musicales infantiles¡±, recordaba Jean-Yves mientras luchaba contra la marea de gente que se para en plena calle a mirar o fotografiar el monumento mordido por el fuego. Tras un primer vistazo, ambos se dijeron ¡°aliviados¡±. La parte frontal no est¨¢ tan da?ada, Lili hasta sonri¨® t¨ªmidamente. ¡°Era muy bonita¡±, dijo en voz baja. ¡°Vamos a reconstruirla y ser¨¢ otra vez bella de nuevo¡±, le promete su padre.
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