Auschwitz con pies de foto
El Holocausto sigue siendo una prueba de fuego para el arte y la literatura
Hace diez d¨ªas el Museo del Holocausto de ?msterdam censur¨® cuatro fotograf¨ªas que formaban parte de una exposici¨®n sobre la persecuci¨®n de los jud¨ªos holandeses durante la Segunda Guerra Mundial. La direcci¨®n del museo adujo dos razones un tanto contradictorias: la falta de postura oficial frente a la crueldad de las instant¨¢neas y la falta de respeto a los muertos que aparecen en ellas. Las fotos no son cuatro entre tantas sino las que tom¨® en 1944 Alberto Errera: un grupo de mujeres camino de la c¨¢mara de gas y una quema de cad¨¢veres al aire libre.
Errera era un jud¨ªo griego obligado en Auschwitz a formar parte del Sonderkommando, la cuadrilla encargada de guiar a sus compa?eros a la muerte y de incinerar sus cuerpos. La novela de Martin Amis La Zona de Inter¨¦s y la pel¨ªcula de L¨¢szl¨® Nemes El hijo de Sa¨²l tienen como protagonistas a sendos miembros de un comando al que, para mantener el secreto del exterminio, se aislaba del resto hasta el d¨ªa en que eran ejecutados y sustituidos por otros condenados. Si el libro de Amis lo debe casi todo a testimonios reales como los de Philip M¨¹ller o Shlomo Venezia, la pel¨ªcula de L¨¢szl¨® Nemes ¡ªque a veces peca de pedag¨®gica y de querer guiarnos por todo el lager¡ª es un buen retrato de la parte industrial ¡ªde industria c¨¢rnica casi¡ª de eso que el eufemismo nazi llama soluci¨®n final. La necesidad de romper el secreto impuesto por los verdugos fue precisamente lo que llev¨® a las v¨ªctimas a jugarse la vida para que el mundo exterior supiera lo que estaba pasando en el coraz¨®n de Europa.
No es la primera vez que esas cuatro fotos son objeto de pol¨¦mica. En 2001 se expusieron en Par¨ªs y el fil¨®sofo Georges Didi-Huberman les dedic¨® un largo ensayo que tres a?os m¨¢s tarde dio lugar a uno de los grandes libros sobre la ¡°memoria visual del Holocausto¡±: Im¨¢genes pese a todo, publicado en castellano por Paid¨®s en traducci¨®n de Mariana Miracle. Frente a los que ¡ªcomo Claude Lanzmann, director de la imprescindible Shoah¡ª sosten¨ªan que poner en im¨¢genes el genocidio era entrar en la l¨®gica del genocida y buscar pruebas para algo que no necesita ser probado, Didi-Huberman defiende la necesidad de superar categor¨ªas ¡°perezosas¡± como lo ¡°indecible¡± o lo ¡°inefable¡±. Por eso a la cl¨¢sica pregunta de Adorno sobre la posibilidad de escribir poes¨ªa despu¨¦s de Auschwitz opone otra de Gilles Deleuze: ¡°La verg¨¹enza de ser un hombre, ?acaso existe mejor raz¨®n para escribir?¡±
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