La paz seg¨²n Diego Gal¨¢n
El autor recuerda su amistad con el cineasta y el d¨ªa en el que le gan¨® para siempre
Conoc¨ª a Diego en la redacci¨®n de EL PA?S de Madrid en los a?os en los que fui responsable de la secci¨®n Pol¨ªtica y jefe del Suplemento Dominical. Diego iba por all¨ª, charlaba con la gente de Cultura y alguna vez nos saludamos y/o charlamos brevemente. No ¨¦ramos amigos pero simpatiz¨¢bamos. Mi relaci¨®n creci¨® y se hizo mas rica desde que me puse al frente de Cineman¨ªa, en 1995, y asist¨ª al festival de cine de San Sebasti¨¢n, que Diego dirig¨ªa con buen tino en un momento de ¡°aguas turbulentas¡± en el Pa¨ªs Vasco. Hab¨ªa que ser muy fino para sobrevivir a las tensiones creadas por los atentados de ETA y la violencia que desataban en las calles de la ciudad los abertzales radicales. Si ten¨ªa miedo o le temblaba el pulso, no se le notaba. Todo lo superaba con ese humor socarr¨®n, cuando no corrosivo, que remataba con sus cl¨¢sicas risotadas, mientras se ajustaba las gafas. Era un tipo brillante y pod¨ªa ser muy divertido y tambi¨¦n muy pu?etero, cuando se lo propon¨ªa. No se daba importancia pese a haber logrado mantener, consolidar, profesionalizar y llenar de atractivos el festival donostiarra.
Como quiera que yo le llamara un par de veces para pedirle si me confirmaba nombres de pel¨ªculas o de artistas de los que se rumoreaba que ¡°iban seguro¡± a Zinemaldia, luego, en adelante, cada a?o, a falta de un mes del festival me llamaba, socarr¨®n, para que le informara de ¡°quienes iban a venir seguro¡± a Donostia. Luego remat¨¢bamos con un encuentro en uno de los buenos restaurantes de la ciudad, con un men¨² exquisito y bien regado.
Nuestra relaci¨®n se estrope¨® cuando en un programa de Hoy por Hoy, de I?aki Gabilondo, asegur¨¦ que, ¡°de buena fuente¡± (que no era otra que alguien del equipo del propio festival) que el viaje de Robert de Niro a San Sebasti¨¢n hab¨ªa costado una cantidad importante. Diego llam¨®, enfadado a I?aki para desmentir que De Niro hubiera cobrado tal dinero. Aclar¨¦ a Gabilondo, y dije en las ondas de la Ser, que yo nunca hab¨ªa dicho que ese dinero lo hubiera cobrado el actor sino que la cifra era el coste total del viaje. El tema qued¨® as¨ª pero nuestra relaci¨®n se deterior¨® y pasamos de los abrazos al vernos al simple hola insinuado con un movimiento de cabeza, poco mas.
As¨ª hasta que el 12 de Marzo de 2004. Ese d¨ªa se celebraba en Madrid la manifestaci¨®n mas masiva que se recuerda en la historia de la ciudad, gentes de todas las edades, ideolog¨ªas y condici¨®n social se reunieron en las avenidas de la ciudad para colapsar el centro reclamando PAZ con may¨²sculas. Junto a la Cibeles avist¨¦ a Diego. Me mir¨® y, sin mediar gesto ni palabra, se vino hacia m¨ª y me espet¨® con esa voz tronante que usaba a veces: ¡°En un d¨ªa como hoy, en una manifestaci¨®n por la paz como la de hoy, no imagino una oportunidad mejor para que dejemos a un lado nuestra diferencias y sellamos nuestra reconciliaci¨®n¡±, Mi respuesta fue un abrazo con un ¡°?Claro que si, Diego, sabes que te quiero!¡± Y as¨ª permanecimos unos segundos antes de que nos arrastrara la marea humana que gritaba por la Paz. Ese d¨ªa Diego me gan¨® para siempre y me dio una gran lecci¨®n humana. Humanidad le sobraba.
Javier Angulo. Periodista y director de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI)
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